"El principe egocéntrico 2"

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Hay una especie de celos que necesita muy poco fuego; Difícilmente es una pasión,sino una plaga en el abatimiento nublado y húmedo del egoísmo inquieto.
-George Eliot-


Cuando piensas que un suceso es aterrador y extraño tienes la idea constante de que, no puedes tener la mala suerte de que vuelva a suceder; de que algún dios lo a tachado de las cosas que te tienen que suceder a lo largo de tu vida.

Pero la verdad que no era así.

Después de que baile con el príncipe por alguna razón muchos de los hombres que se habían dedicado a ignorarme corrieron a la luz como insectos; como moscas alrededor de un gran pastel de fresas. Sus opiniones eran tan volubles como sus decisiones pues tan pronto veían a alguien fuerte (el líder de una monarquía) elegir a una dama la catalogaban como el diamante de la temporada, pues ¿Como un príncipe podría elegir a cualquiera?, no, el príncipe siempre elegía lo mejor y yo, ¿Valía la pena?, la verdad es que no tenía nada especial.

Aún así mi carné se llenó de nombres, incluso esas reservas que habían estado en blanco y que jamás pensé llenar estaban ahí siendo ocupadas por una tinta espesa negra formando un par de nombres que no conocía. Mi noche se llenó de risas falsas, de alagos muy poco creíbles y de charlas tan sosas que tuve que boztezar un par de veces muy disimuladamente.

Pensé que sería un poco más divertido; en realidad todos tratan de saber que tenemos y que no, los hombres no se preocupan por preguntar tu opinión respecto a lo que sea realmente, solo quieren saber en qué les beneficiará hacerte su esposa y eso sí que me generaba un poco de asco, aunque uno que otro caballero era interesante, en cuanto abría la boca sabia que en su mente no podían habitará ideas creativas.

- Así qué de pronto eres "El diamante en bruto", ¿No? - me susurro muy suavemente aquel hombre de mirada despectiva. No debía perder la cordura, no con el, pues no era yo quién estaba haciendo nada malo; él era el raro.

- ¿Lo conozco caballero? - Murmuré sin apartar la vista del frente, pues no se había inmutado en presentarse.

- Por supuesto, ¿Cómo no lo harías?, intentaste matarme. - Me rodeo. Sus ojos intensos me tomaron por sorpresa. Me quedé callada un momento, pensando que había escuchado mal.

- ¿Disculpa?

- Si, lo que dije, y luego me salvaste. ¿Extraño?, mandas a tu mascota a hacer el trabajo sucio y te lavas las manos, princesa. - De nuevo me quedé callada. ¿Aquel hombre estaba delirando? no tenía idea de lo que estaba diciendo.

¿Mascota?, y recuerde aquellas garras marcadas en la pared. ¿Qué clase de mascota haría algo así? Eso tendría que ser una bestia y en todo caso no tenía nada que ver conmigo.

- Bebió mucho está noche, ya no sabe ni lo que está diciendo. - Y llegó su turno de guardar silencio. Por un momento sus ojos me indagaron profundamente, como si buscará algo en mi alma y juro por dios que pude ver en sus ojos un pequeño destello rojo.

- Bueno, supongo que me estoy adelantando un poco ... a los hechos. - su mirada rencorosa cambio por un apice de segundo. Esta conversación no me estaba funcionando, aunque sin duda no podía ignorar sus palabras, que por ahora no tenían sentido -como muchas otras cosas- pero no sonaban del todo descabelladas.

- Si me disculpa. - hice una leve reverencia y asintió entendiendo que me daría la media vuelta y me iría.

Necesitaba pensar, mucho, sintetizar todo lo que ha pasado para entender, debía haber una pieza que lo una todo, pero que, ¿Que demonios era?

En ratos la academia me parecía tan irreal, como está noche que me hacía tener escalofríos en todo el cuerpo. Se sentía como un sueño largo, en donde el tiempo no tenía sentido. Tomé una respiracion larga cuando vi al príncipe hacercarse a mi.

DARK: El Legado De Los Dioses ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora