CAPÍTULO III

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– Más y más coincidencias, esto debe ser una broma – agrego.

– O es el destino – me queda mirando fijamente.

Me quedo pensando mientras caminamos, ¿será realmente el destino? Siempre he leído que le pasa eso a la gente, pero no a mí, pero por otro lado, todo ha sido mucha coincidencia, Starbucks, el avión, nuestra carrera, todo.

Creo que no debo pensar demasiado en esto, si es o no destino, aquí estoy con él, compartiendo parte de mi vida y nada más.

Nos acercamos a una linda boutique del aeropuerto, entro con Valentino, y la verdad debo decirlo, tienen unas prendas preciosas.

– Creo que debería pagarte tu blusa – me dice.

– ¿Qué? ¡Estás loco! No tienes que hacer eso por mí, es solo una blusa.

– Si tengo que hacerlo, realmente he sido un idiota contigo y he actuado como un adolescente, déjame comprarte algo a modo disculpa – sonríe.

– Si sigues sonriendo de esa manera, me costará muchísimo decirte que no.

Besa mi mejilla, y me sonríe. Ganó esta batalla, maldito bastardo encantador.

Jamás pensé que fuera tan divertido comprar ropa con un chico, la verdad es que Eduardo y Alejandro, mis amigos, son muy gays, pero jamás me acompañaban a hacer las compras, no me tenían mucha paciencia pero admito que con Valentino todo es bastante más simple.

Elijo una linda blusa blanca, y Valentino me da el visto bueno.

– Se te ve muy bien Sophie, el blanco es tu color.

– Gracias Valentino – me sonrojo – no tenías que tomarte la molestia de hacer esto.

– Tenía que hacerlo, ya te dije antes, y no quiero volver a repetirte lo malo que he sido contigo.

Valentino paga la blusa, y pega un vistazo a su reloj.

– Me parece que es hora de abordar el vuelo a Milán.

Toma mi mano y enseguida me sonrojo. Sé que no tiene nada de malo, pero apenas nos conocemos. ¿Qué más da? Solo estamos de la mano, el intenta ser amable.

Abordamos el avión y en las pocas horas de viaje que nos quedan, aprovechamos el tiempo para descansar y dormir.

De pronto siento que alguien sacude mi hombro suavemente.

– Sophie, llegamos, ya es hora de que despiertes dormilona – me dice susurrando.

Pestañeo, y miro por la ventana del avión, y me doy cuenta que ya estamos en Milán, mi estómago solo siente mariposas de los nervios, ya saben, muchos años esperando por esto y finalmente hoy estoy aquí, wow.

Bajamos y luego nos dirigimos a buscar nuestras maletas. Valentino me acompaña hasta la entrada del aeropuerto donde muchos taxis esperan ser abordados.

– Supongo que ya es hora de decir adiós – le digo.

– Sophie, esto no es más que un hasta pronto, recuerda que estaremos en la misma universidad y en el mismo curso.

– Oh, cierto – rio tímidamente – lo olvidaba... Compañero.

– Bueno compañera, nos vemos por ahí.

Valentino me da un tímido beso en la mejilla y ayuda al taxista a poner dentro del auto. Cuando comenzamos a andar, me despido agitando la mano.

El taxi me deja a las afueras de la residencia estudiantil donde me hospedaré durante el tiempo que esté en Milán. Una delgada y muy alegre chica me espera al bajarme del taxi.

Un Beso en ItaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora