Capítulo 2

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    Tu mirada no para de viajar a los dos hombres que están descansando en la sala de estar, tanto que ni siquiera te das cuenta de que has dejado de cortar la carne que tu abuela te había encargado.

Mija, ¿Estás bien?— te pregunta Camila, sacándote de la ensoñación.

Sí, abu.— Respondes después de unos segundos y finalmente suspiras, soltando el cuchillo —. Estoy preocupada de tenerlos aquí, ¿Qué pasará si llega algún soldado de La Federación y los descubre? Nos matarían, lo harían por dos soldados que no conocemos.

— No te preocupes, será sólo una temporada corta— trata de aliviarte tu abuela —. La guerra es horrible, debemos ayudarnos entre todos mientras podamos.

— Sólo espero que ellos sean igual de buenos— murmuras, volviendo a agarrar el cuchillo y dándoles una última mirada.

   Los soldados estaban bastante heridos y claramente a falta de cómoda y agua. No sé habían despertado en ningún momento y rezabas porque siguieran así.

   El Pastor Alemán, después de comerse la comida y beberse el agua de Checo y Max, se mantuvo cerca de sus dueños, cosa que ciertamente te conmovió.

Se ven agradables, puede que sean gringos, pero no están mal— miras a tu abuela con diversión y la tensión disipándose.

¡Abuela!

— No reacciones así, ni tu abuelo ni tu padre están cerca— ríes por eso.

   Con una sonrisa, vuelves a la tarea de cortar la carne de conejo, pero no dura mucho cuando escuchas un quejido.

   Primero, miras a tu abuela, quién te mira a tí; luego, ambas miráis hacia el salón.

  El soldado que antes tenía la cara pintada se frota la cabeza con dolor, enderezándose del sofá con dificultad para sentarse. Riley se anima y se acerca, ladrando a su dueño com felicidad.

Ve a por el abuelo y mi padre— ordenas a tu abuela, soltando el cuchillo para acercarte tú y dejarla a ella lejos, en caso de que el soldado fuese agresivo.

   Te limpias las manos y agarras una botella de agua, acercándote al hombre, quién al escuchar tus pasos abre los ojos y te mira, claramente confundido y en alerta.

— Aquí, gringo.— Le extiendes la botella y él ni siquiera la mira a pesar de la necesidad de hidratarse.

— ¿Quién eres?— pregunta, con voz ronca. Parece esperar que Riley te ataque, pero el perro no te percibe como una amenaza.

— Esa pregunta te debería hacer yo a tí— respondes, se notaba que aún estabas reacia a compartir espacio con ellos —. Llegaste con el otro hace unas horas pidiendo ayuda. De nada.

   El hombre parece confundido mientras comienza a recordar, luego, salta fuera del sofá y tropezando con sus propios pies, ni siquiera le importa, se acerca al otro hombre y lo inspecciona.

— Logan— lo sacude con cuidado, claramente preocupado.

— Te pediría que mantuvieses la calma— casi suspiras de alivio cuando escuchas a tu padre llegar y hablar —. Hemos hecho lo que hemos podido curando a ambos.

   El soldado os mira, aún desconcertado mientras trata de recordar todo y rápidamente se toca, buscando un arma.

— No lo intentes — dices de forma severa y tu padre te empuja con suavidad hacia atrás, queriendo controlar la situación.

— Os quitamos las armas, sólo como prevención — tu padre lo trata de tranquilizar —. Si quisiéramos hacer daño, ya lo habríamos hecho; pero os hemos dado un techo y os hemos curado. No estamos para hacer mal.

The Farm [David "Hesh"/ Logan Walker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora