Nobara e Itadori corrieron por pasto que apenas volvía a crecer por el pasado invierno. Tras tantas horas de viaje ni siquiera Megumi podría culparlos de disfrutar del monte fresco, sin embargo, estando en un lugar tan desolado el ruido que hacía ese peculiar duo parecía el doble o quizás el triple de insoportable para el Fushiguro
-¿Podrían ustedes dos comportarse? Estamos en una misión. -regañó el pelinegro. El tic que ya había tenido desde que Itadori y Nobara se dieron cuenta que habían restos de nieve para poder jugar se incrementó cuando vio que el profesor Gojo se unió.
Tú permanecías en silencio. Había un aura extraña. ¿Nostalgia? No, era algo más. Algo profundo y que te consumía.
Miraste el lugar, estaba desolado, claramente. Pero podías ver restos de madera, quizás de un muy antiguo pueblo. Te acercaste y agachaste para inspeccionar mejor, y entre esa madera había una figura peculiar.
Un dibujo de un ser con cuatro ojos. Un recuerdo cruzó tu mente. Algo que pensabas que no habías vivido, pero estaba claro en tu mente.
Te arrastrabas por el suelo. Todo tu cuerpo dolía. Sabías que eran por los golpes de tu marido. ¿Cómo sabías eso? Intentabas explorar tu mente para poder hallar como llegaste a esa conclusión, pero el conocimiento se encontraba en blanco, bloqueado, como si aun no estuviese listo para exhibirse en su hogar; tu mente.
El dolor pasó hace mil años y aun así lo recordabas. El moretón en tu ojo izquierdo, el golpe en el estomago, el dolor interno de los muslos.
Caminaste hacía un bosque conocido y ahí caíste, justo delante de un niño que te miraba desde arriba, su rostro parecía decepcionado pero podías sentir tristeza en el fondo. Su cabello rosa y su mirada te hizo creer por un segundo que era Yuuji Itadori.
-Te dije que te quedaras conmigo hoy... -susurró el niño con desprecio.
-Estoy casada. -salió de tus labios sin que pudieses controlarlo-, y tú eres un niño...
Esa simple declaración hizo sonreír al niño delante, de una forma retorcida. Junto con eso podías sentir una gran energía maldita creciendo en él.
-Voy a matarlo... -Querías gritar que se detuviera, pero la mujer que se suponía que eras tú solo bajó la cabeza y asintió en aprobación.
¿Qué estaba pasando?
Oíste el grito del hombre que sabías que era tu esposo. Todo terminó en segundos. El niño caminó hacía ti y te tiró un brazo, el brazo que hacía tan solo unos minutos te había dejado en ese estado tan deplorable.
-¿Vas a cocinarlo?
Para tu horror, asentiste, intentando pararte. El niño te ayudó, gemiste en el proceso por el dolor que aun persistía en ti.
-Duele... -susurraste.
-Dejara de doler -prometió-, haré que deje de doler.
Y se quedó a oscuras nuevamente.
-¡Despierta! -Nobara chasqueó los dedos delante de ti. Estabas en el pasto frío mientras que el lobo negro de Megumi era tu almohada.
-¿Que pasó?
-Te desmayaste. -respondió Megumi. Buscaste a Gojo con la mirada, preguntandote si podría darte una explicación, pero en el fondo sabías la respuesta.
Y volviste a ver al niño.
O eso creíste, pero era Itadori quien te miraba con preocupación.
-¿Estás bien....?
-Itadori -Lo miraste seriamente y te armaste con valor-, quiero hablar con Sukuna, ahora mismo.
Nobara arqueó una ceja y Megumi se sorprendió, pero Itadori solo se extrañó por la petición.
-Sé que lo que sea que Sukuna vea en ti es inquietante -habló Fushiguro con autoridad-, pero no puedes tomarlo así a la ligera, ¿a no ser que tengas algo que contarnos?
-Antes de desmayarme, vi un rostro de cuatro ojos tallado en la madera -empezaste-, después tuve un sueño muy raro con este lugar. Parecían otros tiempos, no estoy segura.
Miraste a Itadori quien, al igual que los demás, estaba atento a tu historia.
-Había un niño ahí. Pensé que era alguien más, pero creo que era Sukuna...
-¿No fue solo un sueño? -preguntó Nobara
-Sí, concuerdo con Kugisaki -respondió Yuuji-, yo tengo sueños raros todo el tiempo.
-Quizás no sea un sueño -Megumi se atrevió a hablar-, Gojo dijo que naciste aquí, ¿no es así? -Asentiste.
-Bueno, no sé si haya nacido aquí. Mis padres me encontraron aquí cuando era bebé. Parecía que me habían abandonado, pero al no haber aldeas ni pueblos cerca era difícil saber de donde yo venía.
-Quizás te dejó la cigüeña -bromeó Yuuji. Reíste levemente, quizás aligerar el ambiente podría hacerte sentir mejor, y el pelirosado lo sabía.
-¿No estás muy grande para seguir creyendo en eso? -Se unió la pelirroja.
-Oh, Kugisaki, no seas cruel. Itadori debe conservar su inocencia. -bromeaste.
-Por cierto, ¿Dónde está el profesor Gojo?
-Cuando te desmayaste dijo que tenía ir a ver unas cosas.
-Ya veo... -Acariciaste al perro de pelaje negro-. Dios, esto es confuso...
-Me lo imagino -concordó Nobara sentandose a tu lado-, un día eres una hechicera independiente y al otro sueñas con cosas raras, tienes desmayos repentinos y todo -miró a Itadori- porque un idiota se comió un dedo.
-¡No tenía opción!
La discusión siguió por unos momentos hasta que escucharon una explosión.
-¡Qué es eso!
-Vino de donde fue el profesor Gojo -murmuró Megumi
-¿Vamos a ayudarlo? -preguntaste
-Siendo ustedes me preocuparía más por mí mismo, mocosos, -Y un golpe de calor inundó el lugar.
-¿Jogo?
Y una rafaga de fuego casi impacta en contra ti en especifico, de no ser por la protección del perro pelinegro.
"No lo sentí... debo estar debilitada por el desmayo"
-Corran hacía el bosque. -ordenó Megumi-, yo lo contendré.
-¿Y dejarte solo con ese fenomeno? -Nobara tomó su martillo y clavos-, ni hablar.
Yuuji te ayudó a pararte.
-¿Puedes caminar? -preguntó suavemente aun con la situación. Asentiste, y sentiste aun más presencias.
-Hay más maldiciones cerca... -murmuraste-, parecen ser todas de grado especial, creo que Mahito viene con ellos.
Solo eran ustedes cuatro, y el maestro Gojo, te estabas poniendo nerviosa. No estabas en una buena posición y cualquier paso en falso te haría morir, o aun peor, ser un estorbo para tus compañeros.
Y un chorro de sangre hizo que Itadori y tú se separaran abruptamente.
Un hombre con el cabello envuelto en dos coletas lo había disparado.
ESTÁS LEYENDO
Cuando yo te recuerde (Sukuna x Lectora)
FanfictionHace mil años, un inocente Sukuna se encontró con una mujer que le cambió la vida. Ahora en el presente, parece que la ha vuelto a encontrar. Incluso si ella no lo recuerda, hará lo que sea para que esté a su lado. TW: Relaciones sexuales no consen...