CAPÍTULO V

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– Está muy guapo el profe – Tomás me susurra – y no has dejado de mirarlo como babosa, ¡dignidad por favor querida!

– No sé de qué estás hablando.

La clase fue todo lo que esperaba, ya saben, orientación, aspectos generales de la asignatura y como siempre, los de intercambio tuvimos que presentarnos. En total somos 4 estudiantes del extranjero, Sabina y Tomás de México, Cristian de Colombia y luego estoy yo, la chilena.

Valentino no dejaba de mirarme en toda la clase, y Franchesco, nuestro profesor, le llamó la atención dos veces, al final se dio cuenta que era cosa perdida, y tuve que aguantarme 40 minutos de él mirándome fijamente.

Al finalizar, nos entregan un material de estudio y programas de la asignatura. Con Tomás nos retiramos del salón, junto con Sabina y Cristian, quienes nos invitan a una pizza a unas calles cerca de la facultad.

– Tomás, espera, se me quedó mi chaqueta dentro, voy a buscarla y vuelvo – le digo.

– ¡Que pava por dios! – Se ríe y lo miro con mala cara – te espero afuera con Sabi y Cris.

Entro a la sala y busco rápidamente mi chaqueta, que se encuentra en el asiento donde me ubiqué hace algunos minutos atrás, la tomo y corro hacia la salida, cuando de pronto choco con alguien y todo el material que nos entregaron más temprano, se desparrama en el piso.

– ¡Cazzo! – Franchesco se agacha a tomar mis cosas en el suelo – Mi scusi signorina.

– No te preocupes, soy una despistada e iba corriendo – le digo a modo de disculpa.

– ¿Sophie, no? – Me sonríe – aquí están tus cosas, disculpa por no haberte visto, pero estaba un poco apurado.

– Si, Sophie – río – gracias por recoger todo este desastre, y la verdad fue mi culpa, insisto, iba corriendo como una niñita de kínder.

– ¿Y por qué has vuelto al salón?

– Mi chaqueta – levanto la mano donde la sostengo

– Eres igual de despistada que yo – ríe – yo venía a buscar unas cosas que se me habían quedado también.

Veo a lo lejos que Tomás me guiña un ojo, sonriendo de oreja a oreja.

– Pues ya me voy, los chicos están esperándome – le digo a Franchesco.

– Nos veremos mañana ¿no? – Besa mis dos mejillas – ve con cuidado Sophie.

Salgo corriendo y alcanzo a Tomás quien me espera en la entrada de la facultad.

– ¿Qué fue todo eso? – pregunta, se exactamente a dónde quiere ir.

– Soy una burra, salí corriendo y choqué con Franchesco, cayó todo y él lo recogió.

– Vaya suerte que tienes, así como vas terminarás quedándote con todos los italianos guapos en Milán – dice riendo.

– ¡Cállate, es solo nuestro profesor! – lo empujo y partimos camino al restaurant.

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Las pizzas en Italia, son jodidamente lo mejor, gracias al cielo que hemos ido a ese restaurant, porque ¡OH.POR.DIOS! Ha sido la mejor experiencia culinaria de mi vida.

Los chicos me dejan a las afueras de mi residencia, me invitan a recorrer Milán pero decido quedarme, debo llamar por Skype a mis padres, calculando bien, debe ser bastante temprano en Chile y puedo asegurar que están despiertos.

Subo las escaleras y me encamino a mi habitación, cuando veo que Valentino me espera afuera del dormitorio.

– ¿Estás esperando a Pilar? Puedo dejarle un recado si lo necesitas – no puedo evitar la ironía en mi voz.

Un Beso en ItaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora