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Sentía que todo lo que estaba pasando era un sueño

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Sentía que todo lo que estaba pasando era un sueño. Hoy, finalmente, era el día en que saldría con aquel alfa alemán de ojos bonitos y una risa encantadora. Al levantarse, URSS miró el calendario en su habitación. La fecha estaba marcada con un pequeño dibujo de una rosa, un detalle que le sacó una sonrisa nerviosa. Durante todo el día, mientras preparaba y acomodaba lo que llevaría en su canasta, miraba su teléfono, repasando una y otra vez la pequeña conversación que había tenido con el alemán, en la que confirmaban que hoy tendrían su salida, o mejor dicho, su cita.

Todavía sin creerlo del todo, ya estaba afuera de la cafetería donde trabajaba, ahora cerrada. De pie, con la mirada perdida en algún punto indefinido, intentaba relajarse y no temblar por la mezcla de nervios y emoción que sentía. Personas pasaban a su lado, algunas atraídas por la presencia dominante del alfa, mientras que otras parecían intimidadas por su gran altura y la fuerza que emanaba su porte soviético. Incluso hubo quienes, queriendo llamar su atención, soltaron feromonas dulces al pasar junto a él, pero URSS las ignoró por completo. Su atención estaba en su reloj, esperando asegurarse de no haber llegado demasiado temprano.

De repente, en medio de todos esos olores, captó uno que le resultaba inconfundible: amargas rosas y café. URSS levantó la mirada justo a tiempo para ver a Reich acercarse con una bonita sonrisa, llevando consigo una bolsa. Por un momento, el ruso sintió como si estuviera viendo a un ángel. El alemán iba vestido de negro: un abrigo largo, guantes, y pantalones oscuros, pero lo que más llamó la atención de URSS fue el jersey azul marino que asomaba por debajo del abrigo abierto, revelando un poco de su clavícula, una imagen que lo hizo ver varonil y atractivo, exactamente como el alfa que era.

-Te ves espectacular. -logró decir URSS, sintiendo cómo sus mejillas ardían, mientras su corazón se aceleraba peligrosamente.

Reich soltó una risa ante el cumplido, esa risa que tanto le gustaba al soviético. -Gracias, tú también te ves bien. -respondió Reich, sus ojos recorriendo el cuerpo fornido del ruso con una mirada apreciativa.

URSS llevaba un jersey de color beige y un pantalón oscuro, con un cinturón negro que ajustaba su figura atlética. En su muñeca, un simple reloj completaba el conjunto. Al notar la forma en que Reich lo miraba, se sintió repentinamente consciente de sí mismo y desvió la mirada, tratando de calmar los nervios que aumentaban.

-Así que... -alargó las vocales mientras sus ojos se posaban en la canasta que URSS sostenía, notando las margaritas frescas que sobresalían- ¿Vamos a hacer un picnic?

-Así es. Lamento no habértelo dicho antes, quería que fuera una sorpresa -dijo URSS, algo apenado, mientras se rascaba el cuello con vergüenza. Levantó un poco la canasta, como si eso explicara todo.

-La otra vez mencionaste que te gustaban los campos de flores, así que pensé que sería una buena idea -agregó el soviético.

Reich sonrió con complicidad y levantó la bolsa que llevaba consigo. De dentro, sacó dos pequeñas calabazas de un vibrante color anaranjado. -Traje esto. Pensé que podríamos hacer algunas de esas calabazas con dientes puntiagudos. ¿Qué te parece?-

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