La vida adulta es aburrida, sobretodo si todos los días haces lo mismo, y hasta la cosa más pequeña que hagas fuera de esa rutina puede ser divertida, somos humanos y cometemos errores, olvidamos cosas, no somos perfectos, pero tenemos talentos, cos...
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Las mañanas inician como siempre, con los cantos de los pájaros que se posan en la ventana del departamento del azabache, justo después de que empezaran a cantar la alarma sonó, era hora de despertarse pero era extraño, una alarma a esa hora en sábado, ademas se escuchaba diferente a como siempre, Ray se sentó en la orilla de la cama y tomo su reloj, no estaba sonando pero el sonido seguía ahí, tardo un momento en reconocer que era su teléfono y comenzó a buscarlo en cuanto este dejo de sonar pero no tardo en sonar de nuevo, lo encontró bajo su almohada y vio la llamada de Norman contesto.
—buenos días— dijo mientras se tallaba los ojos, seguía algo dormido
—¿días?, ya son tardes Ray
—¿enserio?— miro el reloj, ya eran las 12 de la tarde —entonces me quede dormido o fueron los pájaros de la vecina los que me hicieron creer que era de mañana
—esta bien, no importa— hizo una pausa mientras hablaba con alguien más y luego volvió —crees que nos podamos ver más tarde, en la noche, en el bar
—si esta bien, igual no tengo nada que...— dejo de escuchar ruido y noto que Norman había colgado —pues adiós
Dejo el teléfono en la mesita y se levanto, no tenia mucho que hacer ese día así que tal vez saldría y haría algo, no podía vivir toda la vida encerrado en ese departamento, lo primero que hizo fue bañarse y después prepararse para ese día, ropa cómoda para un paseo, se puso un anillo negro y tomo su cámara antes de salir. El camino que tomaba siempre era el mismo, edificios, una estación de tren en la que siempre veía a la misma niña castaña gritándole a una maquina expendedora y más adelante un café, al que iba casi todos los días pues en si le pertenecía a un amigo que conoció en la primaria. En cuanto entro fue recibido por una la única mesera del lugar.
—¡bienvenido, Ray! ¿que te doy?— la mesera se lo dijo con una sonrisa
—hola Meri— vio el menú que le estaban enseñando —un frappe de crema de coco
—¿para aquí o para llevar?— Ray señalo la puerta así que lo anoto —para llevar, bien, puedes sentarte en el sillón de allá mientras te lo preparan
Ray se fue a sentar, dejo su cámara a un lado de el y saco su teléfono, tenia algunos mensajes de su padre al parecer quería verlo para comer, ya tenia algo que hacer así que al menos no seria un día tan aburrido, la puerta se abrió y se escucho la voz de Meri.
—bienvenida, ¿que le doy?
—vine a recoger algo— era la voz de una niña, tal vez de unos 15 años
—bien, ¿a que era y a nombre?
—eran dos smothies, uno de fresa y uno de moras y unas galletas, están al nombre de Lao Bailey
—si gustas esperar un momento, ahora te lo traigo
Ray volteo a ver a la niña que estaba al lado de la puerta, el apellido Bailey se le hacia ciertamente familiar, vio bien a la niña notando que era la que siempre veía en la estación su cabello era corto y castaño al igual que sus ojos, su apariencia le recordaba un poco a un chico que había visto antes en la televisión. Su teléfono vibro así que dejo de mirar a la niña para ver que era, le había llegado una notificación de una cuenta que seguía, entro a ver y eran flores, la cuenta era de su amiga Emma, las flores que salían eran muy lindas blancas y rosas.
