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Pasaron los días y, para su sorpresa, los dos chicos de la fiesta comenzaron a visitarlas con frecuencia. Eran dos chicos encantadores y divertidos, que rápidamente se ganaron el afecto de Amaya y Luna.

Los chicos, que se llamaban Greg y Connor, también parecían disfrutar de su compañía. Juntos, pasaban tardes enteras riendo y compartiendo historias en la sala de estar. Los chicos se sentían como en casa y parecían estar disfrutando de la buena energía que reinaba en el lugar.

Amaya y Luna, por su parte, estaban emocionadas con la presencia de los chicos. Su amistad se fue fortaleciendo cada vez más, y no tardaron en considerarlos como parte de su pequeña familia. Juntos, formaban un grupo inseparable, lleno de risas y aventuras.

Sin embargo, la vida de los chicos era completamente diferente a la de Amaya y Luna. Los chicos provenían de una ciudad cercana y estaban acostumbrados a una rutina diaria. Aunque disfrutaban de la libertad que encontraron en la casa de las chicas, sabían que tarde o temprano tendrían que regresar a su hogar.

Pasaron semanas divertidas y llenas de risas. Pero llegó el momento en que Greg y Connor decidieron que debían volver a su cuidad. Aunque Amaya y Luna estaban tristes por su partida, entendieron que era lo mejor para ellos. Se despidieron con lágrimas en los ojos y prometieron mantener contacto.

A pesar de su partida, la amistad entre Amaya y Luna y los chicos continuó. A menudo, los chicos volvían a visitar a sus amigas en la casa, trayendo consigo una energía fresca y alegre.

Aquella fiesta en la discoteca no solo les había dado una noche inolvidable, sino también una amistad especial. Amaya y Luna agradecieron a la vida por haberles presentado a Greg y Connor. los divertidos y adorables chivos que habían dejado una huella imborrable en sus corazones.

Continuará...

Un millón de recuerdos [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora