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Apenas una semana había pasado y Brunhelle fue consciente de que los tres años separada de su hermana la habían favorecido.

Brunhilde era más fuerte, más ágil y más rápida que ella, sin mencionar a las otras valquirias que eran sus compañeras, cada una tenía dones únicos que las hacían destacar e incluso personalidades muy peculiares, pero aún así amaba pasar tiempo con ellas.

Cuando no se encontraban entrenando, tenían que patrullar la zona, fungiendo como una guardia personal para el palacio de Asgard.

En esas patrullas, Brunhelle había terminado de conocer a todos los dioses que vivían ahí, incluso había sido presentada ante Odín y su primogénito Thor como la treceava valquiria de la corte.

Brunhelle debía de admitir que tanto el padre como el hijo la intimidaban, aunque ninguno le había dirigido la palabra ni una sola vez, bueno, a excepción de cuando Thor la sorprendió oliendo las rosas recién puestas del jardín de Freya, le había dado la orden de volver al trabajo y ella, completamente avergonzada, luego de darle una reverencia, había reanudado sus actividades.

Aunque fue extraño para ella que, cuando reunió el valor para disculparse con Thor por su imprudencia, él actuara como si no supiera nada y prácticamente la ignorara mientras retomaba su camino.

Ese día había sido una completa vergüenza oara Brunhelle.

-Tal vez no era el señor Thor -comento Hlokk mientras Brunhelle cepillaba su cabello.

-¿A qué te refieres?

-Loki gusta de usar su apariencia algunas veces, aunque tenía entendido que el señor Odín ya se lo había prohibido.

-¿Cambiar apariencias? -preguntó ella horrorizada.

-Sí, cambia de apariencias con suma facilidad.

-¿Cómo?

-Es su poder. Es un gran dios si me lo preguntas.

Esa afirmación hizo que algunas alarmas saltaran en la cabeza de Brunhelle.

Ninguna valquiria, ni siquiera la amable Randgriz, tenía en buena estima a Loki, mucho menos la más mimada de todas.

Brunhelle intento alejarse, pero la imagen de Hlokk cambió frente a ella y apareció Loki.

Él se acercó a Brunhelle, practicamente colocando su cuerpo sobre el de ella, pero sin tocarlo, pues levitaba a una peligrosa proximidad.

-Tardaste, pequeña valquiria. Tus ojos no son tan buenos como los de tu hermana, ella siempre ha logrado ver a través de todas mis ilusiones... ¿Tendrá que ver con el color?

-¿Disculpe?

-Sí, Brunhilde tiene los ojos verdes. Tú, por el contrario, los tienes azules. Tal vez eso afecta tu vista.

Brunhelle estaba incomoda por la situación, pero no tenía muchas opciones de cómo reaccionar.

-¿Te pongo nerviosa?

-Un poco incómoda -admitió ella.

-¿Por qué?

Brunhelle apartó la vista.

-He oído cosas de usted.

-Todas son mentira.

-Pero...

-Las cosas son como yo digo y si no, hago que sean como yo quiero -le espetó acercándose a su cara y tomando un mechón de su cabello-. Es más oscuro.

-¿Eh?

-Tu cabello es más oscuro que el de tu hermana.

-¿Está tratando de establecer diferencias entre mi querida hermana y yo?

-Algo por el estilo. Memorizo los detalles de tu cuerpo por si en algún momento quiero usarlo.

La pésima elección de palabras de Loki hicieron sonrojar a Brunhelle.

-No en ese sentido, valquiria precoz. O por lo menos no todavía -se corrigió acariciando su rostro con un dedo, delineando su mentón-. Eres tan joven e inocente... Me da asco.

-Señor Loki, le pido por favor que...

Loki le puso un dedo en los labios.

-Me voy a divertir contigo mucho mientras seas una valquiria. Mientras no sepas distinguirme del resto, jamás estarás segura de con quién hablas. La próxima vez, podría ser incluso tu querida hermana. Ya una vez me has confundido con ella, podría volver a pasar, pero sería muy tarde para ti, podrías estar diciéndome todos tus secretos.

Brunhelle se quedó callada, sin entender por qué ese dios parecía manifestar tanto interés en ella.

-Hasta pronto, Brunhelle -se despidió Loki alejándose del jardín donde se supone que estaba con Hlokk

-Debo buscar a mi hermana -dijo decidida mientras se levantaba y frotaba sus mejillas para tratar de borrar el sonrojo de estas.






-¿Que hizo qué? Ese bastardo, ¿cómo se atreve? -rugió Brunhilde luego de que Brunhelle le contara lo de esa tarde.

Aunque claro, para hacerlo, había tenido que asegurarse de que era su hermana haciéndole una pregunta muy vergonzosa.

-Hermana, por favor, necesito que me digas cómo sabes que es él, aunque no lo aparente.

-Es dificíl de explicar, Brunhelle. La mayor parte del tiempo puedo ver fallas, sus réplicas no son perfectas, la voz, la forma de caminar, la sonrisa cínica que tiene... Ya lo hago en automático.

-¿Eso significa que estoy perdida?

-Significa que... Que deberás de tener cuidado... Tengamos un código entre nosotras.

-¿Cuál será?

-Tomarás mi mano y levantarás mi manga.

Brunhilde hablo y levantó la manga de su vestido, mostrando cicatrices de heridas.

-Hermana... ¿Qué te pasó?

-Cuando el señor Odín quiere conquistar una nueva tierra o calmar a un par de rebeldes, nos manda a nosotras... Estas no están tan mal.

-¿Cómo que estas?

Brunhilde no contesto, simplemente sus manos fueron a los broches de su vestido y los quitó, abriendo la prenda y mostrando su torso lleno de más cortes, algunos incluso estaban cicatrizando todavía.

-Pero se supone que los sanadores de aquí son muy buenos...

-Sí, curan las heridas, pero las marcas quedan... Brunhelle, ser valquiria no es un trabajo fácil y no me tranquiliza para nada que Loki esté mostrando tanto interés en ti... ¿Puedes prometerme ser cuidadosa?

-Sí... -respondió Brunhelle.

-Y también quiero pedirte otra cosa.

-¿Qué?

-Quiero que sinceramente reconsideres el ser una valquiria.

-Pero...

-Es por tu bien, hermana.

-Entiendo... Lo pensaré.

-Gracias.

-Y, por cierto...

-¿No me dirás que siempre sí eres Loki?

-No es eso.

-¿Entonces?

-Sigfried quiere que nos comprometamos.

-¿Qué? ¿Es en serio?

-Sí. Fue a una misión algo lejos, pero parece ser que, en cuanto vuelva, lo haremos oficial.

-Estoy feliz por ti, hermana, de verás.

Ambas hermanas se unieron en un abrazo sincero y se sintueron felices y en paz.

Algo que no duró mucho tiempo.

La mentira del DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora