Parte 3 Sebastián

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Muy a lo lejos a donde ellos acampaban había una vieja y enorme casa, con aspecto abandonado y misterioso. Allí vivía Sebastián, un joven chico de 30 años de edad, alto y morocho, de quién en el pueblo se decía de que era un loco desquiciado escapado de un internado de salud mental. Aunque también hay que mencionar que se decía todo lo contrario, que era un buen muchacho, encantador con su preciosa sonrisa y su mirada picarona.

Sebastián estaba buscando la apacible voz. Se acercaba, caminando lentamente, impresionado, a través del bosque oscuro y denso, pero que cada vez que se aproximaba más hacia ella, parecía que el mundo, la luz y su sonrisa crecían y se expandían por todos lados. La vio desde lejos, ella estaba de espalda. El latido de su corazón parecía que se escuchaba en todo el bosque, y que las montañas resonaban esa musiquita rara del amor. Cuando se acercó completamente a ella, él parecía embalsamado, estático, estancado, obstruido por esa bella mujer que cantaba su estribillo sin parar con una voz muy delicada como la primavera cordobesa. Parecía todo perfecto:

"Hay amor,

no te vayas de aquí,

por que sin ti... el mar se seca,

porque sin ti... el desierto se inundará de agua y será todo un caos,

Las calles se vuelven vacías y el amor se vuelve otoño.

Es que sin ti... todo cambia a mal,

todo cambia a mal."

El canto del vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora