La última Hechicera

Capítulo 1

El sol ya comienza a ponerse y los colores del cielo se ven hermosos, retazos de naranja dividen el cielo mientras el rosa crea motitas como si de algodón de azúcar se tratara, hay cierta melancolía en ello. Tomo lo que resta de mi té helado mientras giro mi cabeza para encontrar un basurero pero no hay, así que mientras busco uno para el envase vacío. Trato de sostener los libros que llevo conmigo tuve que venir a una librería en el barrio frances, me asignaron varias tareas en la biblioteca donde realizó mi servicio social que más que ser una obligación por estar becada completamente por la universidad para mí es como una ventaja y un pasatiempo que realmente me gusta.

La música viene a mi como las olas del mar, de alguna manera se aleja y después vuelve con intensidad, giro varias cuadras más buscando un recipiente de basura y me detengo estrepitosamente casi estrellandome con alguien, algunas hojas de mis libros caen e instintivamente me agachó para recogerlas, la musica se vuelve más fuerte y comienzo a escuchar los gritos, me levanto con todo en orden, mis ojos contemplan el desfile pasando frente a mi, la música abraza los cuerpos de todas las personas cada una baila a su manera celebrando el paso por la vida, otros cantan y si bien tienen voces hermosas no logro entender nada de lo dicen pareciera un cantico antiguo elevando aún mas la vibra mistica del evento, un hombre afroamericano lanza plegarias hacia el señor con mucho animo como si el hacerlo de esa forma le asegurara ser escuchado, no es que yo sea creyente pero respeto las ideas de los demás, otros lloran y tras ellos un montón de turistas maravillados por la real escencia del barrio francés  que les proporciona Nueva Orleans los deja absortos en la misticidad que tienen los rituales de sepultura, y seguramente es una experiencia que no van a olvidar nunca en sus vidas.

El desfile continúa transitando tranquilamente por la calle mientras personas más allá de mi se unen al ritual, una pequeña exposición de vida y muerte, el entendimiento del ser humano de lo que se tiene y alguna vez se pierde, la fragilidad y la noción del tiempo.

Un hombre está parado a mitad de la calle viendome, no es muy viejo y pareciera traer consigo un traje muy caro y unos zapatos relucientes, sus ojos están fijos en mi pareciera como si quisiera decirme algo pero no parece poder mover su boca y un escalofrío me recorre haciéndome sentir muy frías las puntas de mis dedos, las dudas se instalan dentro de mi y si necesita ayuda y se encuentra desorientado o está ebrio, algunas veces las personas acostumbran a tomar alcohol mientras van marchando al cementerio. Camino lentamente bajando un pie de la banqueta cuando escucho el estruendoso claxon de una motocicleta que pasa rápidamente por la calle atropellando al instante al hombre que hace unos momentos estaba parado ahí, mi corazón parece un caballo desbocado, duro demasiado en mi pecho, hago aun lado los libros y corro a buscar al hombre.

-Ayuda por favor, una ambulancia - grito lo más fuerte que puedo pero pareciera que nadie puede escucharme, busco al hombre pero no encuentro nada, giro unas tres veces sobre mis talones y no puedo ver a nadie ni siquiera la moto, estoy completamente sola.

Tocó mi mi pecho que sube y baja rápidamente tratando de relajarme, mis libros están de nuevo en el suelo con un par de hojas dañadas, camino hacia ellos para resguardarlos  cuando alguien me pone una mano sobre el brazo y me jala, grito del susto mientras salto alejándome del agarre para solo encontrarme con una mujer anciana que me sonríe.

-Lo viste - me dice con la voz rasposa y sus ojos muy abiertos, me sonríe emocionada.

-Disculpe no la entiendo - regulo mi respiración para calmarme, la impresión me ha dejado las manos adormecidas, la mujer sigue sonriendome y prestandome mucha atención, puedo ver su cabello blanco largo y algo sucio, trae unas pequeñas marcas de suciedad en su rostro envejecido, su ropa parece vieja, debe vivir en la calle.