Parte 2: La flama eterna

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Esta vez duró dos días mi recorrido, conocía el bosque y viví para recordarlo, en el viaje empecé a notar cambios en mi cuerpo, mi musculatura aumentó un poco y mi cuerpo se bronceaba ligeramente, no era consciente de mi cambio, solo era consciente de lo pesado que me estaba volviendo con respecto a mi antiguo peso de unos 62 Kg, habré aumentado unos 10 o incluso 15 kilos mientras recorría el oscuro y asqueroso lugar que para mí, si no era mi tumba, sería mi merecido trono, consumido por la furia solo podía apretar mis puños, era una sensación extraña, yo no era el mismo, ya que yo nunca fui así de impulsivo, es como si mi cuerpo pasará por una metamorfosis física e incluso psicológica mientras enfrentaba mi destino, esa sensación de ira que nublaba mi juicio... ¿Quizá estaba haciéndolo mal? Nuestro pueblo no nació para la guerra, nació para poder proteger y estaba perdiendo la batalla, estaba tambaleando entre un hilo de odio y de justicia, fue entonces cuando me senté en el suelo y pensé si lo que hacía, lo hacía para proteger... O para destruir, fue entonces cuando mire mis manos y mis vista volvió a la antigua, no era yo, fue aquella bestia que poco a poco me estaba cambiando a alguien más agresivo, quería que cediera ante el poder, pero yo nunca busque el poder... Yo nunca busque destruir, fue entonces cuando volví a mi consciencia y tire aquella daga que mi padre me regaló, mis venas se estaban transformando en unas como de la bestia, blancas y luminosas, fue entonces cuando entendí que la bestia no robo nuestra luz, si no que ella no supo cómo contenerla, así es... No era una bestia, tampoco sabía quien era, pero si podía ser salvada el lo intentaría, en ese momento sentí que el poder corría dentro de mi, transformando mi piel en un bronceado claro, absorbiendo así aquella luz que la bestia no pudo absorber al estar cegada por el poder.

Corriendo entre el frío entorno, pero sin sufrir su gélido efecto, sentía como en mi cabeza aquella luz que absorbi se transformaba poco a poco en una llama ardiente de color naranja con amarillo, por supuesto que me sentí asustado al primer momento, pero no era un tonto, esa llama no pudo haber salido de la nada y después de notar el cambio, me di cuenta que no era un fuego común, no me producía dolor y no pude extinguirlo, está era la prueba de que no era el mismo, yo era la esperanza de mi pueblo, yo era el nacido para proteger a este mundo, Peterson el hijo del fuego.

Mi viaje había llegado a su fin, frente a frente en el punto donde todos mis compañeros habían muerto, el calor era intenso, pero mi ira se había cambiado por una sed de combate que solo mis puños y mi pecho podian describir, estaba ahí parado, cuando escucho una vez más aquel rugido lleno de crueldad, que le helaria la sangre a cualquiera que esté cerca, sabría que estaría muerto, jamás olvidaría aquel momento, pero ya no sentía frío, ya no sentía miedo y al verle frente a frente mientras se asomaba en la penumbra, no me generaba más que una sensación de gusto a diferencia de la última vez que me la cruce.... La bestia me mira y se abalanza sobre mi, yo respondo, como si de dos osos peleando se tratase, algo controlaba mi cuerpo, era la fuerza, era la llama eterna que jamás se extinguía pero que nunca fue destinada a destruir, si no a defender... Con esa misma fuerza de voluntad que corría por mis venas, recibía cada mordisco, mordiscos que no lograban penetrar mi piel ya que al parecer la bestia al penetrar mi piel se quemaba antes de arrancarla, lo que me estaba dando ventaja contra esta, ya no necesitaba más pruebas de que no era el mismo Peterson, por lo que solamente deje que mi cuerpo se dejará llevar por el combate, conectando un fuerte golpe al corazón dorado de la bestia mientras iluminaba con el impacto, la bestia retrocedía, estaba más asustada ahora, pero sin embargo era feroz y no se iba a dejar tan facil de mi, por lo que está seguía intentando arremeter contra mi, todos aquellos que murieron en sus manos y sus almas, pasaron de convertirse en venganza a una fuerza que acabaría con todo el mal de aquella bestia que los amenazó por siglos, su propio hambre de poder... El que también convirtió a aquel hombre, dando un último golpe, rompiendo el corazón del monstruo y finalmente acabando con la batalla, no me sentí bien al hacerlo.

La cosa era un hombre, cuya sangre se había transformado en la luz que nos había quitado a todos, era el primer líder de la tribu, todavía quedaba por delante el misterio de resolver a ciencia cierta si era una clase de maldición o una bendición, no tenía que descubrirlo, aquello no era ninguna de las dos, era el poder del líder que se toma o se destruye, entonces vi mis manos mi piel de un color bronce y ardiente aura, que realmente era de quién lo aprovechaba para proteger, no para destruir, tenía que descubrir más acerca del poder de las llamas, cosas que nunca me habían contado, quien era el primer líder del pueblo, aquel que recuerdo solamente por libros de historia, sonaba como un héroe para nosotros... ¿Que hizo para hacernos caer en el abismo a todos? Sabía una cosa, ya no existía ese horror viviendo entre las montañas, así que decidí enterrarlo ahí mismo mientras veía como su luz se elevaba por los cielos y mucha de ella se impregnaba en mi, logré recibirla, pero claro, yo no buscaba el poder como el, decidiendo regresar a la tierra de las llamas con mi nuevo cargo encima, fue entonces que viendo a todos, los cuales regresaban asombrados la mirada a mi, no me distinguían, sin haberme dado cuenta la máscara de herrería que llevaba puesto se había fundido en la parte trasera de mi cabeza envuelta en llamas, dejándome sin un rostro para siempre, sin embargo los pueblerinos se acercaron lentamente mientras yo me derrumbaba en el suelo intentando quitarmela, llegando al socorro para poder tranquilizarme, todos sabían quien era y como seria recordado, no necesitaba un rostro, era más que aquel niño débil que huyó por cobardía, el protector del pueblo y el corazón de oro, Peterson.

KNT ORIGENES: PETERSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora