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-Carajo...

Fueron las primeras palabras que salieron de aquel chico de tez blanca, ojos color miel y un cabello castaño que todas las chicas admiraban de él.

Leo, no era alguien tan mal reconocido en la secundaria.
Pero en la preparatoria, todo dio un giro inesperado para su vida y su estatus social.

-¿Por qué simplemente no puedo ir a otra escuela?... Yo nunca pedí esa escuela, madre. -decía el chico más que enojado y un poco frustrado al ver los resultados de su exámen de admisión.

-¿Acaso quieres ser un vago en una escuela donde solo existe el libertinaje?-decía la madre con total serenidad.

Leo asintió con una mirada de odio en sus ojos y arrepentimiento a la vez.

Para ojos de los demás, haberse quedado en alguna opción de el exámen de admisión más esperado por jóvenes que seguirían estudiando, era la mejor maravilla del mundo.

Para Leonardo definitivamente no.

A el no le costó nada ese exámen, el era de los más destacados e intelectuales en la secundaria.

El problema no estaba principalmente en que el nunca estuvo de acuerdo en que su madre eligiera sus opciones de escuelas preparatorias... El problema estaba en que su madre siempre quería decidir por él.

Todo.

Leo veía todo de una manera diferente, a su manera y toque especial que sólo era de él.

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Tan solo bastaron algunos meses para que por fin el "anhelado" día de entrar a la preparatoria comenzará.

Sería un gran infierno para un chico que viene de una familia adinerada que le cumple todos los caprichos y necesidades no tan básicas de un adolescente como él. No estaría más con sus antiguos compañeros de la secundaria, nisiquiera el ambiente sería igual a eso ahora estando en la preparatoria.

Él, siendo tan clasista y racista, simplemente sufriría en una escuela pública...

La inscripción estaba lista, el semestre pagado por adelantado.

Eso sí, sus padres siempre estaban al pendiente en gastos escolares y personales, por obvias razones, tener cubierto todas estas cosas para el "bien académico" de Leo, eran una prioridad principal.

Simplemente era tan agradecido y a la vez una persona demasiado egoísta con los demás.

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-¿Disculpa?...

Resonó esa voz a lo largo del pasillo vacío en el que Leo se encontraba.

-¿Qué necesitas?. -respondió el castaño cansado de estar en ese lugar.

-Wow, no hay necesidad de ser groseros... -la chica tan tímida y tan linda, fue lo único que pudo responder en su defensa-. Pues no estaban enterados de lo que pasarían estos dos de ahora en adelante por tres malditos años de preparatoria, juntos.

-Si lo que sea.

Leonardo podía ser tan amable y tan mierda a la vez que en esta situación no le importaba nada más que encontrar su salón, llegaba tarde, y en el primer día.

Ambos se alejaron notando la tensión incomoda que se generó gracias a la agresiva respuesta del blanco y tomaron caminos opuestos del largo pasillo en el que se encontraban.

Leo, desesperado, pensó en tal vez escaparse de esa escuela y que nadie lo viera.
Pensaba tan estúpidamente mal, pues en esa escuela la seguridad era tan grande que había cámaras de seguridad hasta donde no te podrías imaginar.

Era algo que se notaba a simple vista en esa escuela.

Volvieron a chocar esas miradas...

De nuevo esa chica de ojos castaños, piel tan perfecta, pelo largo y liso.

También era de nuevo ingreso y hacia lo mismo que Leonardo, buscar su salón.

Tocó el timbre como señal de que las primeras clases estaban a punto de laborar, justo a las siete en punto de la mañana.

Ambos se pudieron haber insultado con la mirada, decirse mil cosas, la primera impresión siempre es la más importante.

Leonardo no le tomaba la más mínima importancia a estas cosas, era tan grosero en varias ocasiones que tal vez por eso sus relaciones anteriores no funcionaron a la perfección.

Pero... ¿Era grosero en la ocasión?.

¿O solamente con la gran mayoría de chicas que ha conocido?.

Era curioso, siempre fue el chico más atractivo de toda la secundaria, podría parecer el típico cliché de escuelas secundarias.

Pero él no era así.

Era jodidamente tan clasista, narcisista y tan "raro" que aún así eso no era un impedimento para que fuera el más guapo de la escuela.

Quería llegar a demostrar esa autoridad, esa "autoridad de blancos" que el hacia llamar.

Le daba repulsión pensar que en cuanto encontrara su salón de clases, viera las personas que se encontraría.

Todo eso estaba en su cabeza mientras sonreía victorioso para el mismo luego de encontrar el salón de clases.

-¿Primero tres?... -dijo tocando la puerta abierta del salón-

-Adelante, solo faltas tú quiero creer. -se escucho en ese salón la voz carrasposa de un profesor tan seco de ambiente-. Todos estaban callados, algunos empezando a socializar pero algunos más que otros. Más que nada podría ser ver nuevas caras, funciona así.

Para Leo no.

Tomó asiento en alguna butaca cerca de la puerta, aún así por más pesimista que fuera en su primer día de clases, no dejaría que nadie más fuera mejor que él.

Solo quería ser el y nadie más.

-Ehh... ¿Primero tres?... -se escuchó salir de la boca de una chica, esa chica-

El profesor no dirigió la mirada a la puerta donde se encontraba la chica, hizo señal de que podia pasar sin demostrar interés alguno en eso.

Ser maestro era dificil hoy en día.

Esa chica que no sabría que tendría que ver algo más en su vida de ahora en adelante, era hermosa, sí.

Pero habia algo, algo que a Leonardo no le gustaba.

-Muchas gracias... Y perdón por interrumpir.

-Solo toma un asiento y listo, niña. -Se atrevió a decir mientras todos los individuos  de ese salón de clases, cuchicheaban, sin quitarle la mirada a Leo.

-¿Disculpa?... -Dijo la chica con total seriedad-

-Que tomes un asiento y ya. ¿Tan difícil es eso?.

-Perdóname pero aquí nadie como tú me viene a decir lo que tengo que hacer bien. Solo vengo a estudiar como todos los demás que nos encontramos ahora mismo en este salón ¿Si?.
Y si no te parece, no se cual es tu necesidad de estar fastidiando a las personas en el primer día de clases.

-Wow... Si que eres cagapalos. -Se atrevió a decir después de todo el argumento que le dio la chica, soltando una ligera risa-.

-Lo que digas... -se refirió directamente al castaño de manera pacífica-.

Leonardo empezó a ver las cosas de una manera diferente desde que salió de la secundaria, era el único lugar donde se sentía feliz.

Ahora, siendo obligado a estudiar en esa escuela, su vida sería una "miseria".

Todos estos tres años serían una miseria.



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