Capítulo 1: Amor

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PRIMERA PARTE

—Vas a casarte con el príncipe de Silgaria —le dijeron a la joven Jisoo de trece años, cuando apenas estaba entendiendo su deber como mujer y única hija de la familia—, ya hicimos el arreglo.

La familia real buscaba una esposa para su hijo, y la familia de ella un futuro mejor; la instruyó toda su infancia y adolescencia para ser la esposa perfecta, para ser una futura reina perfecta. Una líder nata que el pueblo adorara; y desde entonces, Jisoo frecuentaba a las reuniones sociales con la familia real, salía a citas con el príncipe, hacía de todo para ser de su agrado, para que él gustara de ella y vivir ese romance de cuento de hadas que leía en libros. Se ponía los vestidos más bonitos y las joyas más hermosas, para que el príncipe sólo la pudiera mirar a ella y pensara que se veía hermosa. Mientras más se esforzaba, más él la ignoraba.

En cambio, el pueblo la adoraba, creían que la duquesa sería la esposa perfecta y una reina espectacular, que ayudaría al príncipe a ser un buen líder. Ambos perfectos para el trono y para darle un heredero a la corona. Asi que, cuando se enteraron que pronto se casarían, celebraron a lo grande, sonando tambores y trompetas por el pueblo, danzando hasta altas horas de la madrugada. Para los pueblerinos, Jisoo era luz y esperanza. Era delicada, respetuosa, humilde, y bondadosa, todo lo que una reina debe ser. Asi la criaron desde que tenía uso de razón, su madre siempre le repitió "este es tu destino, estar a su lado y acompañarlo".

Cuando logró que el príncipe Even se abriera a ella, pudo ver su corazón y descubrir ese lado que no muchas veces mostraba en público, esa parte vulnerable del futuro rey que procuraba ocultar por miedo a demostrar sus debilidades, pero Jisoo lo vio, conoció algo que él mismo decidió mostrarle esa noche de agosto, bajo las estrellas iluminando el cielo y la resplandeciente luna alumbrando el castillo; y mientras todos festejaban el día de la independencia de Silgaria y lanzaban fuegos artificiales al cielo nocturno, Jisoo y Even se escaparon de la fiesta organizada por los reyes y fueron a un recóndito lugar escondido de todos. Las damas bailaban, las parejas disfrutaban el banquete, el rey y la reina gozaban de su fiesta desde los tronos; mientras que aquellos dos adolescentes de quince y dieciséis años se besaban por primera vez, sin la vista critica de nadie, sin los murmullos y la música, sin el ruido y los comentarios, sólo un leve impulso que hizo que el corazón de la futura reina se acelerara y supiera en ese mismo instante que estaba enamorada de su primer amor.

Para ella, Even era perfecto, desde su sonrisa hasta su forma de hablar, su confianza y sabiduría. Muchas personas pensaban que al ella ser tan joven no sabría lo que es el amor y que lo que tenía es una idea bastante errada de la misma, pero Jisoo supo por el aleteo en su estómago y su corazón acelerado cada vez que lo veía, que estaba completamente enamorada de ese chico.

Estaba convencida que quería ser perfecta para su futuro esposo, entonces se esmeró para leer sobre muchos temas, aprender sobre política y varios idiomas, así se veía más interesante a su lado cuando hablaran y podría aportar sus conocimientos en las decisiones del reino.

El 12 de agosto de ese año Even ingresó al servicio militar a la edad de dieciocho años para comenzar su formación, mientras que la duquesa terminaba sus estudios y se decidía ingresar a una carrera en relaciones publicas internacionales.

Las noticias hablaban de los esfuerzos de ella por mejorar cada día, de sus atuendos elegantes y sus peinados a la moda, saliendo en las portadas de revistas cada vez que salía a la calle o se presentaba a algún evento. La revista Silgari Journal la apodó como un icono de la nueva generación, y en la misma medida la familia de Jisoo veía su reputación crecer, posicionándose entre las familias aristocráticas mejor pagadas.

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