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—Fundy, come por favor— casi le suplico a su pequeño, intentando darle otro bocado, más El niño se rehusaba a comer las verduras.

Wilbur se preguntó si lo estaba educando mal o de verdad había sacado su actitud berrinchuda.

—Anda. Si comes... te dejaré salir a jugar en la nieve con nuestro nuevo vecino— le intento convencer.

Supo que había acertado cuando los ojitos de su hijo se iluminaron por completo y comenzó a comer por su cuenta, bastante animado ahora.

El castaño soltó un suspiro lleno de pesadez, volteando hacia la ventana. El clima no estaba tan espantoso como hace varios días.

Ese tiempo había mantenido a Fundy encerrado en su habitación para que no se enfermara, y aquello tenía al niño bastante inquieto. Suponía que como aún era pequeño necesitaba salir a jugar y distraerse un poco, pero no podía arriesgarse a que le diera un resfriado.

—¡Papi, acabe!— exclamó el pelinaranja con felicidad, levantándose de la mesa para salir corriendo a su habitación.

Wilbur supo que iba por un abrigo y ahora tendría que cumplirle lo prometido.

El niño no tardo demasiado en bajar al primer piso de nuevo, levantando su manito para que su papá la tomara.

Wilbur no tuvo de otra mas que obedecer a los caprichos del pequeño, llevándolo hacia donde mas nieve había para que este pudiera jugar un rato.

Pero Fundy no parecía satisfecho con eso. Este miraba de vez en cuando la casa de a lado, casi amenazando con salir corriendo a tocar la puerta.

El castaño casi se cae cuando si sucedió. Sus reflejos no fueron suficientes para poder agarrar al niño con anticipación.

Cuando menos acordó, Fundy ya estaba toqueteando el timbre del vecino.

—¡Quackity, juguemos!— gritaba emocionado, golpeando con sus pequeñas manitos la puerta.

Wilbur actuó con rapidez, deteniendo las acciones de su hijo para que se estuviera tranquilo, rezando porque Quackity no hubiera escuchado tal escándalo.

Pero como si la mala suerte estuviera de su lado, el pelinegro abrió la puerta con calma.

Wilbur se perdió unos momentos en su sonrisa brillante.

—Hola, Fundy... ¿quieres jugar?

Quackity acarició sus cabellitos delicadamente.

—Estaba preparando galletas... pero si gustan esperarme, claro que podemos jugar un poco.

El castaño entonces le observó con más atención. Quackity traía puesto un mandil, algunos rastro de harina aún estaban en sus manos. El aroma de su casa era a pan.

Solo hubo una palabra que cruzo por su cabeza.

Hogareño.

—¡Quiero ayudar, quiero ayudar!— rogó el pelinaranja, alzando sus bracitos hacia el omega.

Quackity le pidió permiso con la mirada a su padre, y cuando Wilbur asintió, tomó al pequeño entre sus brazos, entrando junto a él a la casa.

Wilbur no dudó en seguirlos por la seguridad de su cría.

—Ciertamente no soy muy bueno cocinando, así que tengo la cocina algo... hecha desastre— murmuro avergonzado el pelinegro.

El castaño pudo confirmar sus palabras cuando vio el regadero de trastes y masa en toda la mesa.

Decir que no le causo gracia sería mentir.

—No eres de aquí ¿cierto?— preguntó Wilbur, sin saber si ayudarle a recoger todo el tiradero.

—No. Vengo de México.

—Entiendo.

Quackity sentó con cuidado a Fundy en una de las sillas, dejando que este jugueteara con la masa de las galletas después de haber lavado sus manitos.

—Yo tuve que aprender para alimentar a Fundy...— decidió retomar el tema Wilbur, decidiéndose por fin a acercarse y ayudar, recogiendo algunos platos innecesarios.

Quackity le observó con sorpresa. ¿Había logrado que le tuviera algo de confianza?

—Comprendo... ¿es difícil ser padre soltero?— cuestionó en un murmullo, terminando de aceitar los moldes.

El castaño parecía confundido. Incluso dolido. Como si hubiera dicho algo que no debía. Quizás así había sido.

—¿Cómo sabes que lo soy?

—Tu cachorro habla mucho... lamento si te molesto la pregunta.

—No es eso— aclaró de inmediato, volteando hacia su hijo. Este parecía bastante entretenido intentando meter la masa en los moldes.

Quackity pasó saliva.

—¿Exactamente que te dijo?

—Que quiere una mamá...

Wilbur suspiro, escuchando la sutil risa de su pequeño demonio, quien si les prestaba atención aunque no se notara.

El pelinegro tomó todos los moldes para colocarlos encima de la bandeja, metiéndola al horno.

—Está bien, no pasa nada. Fundy jamás conoció a su madre, pero tampoco la necesito. Ahora tampoco la necesita.

—Es un niño, Wilbur... su deseo va más allá de tu comprensión...

Wilbur pudo notar como aquellas palabras se sentían algo más personales.

Como si se hubiera sentido atacado.

Antes de que alguno de los dos pudiera decir algo más, el horno sonó, trayéndolos de vuelta a la realidad.

—¡Galletas!— gritó Fundy con emoción, dando brinquitos en su lugar.

El de mayor edad se frotó el rostro frustrado.

HOLAAA, CUANTO TIEMPO (la universidad me está matando)

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HOLAAA, CUANTO TIEMPO (la universidad me está matando)

feliz año nuevo gente bonita<3

siento mucha nostalgia pq el año pasado tmb los felicite por medio de un capituló 💔

qlindo, DISFRUTEN ESTE DÍA

este es mi regalo d año nuevo para todos ustedes, bwsos

Snowman [Quackbur]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora