Capitulo 3

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Una lágrima rodó por su mejilla la cuál fue rápidamente limpiada por su antebrazo izquierdo; la pesada mano de Zephyr se colocó en su hombro dándole consuelo en silencio.

La joven diosa se giró para abrazar al marin de la cintura dejando caer todo su peso en él.
De no ser porque el azabache se mantenía firme sin duda hubieran caído al suelo.

El marin la separó suavemente para hincarse en una rodilla poniéndose a su altura, su mano limpió delicadamente la mejilla de su diosa.

— Mi señora yo seré su más leal sirviente hasta que llegué el momento en que ya no le sirva más —beso el dorso de su pequeña mano con gentileza. —Usted ya no está sóla mi señora Nerea. Yo seré su muro en cuál pobra resguardarse, porque yo seré su guardián.

La mirada enjoyada de la menor se alzó para hacer contacto con las iris lila del joven marin.

Aspiró su nariz mientras que sus mejillas se encontraban rosadas por el esfuerzo de sollozar: —Gracias Zephyr.

Agradecio en voz baja pero audible para el mayor de hebras oscuras el cual sonrió mostrando su blanca dentadura.

— No fue nada princesa —se reincorporo sin soltar su pequeña mano— La guiaré hasta su alcoba donde usted pobra ponerse cómoda y descansar, además de que cambie su extraña vestimenta, claro sin ofender.

— Te lo agradezco mucho Zephyr.

Mientras iban a dicha alcoba la de cabellos blancos no dejaba de mirar con curiosidad todo a su alrededor, hasta que su mirada se poso fugazmente en un retrato con marco de oro puro en este se encontraba retrato un hombre de apariencia intimidante, sus rasgos eran muy hermosos pero no tenían nada de femenino al contrario sus rasgos eran muy masculinos.
Su cabello era de color oro derretido, mirada era enjoyada al igual que dos zafiros, y su tez era pálida.

Aquél hombre se encontraba centado en una especie de trono vistiendo un traje elegante; Nerea tragó en seco al hacer contacto con las iris zafiro del retrato ya que esa mirada era tan fría como un pilar de hielo que podría hacer temblar hasta el más valiente de los hombres.

— Llegamos —la voz de Zephyr hizo que la menor diera un brincó repentinamente—. ¿Se encuentra bien princesa?

— S-si gracias por traerme aquí —solto su mano para mirar la enorme puerta y luego girarse hacía él.
—Gracias de verdad.

— No tiene porque agradecermelo es mi deber, descansé princesa Nerea.

— Descansa Zephyr...

𝐍𝐄𝐑𝐄𝐀; Saint Seiya The Lost CanvasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora