Capítulo Único

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El sonido de unos tacones resonar contra el piso se hizo presente en los pasillos angostos del inmerso edificio, donde estos eran de tres damiselas quienes se encontraban en dirección hacía el mesón de reuniones de Sukeban.

— ¡Anda Dama! ya veo que tu y Hikari son la misma mierda hecha.

Se burlo con gracia la peli azul, mientras reía de forma sarcástica que termino siendo con diversión, mientras que una rubia junto a una melena azabache la miraban con aburrimiento.

De no ser por que le llego una leve gracia a la rubia haciendo que se le escapara una leve risa, para así dirigir su mirada a la azabache.

— Shh, no empiecen con lo mismo. Dios, pese a que son mayores que yo soy peor que un niño.

— Hey, incluye solamente a Tomoe a ese carril, a mi no me mires. – abrió los ojos con un tanto de ofensa la rubia, mientras arrugaba un poco sus cejas.

La peliazul quedo en silencio, pero poco después no le importo menos los comentarios que le hacían ambas mujeres para así seguir con su risa como si contara el chiste más gracioso nunca antes contado.

La rubia solamente nego un poco acostumbrada a la actitud, mientras que la de orbes azules la miraba con indignación.

— Yo no lo puedo creer, como ustedes lograron formar la pandilla más grande de Tokyo.

Una vez que se encontraron entre las dos puertas, estas se abrieron dejándose notar por las presencias de ambas comandantes, haciendo que todos quienes estaban dentro de esta, hicieran una reverencia y luego regresar a sentarse todos.

— Si te diría, no me creerías. – hablo la rubia dado una mirada rápida hacía la azabache.

— Mejor quédate con la duda, Damita. – sonrió leve la de cabellos azules mientras daba pequeñas palmadas en el hombro de la de ojos azules.

Ambas mujeres se adentraron más hacia el mesón, para que así, se resaltara más la baja estatura en el medio de la rubia y la azulina.

— Chicos, tenemos nueva integrante, su nombre es Damaris, trátenla bien.

— No les sugiero tampoco pelearse con la mocosa. Es fuerte.

Todos miraban atentos a la nueva integrante de la pandilla, mientras que algunos simplemente la miraban otros, le sonrían leve como para que supiese que es bienvenida.

A excepción de unos profundos ojos verdes, quienes analizaban de pie a cabeza la escultura del cuerpo de la llegada, conservando su vista en ella encorvando una sonrisa lasciva en su rostro. Haciéndose notar leve sus cicatrices.

La oji-azul le llego un escalofrío debido a la sensación de que alguien la observaba, haciendo que buscara la mirada en cada integrante.

— ¡Bien! Empecemos la reunión.

Pero debido a que la rubia y la peli-azul la arrastraron con ellas hacían sus asientos, se disocio y perdió con la vista a la persona que se le había quedado viendo tan fijamente.

Aunque muy dentro de ella, no le tomo tanta importancia, por lo que simplemente se sentó a un lado de las comandantes, viendo como la rubia se sentaba en el medio de cinco hombres y a la peli-azul en las piernas de ambos hombres quienes suponía ella que eran las parejas de cada uno.

Volteo leve sus ojos con arrogancia y se mantuvo escuchando atentamente lo que se comentaba en aquella reunión.

Tiempo después de haber terminado esa reunión, todos y cada uno de los presentes se levantaron y algunos se retiraron juntos y otros solos.

Sanzu x DamarisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora