CAPITULO 1. "DIFERENTE"

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Desperté. Solo escuchaba la lluvia caer en el tejado mientras la oscuridad de mi habitación era interrumpida por la luz de un reloj en mi escritorio. Todavía me quedaban un par de horas para tener que levantarme como de costumbre. Pero, no sé por qué razón, el sueño se me había desvanecido y preferí quedarme con los ojos abiertos y mirar hacia el tejado.

Me entusiasmaba que ya no tendría que ir a clases, porque yacía 3 meses atrás había terminado el colegio. Sonreí al recordar que ya no tendría que ver más a mis compañeros de clases pasearse de un lado al otro y exponer a la vista de todos las emociones y desenfrenos estúpidos que trae la pubertad. No me esperaba nada más que un día común, como los todos los otros.

Luego, fui cerrando los ojos firmemente y sin siquiera darme cuenta, el tiempo pasó como un rayo y la alarma ya estaba haciendo ese terrible sonido intermitente que tanto odio. Era hora de levantarse.

Puse mis pies en el suelo frío y caminé hacia el cuarto de baño. Lavé mi cara y como estaba todavía medio dormido, decidí darme una ducha. Esperé un momento a que el agua se calentara y luego entré a la ducha sintiendo como el agua me mojaba rápidamente. Cerré los ojos y me concentre en las gotas que caían en mi cabeza, eso era verdaderamente muy relajante. Al terminar de ducharme, me puse una remera y unos pantalones cortos con unas zapatillas y bajé a comer algo.

Después de la ducha se me había abierto el apetito. En la cocina estaba mamá. La abrace y le di un beso de buenos días, a lo que ella respondió diciéndome que había echo mi desayuno favorito, hot cakes. Grité emocionado antes de sentarme a la mesa a esperar mi desayuno e inmediatamente ella se volvió con un plato de hot cakes con miel.Comencé a comer y ella se sentó a mi lado a mirarme, lo que me incomodó pero preferí no prestarle atención. Acarició mi cabello y bajó hacia mi rostro y me preguntó: -¿te sentirás bien en ese instituto? Puedes quedarte en casa si lo deseas e ir cuando te sientas preparado-. Dejé de comer para mirarla firmemente. Le sonreí y le dije que no tenia de qué preocuparse, que estaría bien. Le hice entender que seria como en el colegio, no habría cambio alguno. Ella me sonrió y me dijo: -tal vez tu padre deje que compartas con más chicos de tu edad, aunque sé que te pondrá algunas condiciones, pero recuerda que lo hace para protegerte hijo-. Bajé la mirada con rostro serio y frío y le dije: -mamá, se que el lo hace para protegerme, pero él tiene que entender que puedo controlarme, que no va a pasar nada malo. De todos modos, no necesito amigos y mucho menos de ese instituto-. Ella se sorprendió un poco con mi respuesta (o más bien pude notarla algo triste). Le acaricié el rostro y le dije: -mamá, entiendo que quieras hacer lo posible porque yo me sienta como un chico normal, pero esa no es mi vida-. En ese momento tuve una sensación extraña dentro de mí. Me levante y le dije que todo iba a estar bien y subí nuevamente a mi habitación.

Comencé a sentirme mejor al entrar allí. Cerré la puerta detrás de mí y comencé a subir las cortinas oscuras de una ventana de mi habitación para ver hacia fuera, hacia el mundo del cual mis padres me habían alejado. Comencé a recordar cómo era mi vida de colegio. Llegaba al colegio en la extravagante camioneta de mi padre. Todos me miraban bajarme, pero nadie se atrevía a acercarse. Yo había dado motivos para que eso pasara, ya que mi cara era seria al bajarme del auto y al entrar al salón me sentaba lo más alejado posible de los demás. Al terminar las horas de clase, era el primero en salir, casi sin ser visto. Por eso no mantenía relaciones sociales con nadie. Sin embargo, conocía los pensamientos de todos. Es extraño, pero ser diferente tiene sus ventajas.

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