⁜Prólogo⁜ (+18)

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Dentro de una habitación con estilo clásico japonés, se llevaba a cabo un encuentro caliente, erótico y bastante comprometedor, donde los gemidos representaban el eco principal de un amorío poco común, podía representar todo y nada a la vez: desde el deseo hasta la necesidad, todo lo que quisieran que fuera menos amor, o eso creía la pareja. Las manos del menor recorrían el pecho de su amante, ambos con la respiración pesada y con leves gemidos que soltaban por la inercia del momento.

- Tanjiro... - sonaba una voz grave pero seductora mientras mordisqueaba la oreja del menor, era la voz de un hombre mayor, con cuerpo tonificado y de carácter fuerte quien se encontraba encima de él, brindándole besos, lamidas y caricias como una fiera en celo.

Para Tanjiro, ese momento solo era placer, no estaba relacionado con amor, era un momento que debía darse a causa de un trato y ya, aunque el joven sea el ser más positivo, tierno y comprensivo del mundo, sabía que el hombre no lo amaba, ni lo llegaría a amar, así que solo debía dejarse llevar por todas las sensaciones. De vez en cuando correspondía los besos de Shinjuro para encender más al mayor, conocía sus puntos débiles y aquellos que podrían domarlo si él quisiera, pero prefería que el otro fuera el que dominara la situación; mientras besaba su cuello, el mayor acariciaba con una de sus manos toda la pierna del menor, amaba sentir esos suaves muslos y de vez en cuando pasar su mano cerca de la hombría del Kamado, tratando de excitarlo, para luego poder acariciarlo debidamente, pasando su mano de arriba hacia abajo de su miembro.

- ¿Te gusta? - preguntaba el mayor mientras aumentaba la velocidad de aquella caricia mientras recibía como respuestas suspiros de placer de su pareja - ¿Umm? ¿Acaso no vas a responder? - su sonrisa picaresca resaltaba el dominio que tenía hacia el contrario - Bueno, lo tomaré como un no, es decir, que no habrá dinero esta semana - ante aquel comentario, Tanjiro lo miraba fijamente con una pequeña risa que era interrumpida por los leves gemidos

- ¿Ah...si..? - trataba de articular con una mirada desafiante al hombre mayor

- Ruégame - era esa clase de juegos los que disfrutaba Shinjuro, un juego donde él ponía las reglas y dominaba cada movimiento, le causaba cierta diversión aunque el trasfondo de ello podría ser realmente sorprendente

- Maldito... fetiche el tuyo - respondía Kamado entre suspiros al sentir aquella mano complaciéndolo. No le molestaba el fetiche del mayor, pero alguien debía jugar con él, así que disfrutaba provocarlo, era eso o no tener nada para la quincena siguiente

- No veo que hagas algo para zafarte de este fetiche - aquella mirada, esa mirada que encantaba al Kamado, demostraba ser dominante, fuerte y erótico, sin saber por qué, eso le gustaba a Tanjiro - ¿Quieres que te lo meta? - su mano ya estaba lubricada por los líquidos del otro, sabía que estaba lo suficientemente excitado, además, Shinjuro podía sentir su miembro apretado en su ropa interior, húmedo de ver la cara de su pareja gemir de placer - Ruégame

- Métemela, Shinjuro - la voz de Kamado sonaba a una súplica, aunque claro, había hecho lo posible para que sonara seductora, su cuerpo desnudo requería la atención del mayor quien sin dudarlo sonrió satisfecho de ello.

El mayor quitó el resto de ropa restante para sentarse en la cama, invitando con un dedo al menor a que se acercara, quien obedientemente gateó unos centímetros a su amante inclinándose para besar sus labios y dejar una mordida con fuerza en su labio inferior. Shinjuro ante eso jaló a Tanjiro hacia él para que se sentara en su miembro, el menor quien conocía el cuerpo del otro, tomó el miembro contrario para sostenerlo mientras se sentaba bruscamente en él, soltando un gemido agudo para provocar al mayor.

- ¿Te gusta sentirlo dentro de ti? - gruñía el mayor mientras le daba una nalgada que sonó por toda la habitación, tomando el mentón del menor para obligar que lo mirara, sus ojos demostraban superioridad, cosa que le atraía al otro - ¿No piensas complacer a tu sugar daddy, Tanjiro?

Aquello recordaba el por qué estaban ahí. Tanjiro al escuchar eso empezó a moverse bruscamente sintiendo las estocadas profundas que el otro le otorgaba, ambos gimiendo de placer y mirándose mutuamente, todo aquello duró un largo rato hasta que Kamado abrazó al mayor, tomando con fuerza su espalda mientras le daba pequeños arañazos, en señal de que estaba a punto de culminar su labor

- Más, Shinjuro, más - suplicaba, cosa que encantaba al mayor quien sonreía ante eso y colocaba una de sus manos en el cuello de su amante para apretarlo

- Mierda... - murmuró el mayor quien ya se había venido dentro de Tanjiro quien al sentir aquel líquido sintió como el orgasmo llegaba a él, manchando el vientre del mayor, y conociendo sus manías, tomó con su mano parte de ese líquido para lamerlo frente a él mientras gemía levemente - buen chico - suspiraba pesadamente mientras acariciaba los cabellos de Kamado.

Aquel acto se había vuelto toda una rutina, una rutina que no era muy agradable para los sentimientos de Tanjiro. Cada vez que terminaban de hacerlo y Shinjuro se quedaba dormido abrazando a Tanjiro, el joven miraba al techo fijamente pensando si algún día podría vivir el típico romance juvenil, no le molestaba aquello que tenía con el Rengoku, pero era consciente que él no lo amaba, solo era un jodido trato, aunque debía admitir que dormir sobre el pecho del mayor era lindo, aunque eso significara hacerlo a escondidas en las tardes mientras su hijo estaba en la escuela, lamentaba demasiado esa situación, sabía que el pequeño no tenía la culpa de que su madre haya muerto y menos que ahora su padre tenga un amante mucho menor que él para poder desahogar sus instintos carnales.

Una de las ventajas en dormir en el pecho del mayor era que al quedarse profundamente dormido, Tanjiro podía irse del lugar pasando desapercibido, lo difícil era buscar su ropa dispersa en el suelo, pero antes de irse siempre depositaba un beso en la frente del mayor, tal vez era una costumbre extraña o parte de los tantos fetiches de ambos, pero a pesar de todo, estaba agradecido por el dinero que le daba quincenalmente.

Ya hacía meses que tenía aquel juego con Shinjuro, quien a pesar de ser brusco en la cama, era un verdadero caballero a su manera, se preguntaba cómo pudo haber sido estando casado, tal vez, era el típico esposo dulce, amoroso, pícaro pero de buen corazón. Igual, ¿qué más le daba a Kamado?, no era de su incumbencia, solo debía complacerlo y listo. Antes de irse observó al mayor que dormía a gusto, preguntándose...


¿Acaso su sugar daddy era capaz de amar a alguien?





Nota de autora:  ¡Regresé, amores míos! Me alegra muchísimo subir una nueva historia con una temática muy contraria a la acostumbrada, créanme que pensé mucho sobre subir esta historia o no porque aja... ya se imaginaran jaja pero bueno, aquí esta para ustedes. 

¡Muchísimas gracias por leer, los amo!


PD: ...y sobre la historia "...con amor, Rengoku ♡"  ¡Ya se encuentra en proceso!

Oh, daddy!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora