1- Conocerse

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La alarma sonó puntual el lunes a las 7 de la mañana se apresuró a apagarla para que su hija no despertara pues a ella aún le quedaban unos minutos antes de despertar, Carlos bostezó cuando quedó sentado sobre la cama, tenía que levantarse para darse un baño e ir a preparar el desayuno de su pequeña. Admitía que no le gustaba levantarse temprano, pero todo era por su pequeña, tenía que trabajar para poder mantenerla.

Carlos no tenía un gran puesto, por desgracia él no había completado sus estudios universitarios y no culpaba a nadie ni siquiera a Lando el otro papá de su pequeña, él tomo la decisión de dejar todo para trabajar. Tal vez hace seis años si llego a estar enojado con Lando por dejarlos de la nada.

Había conocido a Lando en las vacaciones antes de entrar a la universidad, ambos conectaron muy bien en cuanto se conocieron, a los tres meses de haberse conocido se volvieron novios, ambos se veían juntos a futuro pues decían que se amaban hasta más no poder, sólo que sus planes eran cuando ambos se graduaran y tuvieran empleos fijos, no creyeron que a los pocos meses de haber iniciado su relación se convertirían en padres. Carlos dió todo su apoyo a su novio, aunque al principio se desconcertó, le dijo que ambos podrían pasar eso juntos, que incluso podía ser una gran motivación para cumplir lo que se prometieron, aunque claro primero quería saber si su novio estaba listo para esa etapa la respuesta fue afirmativa, pero todo eso fue después de una gran discusión. Y sí la bebé había sido una gran motivación el primer trimestre, después Lando comenzó a cambiar, se mostraba desanimado, estresado y de muy mal humor, pero Carlos siguió a su lado. Al nacer la bebé Lando no quiso saber de ella, pero cuando Isabella lloraba él llegaba a gritar, así que Carlos se encargó demasiado de su hija. Así fueron las cosas por dos semanas, él tenía que irse a clases y Lando no así que se quedaría a cuidar a su hija, cuando llegó no estaba y se asustó al escuchar a su hija llorar, desde entonces no supo nada de Lando, se había ido. Quería creer que el pelinegro tuvo grandes motivos para irse ese día.

— Isabella, hermosa — Carlos trató de despertar tranquilamente a su hija — Hoy es día de ir a la escuela — Su pequeña soltó una tierna risita — A despertar.

— Papi tengo sueño — Puchereó haciendo sonreír a Carlos.

— Yo también pero tienes que despertar— Isabella abrió sus ojitos y Carlos le sonrió cálidamente — Anda o se nos hará tarde a ambos.

Su pequeña niña era una mini copia de él, tanto en su personalidad como físico y si también compartía ciertos rasgos de su otro papá, pero por muy obvias razones las personas decían que ellos se parecían demasiado incluso llegaron a pensar que eran hermanos, lo cual le daba risa.

— ¡Papi! — Carlos volteó y se enterneció al ver a su pequeña con un puchero y cruzada de brazos, suponía que era porque aún no la peinaba.

— Papá no puede hacer dos cosas a la vez mi niña — Isabella asintió y caminó aún con sus bracitos cruzados hacia la silla.

Mientras Isabella comía él se encargó de recoger el cabello de su hija en una coleta pues estaba algo apurado y todavía tenía que desayunar.

Al terminar ambos se levantaron para irse a lavar los dientes e irse a empezar su día fuera de casa, no tenían un auto en el cual irse así que caminaban, por suerte la escuela donde estaba Isabella quedaba cerca de su casa así que sólo debían caminar algunas cuadras para llegar. Y en todo ese trayecto la pequeña le contaba cosas triviales, y en ese momento le hablaba con fascinación sobre su maestro, al cual al parecer le decía Charlie.

— ... Y cuando todos terminamos nuestros trabajos, Charlie nos canta y muy bonito ¡Es el mejor maestro! — Carlos sonrió — También nos hace reír y es muy lindo.

♡ Papá, ¿estás enamorado? ♡ (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora