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JiSung siempre fue un buen amigo para Kim SeungMin, y cuando había llegado a casa, llorando, no dudó en hacerlo entrar. Le sirvió un vaso con agua para lograr calmarlo y así poder escucharlo, poder oír todos los balbuceos sin sentido que soltaba.
MinHo ingresó minutos después con la pequeña Xiaoting en brazos, sin embargo, al ver a SeungMin llorando sin control alguno, hizo un gesto de sorpresa atónita. No hizo preguntas, sólo se llevó a la niña lo más rápido que pudo de allí.
Sin embargo, SeungMin alcanzó a oír las palabras inocentes de la pequeña:
—¿Por qué tío MinMin llora?
Su corazón se quebró un poco más.
JiSung no lo presionó a hablar, esperando en silencio a que se calmara, a que pudiera tener la suficiente tranquilidad como para poder decir algo. Eso llegó segundos después, con MinHo entrando al comedor. Su torpe amigo se sentó al lado de JiSung, tomándole la mano a su novio, y esa visión lo hizo sentir patético y miserable.
—Chan me pidió el divorcio.
Su mejor amigo abrió los ojos por la sorpresa, en tanto MinHo soltaba una maldición, aturdido.
Por supuesto, nadie se lo esperaba. ¿Quién iba a pensar que Chan le pediría aquello cuando fue él quien dio siempre los primeros pasos para todo?
Cuando se conocieron, fue Chan quien lo salvó de ser objeto de burlas en la preparatoria, debido a lo asustadizo y torpe que fue SeungMin el primer día de clases.
Fue Chan quien le pidió salir y quien le dio un beso.
Fue Chan quien le dijo que deberían irse a vivir juntos.
Fue Chan quien le pidió matrimonio.
Y, ahora, parecía ser Chan quien quería acabar con todo.
Sin embargo, a pesar de que pareciera que era Chan quien tenía que tomar esas decisiones, no era como si SeungMin nunca hubiera puesto de su parte. SeungMin era, como veía todo el mundo, la persona que podía sacarle una sonrisa enamorada a Chan con una acción tan tonta como un beso sorpresivo, y la única persona que lo hacía bajar las defensas totalmente, haciendo que se comportara de una forma infantil e, incluso, caprichosa.
Para todo el mundo, no había Chan sin SeungMin, y no había SeungMin sin Chan, porque hacían una de las parejas más bonitas y honestas que se podían ver.
Pero, al parecer, las cosas no eran tan felices como le mostraban al resto.
—¿Por qué? —preguntó JiSung en voz baja.
Los labios de SeungMin temblaron.
—Dice que no me ama —su tonó se rompió y las lágrimas volvieron a salir—. Ya no me ama, Hannie. Chan ya no me ama.
SeungMin quería negárselo, ver lo inevitable, pero no era tonto, y mucho menos un adolescente enamorado: si Chan lo decía, era cierto.
Porque Chan jamás le mentiría con algo tan importante como eso, SeungMin lo sabía.
Chan siempre era brutalmente honesto con sus sentimientos, tanto que, a veces, no se daba cuenta de que sus palabras le hicieron mucho, mucho daño.
Tomó un poco más de agua.
—Está enamorado de otra persona —barboteó, antes de romper a llorar otra vez, e inmediatamente los brazos de JiSung lo rodearon—. Ama a alguien más. Lo perdí, Hannie, lo perdí...
Su corazón nunca se sintió tan roto como en ese momento: saber que la persona que amaba, con quien compartió tantos años de su vida, ya no le quería como antes, lo dejó de lado, se entregó a alguien más, era como una estaca clavándose no sólo en su corazón, sino en todo su cuerpo, haciendo que todo doliera y se estremeciera.
Haciéndolo ver todo de un horrible color negro, incapaz de ver un poco de luz en medio de tanta oscuridad.
•
Chan suspiró, leyendo un informe que su secretaria le dejó esa tarde, para luego bajarlo y dejarlo sobre la mesa, cansado.
Recordó los ojos llenos de lágrimas de SeungMin, su labio temblando, sus mejillas húmedas por el llanto, y se sintió culpable y triste por lo que ocasionó, pero no arrepentido. Tenía que hacerlo.
¿Cómo podía seguir casado con alguien que no amaba?
No era justo para SeungMin ni para él, así que no podía seguir con esa farsa.
Ya no amaba a SeungMin, era un hecho claro, pero lo seguía apreciando lo suficiente como para no continuar haciéndole daño con sus acciones.
Tocaron la puerta de su oficina y murmuró un ‹‹pase›› lo suficientemente alto como para que la persona entrara.
Al verlo, sonrió con relajación.
—Tienes un aspecto horrible —dijo el de cabello rubio con una sonrisa dulce, cargando un montón de carpetas.
Dejó salir un bufido, recostándose en la silla, y pronto su amante se acercó, comenzando a hacerle un masaje suave en los hombros.
—Le pedí el divorcio a SeungMin —le comunicó Chan, con un tono de pesar.
El rubio parpadeó, inclinándose con una expresión triste.
—Oh, lo siento tanto, Chan —le dijo de forma honesta—. ¿Estás seguro de esto, de lo que tenemos nosotros? Llevas tanto tiempo con SeungMin que quizás...
—No digas eso —le interrumpió Chan con suavidad—. Todavía quiero a SeungMin, claro, pero es un cariño que le tengo por el tiempo que hemos estado juntos, así que... tengo claro lo que siento por ti, DaeHwi.
DaeHwi asintió, titubeante, antes de inclinarse y darle un pequeño beso en los labios, con timidez y casi pidiéndole permiso.
—Lo lamento mucho por Minnie —murmuró Lee de forma repentina, sin alejarse demasiado—, debe estar pasándola mal, me siento culpable por hacerle esto, pero...
—Lo va a entender —contestó Chan, dándole un beso en la mano, serio—. SeungMin lo entenderá con el tiempo.
Chan esperaba eso: que SeungMin pudiera, con el pasar de las semanas, curar esa herida que le hizo a pesar de haber prometido, años atrás, que nunca le rompería el corazón.
Pero las promesas, al igual que los sueños, parecían destinados a ser rotos de cualquier forma y sin posibilidad alguna de poder evitar aquello.
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