La verdadera cara de la realeza y la traición

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[I]

Un vago recuerdo llegó a mí mientras dormía: estaba en aquel jardín acostado, mirando al cielo y detallando las formas que hacían las nubes. La paz que sentía en ese momento era inexplicable. Ese bello recuerdo fue prontamente interrumpido por una dulce voz que me llamaba para ir a cenar. Aquella voz me hipnotizaba con cada palabra que salía de su boca. Lamentablemente, no lograba ver su cara, pero parecía ser alguien muy hermoso; podía sentirlo con solo escuchar su melódica forma de hablar. Era como escuchar platicar a un ángel. No saben lo bien que me sentía al escucharla; la tranquilidad invadía mi cuerpo. Así que dejé de pensar y solo me acerqué a ese ser. La tomé de la mano y nos adentramos al castillo, donde el panorama cambió completamente. Veía retratos en los que se notaba la presencia de una mujer a la cual no se le veía la cara y unos infantes. En una de estas fotos se distinguían a tres niños a los que pude reconocer: eran mis hermanos y yo. Mientras más nos adentrábamos al castillo, veía varios lugares donde solía compartir con mis hermanos, o bueno, lo poco que recuerdo de eso. En cada una de las habitaciones había personas diferentes, entre empleados e invitados del rey junto a sus hijos. Sin embargo, una de las habitaciones que más llamó mi atención fue el salón donde se hacían las reuniones importantes. Me dio curiosidad entrar, pero aquella mujer me jaló del brazo para que yo no pudiera ver qué había allí.

-Este no es un lugar para ti, Dereck. Vámonos -dijo ella en un tono arisco, comenzando a caminar con más rapidez y dejándome desconcertado, con la única opción de ir con ella y obedecer. Todo se sentía tan real en ese momento que no lograba creérmelo, tanto así que hasta llegué a preguntarme: ¿esto es real? Estaba consciente mientras todo esto pasaba, pero aun así me sentía peculiar. Era como si se tratara de una pista, como si cada cosa tratara de decirme algo, a lo que no le di importancia. Era un sueño, nada más.

Seguí a la mujer hasta la puerta de aquel luminoso castillo. Me empujó a la salida de este y no volví a verla; era como si la tierra se la hubiera tragado. Al cabo de unos minutos, vi cómo el castillo era consumido por el fuego y todo se caía a pedazos, volviéndose polvo a mis pies. No pude evitar llorar y caer al suelo, me encontraba atónito ante esta situación, no comprendía cómo esto llegó a suceder. Sentía impotencia en todo mi ser, mi mente se encontraba en blanco y ahí fue cuando todo se oscureció.

[II]

Desperté bañado en sudor y lágrimas; había llorado durante mi sueño. Mi nana, a la cual tengo desde muy pequeño, llamada Sofía, ha sido mi compañera de aventuras. Estuvo conmigo todos los días desde que nací. En ella he visto un gran apoyo. Además, su acento es algo chistoso, me da un poco de risa al escucharla hablar. Ella trata de enseñar su idioma, pero aún se me dificulta mucho hablarlo.

-Buenos días, joven Dereck.

-Buenos días, Sofía. ¿Cómo amanece usted hoy?

Decidí levantarme rápidamente de mi cama para ir a ducharme, pues tendría un día muy ajetreado con eso de mis lecciones. Había cambiado de tutores regulares a tutores más avanzados por mandato de mis abuelos, quienes me habían criado a mí y a mis hermanos después de la muerte de mis progenitores. Ellos volvieron al trono como rey y reina de Dreamquest. En cuanto respecta a mis hermanos y a mí, nuestro hermano mayor, Marco, subirá al trono en unos meses. La verdad, espero con ansias ese día; ver a mi hermano favorito en el trono es lo mejor que me podría pasar.

-Niño Dereck, no olvide que hoy a las tres de la tarde tienes una cena con el rey y la reina, además de con tus hermanos. Por favor, no llegues tarde. Es muy importante, el rey y la reina se enojarán si usted llega tarde -dijo Sofía con un tono intranquilo, al igual que su lenguaje corporal, algo que a mí me comenzaba a poner ansioso. Moví levemente la cabeza y me metí en la tina para que los sirvientes comenzaran a bañarme. Me sacaron de la tina y ayudaron a alistarme.