El primer día de curso siempre era agridulce. Por un lado volver a Hogwarts estaba bien, divertido. Volvía a ver a todos sus amigos, comprobaban quien había crecido más durante las vacaciones, charlaban sin parar, se atiborraban de dulces en el tren y compartían anécdotas del verano hasta que les dolían las mandíbulas de tanto reírse. Pero por otro lado, la llegada del Hogwarts's Express significaba también el fin del período estival. Ya no más hacer el imbécil por el lado muggle de Godric Hollow. Ya no más comer hasta reventar en la madriguera, rodeado de pelirrojos. Ya no más salidas al cine o al centro comercial con los Granger. Ya no más bromas con Fred y George. Ya no más tardes descalzo sobre la hierba recolectando flores con Luna. No más excursiones a la playa. No más acampadas con los ronquidos de Neville de fondo...En resumidas cuentas, la llega del uno de septiembre implicaba dejar atrás la época de relax y ponerse las pilas para sacar buenas notas ya que, aunque iba a comenzar sexto curso, los EXTASIS estaban a la vuelta de la esquina, como su madre y Hermione se empeñaban en recordarle una y otra vez.
De todas formas, al menos este año Harry tenía una motivación extra para querer volver al colegio. Un motivación rubia, snob y problemática, pero que le había traído loco desde finales del curso pasado.
Había empezado a salir con Draco poco antes de acabar su quinto año, y prácticamente nada más definir los términos de su relación, el verano se les había echado encima y apenas habían podido verse. A sus familias no les hacía demasiada gracia que ellos dos "intimasen".
Los Potter y los Malfoy no casaban, así de simple, eran como el agua y el aceite, por mucho que los agites no lograrás mezclarlos correctamente. Su padre y el señor Malfoy se llevaban a matar, habían discutido miles de veces en el ministerii. Y su madre y la señora Malfoy, aunque cordiales la una con la otra, no eran lo que se dice amigas del alma. Ambas familias despreciaban la forma de pensar y las ideas políticas de la otra.
Así que, con ese panorama, la idea de visitarse mutuamente durante las vacaciones era, cuanto menos, incómoda y ambos habían decidido que era mejor no tener que pasar por ello. Se habían visto un puñado de veces, claro, citas por el Londres muggle o por el callejón Diagón, pero sobre todo, la comunicación entre ellos se había basado en cartas, mogollón de cartas. Hedwig estaba hasta los huevos de pasarse el día volando entre Godric Hollow y Wiltshire.
Pero con el inicio del nuevo curso, todo eso se había acabado, ahora les aguardaban nueve meses de convivencia bajo el mismo techo, donde podrían verse a diario, donde no tendrían que escuchar reproches de sus padres por sus elecciones románticas y donde podrían hacer prácticamente lo que los diera la gana siempre que se mantuvieran convenientemente alejados de Mcgonagall, Snape, Dumbledore y Filch. Por suerte tenía su capa y su mapa para evitarlos.
Estaba deseando volver a ver a Draco, no lo había encontrado en la estación, así que no le había quedado más remedio que arrastrar sus cosas hasta el compartimento donde ya lo esperaban Ron, Hermione, Ginny, Luna y Neville, acomodarse allí, y después salir a buscarlo por los vagones.
Los Slytherin solían apiñarse en los compartimentos del vagón de cola, al fondo del tren. Y ahí era a donde Harry se dirigía cuando una cabeza castaña se asomó por el cristal del compartimento que acababa de dejar atrás y lo llamó.
—¿Harry?
Se giró con una sonrisa forzada en los labios, reconociendo la voz y al interlocutor,
—Cedric. ¿Que tal el verano? —Preguntó tratando de ser cortés.
Cedric y él habían salido juntos durante un par de meses el curso anterior, pero la cosa no había terminado del todo bien. Se suponía que habían acabado en buenos términos y que seguirían siendo amigos, pero no habían hablado absolutamente nada en todo el verano y hacerlo ahora se le antojaba extraño, sin duda ya no era lo mismo, y no sabía muy bien cómo debía comportarse con él de ahí en adelante.
—Bien, bien, genial, como siempre. ¿Y el tuyo? —Contestó Cedric también visiblemente incómodo. A Harry le alegró un poco no ser el único que encontraba extraña toda esa nueva mecánica entre ellos.
—Bien también. Ya sabes, con los Weasley y eso... —No quería dar demasiadas explicaciones ni decir nada que diera pie a iniciar una conversación. La verdad es que lo que realmente quería era deshacerse de Cedric de una vez e ir a buscar a Draco.
—Oye Harry... ¿Crees que podemos hablar un momento? A solas.
—¿De qué? —Preguntó inmediatamente poniéndose un poco a la defensiva.
—No es nada malo, es solo... ¿No te resulta raro que estemos así?
—Pues... No sé, Ced. —Contestó rascándose la parte posterior de la cabeza— No entiendo muy bien a donde quieres llegar.
—Bueno... Antes de todo lo que pasó entre nosotros el año pasado eramos buenos amigos, me gustaría poder volver a ese punto, si estás de acuerdo.
—Oh... Si, claro. Yo no tengo nada contra ti.
—Ya, yo tampoco, pero creo que hay ciertas cosas que deberíamos aclarar para poder estar de verdad en buenos términos... Oye, ¿Por qué no entras y hablamos de esto en un lugar que no sea la mitad del pasillo? Aquí hay ojos y oídos por todas partes y no me siento cómodo.
Cedric se hizo a un lado en la puerta, mostrándole el compartimento vacío. Harry echó un vistazo al interior y suspiró una sola vez.
—Está bien... Hablemos.
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Bueeeeno pues así arranca esta historia, lo siguiente ya serán varias conversaciones de WhatsApp entre los chicos.
¿Os animáis a continuar conmigo en este viaje?
Si os gusta, dejadme algún comentario, que son gratis y los echo mucho de menos.
Besitos.
Sol En Llamas.
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Alianza de Leones y Serpientes
FanfictionPor mucho que tengas poderes mágicos y estudies en una escuela de magia, la adolescencia sigue siendo la adolescencia, y nada te librará de todos los dramas, traumas y hecatombes que eso conlleva. Si eliminamos a Voldemort de la ecuación, le damos u...