4.Instinto (+18) H2

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Si la moralidad en sí ya era un problema, ¿Qué tal la ética?, el llevar un romance con un alumno 10 años menor ya era lo suficientemente malo, pero el sólo querer jugar con su bien contorneado cuerpo, lleno de músculos bien definidos en los lugares correctos y con la suficiente grasa en los glúteos y pectorales era mucho peor, habían pasado años desde que conoció a su dulce alumno Itadori Yuuji, ahora ya tenía 18, ya había pasado su primer celo y se había presentado correctamente como un Omega recesivo con características dominantes, era bastante raro ver algo así pero al ser hijo de un vientre maldito era de esperarse.

Al principio no había notado cuáles eran las características que poseía de Omega dominante, la voz definitivamente no era una de ellas, le habría Sido de mucha utilidad en algunos encuentros con otros hechiceros Alfa en dado caso, las feromonas para dominar a cualquier Alfa tampoco eran parte de sí, el cuerpo de Yuuji era una de esas características, era fuerte y resistente para tener tantos cachorros como quisiese, probablemente por su condición sus cachorros tendrían una alta tolerancia a la energía maldita y heredarían carácter únicas, tal vez esa era una de las razones por las que Kenjaku tenía tanto interés en tener un hijo Omega, la belleza de Yuuji era diferente a la de otros Omegas recesivos, no era pequeño y débil, sus rasgos a pesar de ser más finos no eran lo suficientemente delicados como los de una dama, su personalidad no era para nada tímida ni temerosa, no esperaba que algún Alfa viniera a protegerlo, era tan hermosa la forma en la que creía que viviría bien sin un compañero a su lado, esa inocencia e ingenuidad de creer que podría ser libre en un mundo dominado por las castas de género más altos, no importaba que tan fuerte se volviera, ni su habilidad, tampoco su popularidad, todo eso podría ser derribado si tomaba un buen bocado de feromonas de algún Alfa que quisiera marcarlo y habría terminado con su tan preciada libertad y su deseo de morir por los demás.

Había conocido a ese lindo, joven y sexy Omega rosado desde que era un adolescente, pero ahora había cumplido lo que en muchos países se denomina "mayoría de edad", y a pesar de que nunca había intentado nada más de lo que él mismo quisiese aceptar, en el transcurso de esos tres largos años nunca hizo más que una suave caricia, un suave abrazo más largo de lo normal, sujetarle la cintura, acariciar su cabello, tocar ligeramente su glándula de feromonas por "accidente", mirarlo entrenar en esos short tan cortos y ajustados que le provocaron muchas erecciones que eran liberadas en soledad, cuánto había deseado a su querido estudiante desde que lo conoció, fué difícil contenerse cuando acercó su rostro para observar a Sukuna y toparse de golpe con el aroma más delicioso que pudo haber percibido, su Alfa se lo decía a cada momento que podía, había encontrado a su compañero en ese ojimiel, deseaba poseerlo, marcarlo, preñarlo, encerrarlo y darle todo lo que desease con tal de que nunca se fuera de su lado, pero aún era muy joven para concebir correctamente ejecución se pospuso al no encontrar los dedos faltantes de Sukuna, los cuáles mañosamente tenía en su poder y jamás daría su ubicación, no hasta que por lo menos se hubiesen unido y los altos mandos no tuvieran más opción que aceptar a Yuuji como si compañero o ver perecer al mismísimo Gojo Satoru a causa de la muerte de su compañero.

La abstinencia lo estaba envenenando lentamente, no había tenido sexo desde el momento en el que conoció a su Yuuji, sería mentira decir que no lo intentó con chicos omega que se parecieran en lo más mínimo a él, pero no había funcionado, su cuerpo no reaccionaba como quería, muy al contrario se sentía asqueado ante la presencia de cualquier otro que no fuera Itadori Yuuji, tuvo que lidiar consigo mismo durante tanto tiempo, imaginando lo duro que se cogería a su estudiante cuando fuera mayor, que terminó teniendo fantasías con él con más frecuencia cada vez, hoy era uno de esos días, se encontraba viendo el entrenamiento en el que Yuuji se había ofrecido a dar a los estudiantes de primero, como siempre llevaba unos short ajustados, una camisa blanca que si hacía algún movimiento, dejaba vislumbrar esos pezones rosados tan apetitosos, si eso no era suficientemente duro, llevaba puestas unas medias negras debajo del short con huecos en los lugares más erógenos, el solecito lo había saludado con una sonrisa e hizo una reverencia hacía él dejando ver esos pezones rosados y sus grandes pectorales, estaba empezando a imaginar cosas otra vez, durante el entrenamiento el pelirosa hizo ejercicios de calentamiento dejando muy poco a la imaginación, posiciones perfectas para tomar sus caderas y penetrarlo hasta dejarlo repleto de semen, estiramientos que contorneaban más sus perfectas piernas, podría jurar que hubo un momento en el que le mostró descaradamente ese enorme culo que se cargaba, nuevamente se había puesto duro, se retiró y se encargó en otro lugar de ello, cada día era más difícil soportar estar tan cerca y confundir la ingenuidad de su querido alumno con coqueteo, era imposible que su inocente Yuuji lo estuviera tratando de seducir, ¿Cierto?

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⏰ Última actualización: Jan 04 ⏰

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