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Llanto de madrugada.

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El pequeño Jae-sang llevaba apenas un par de días en su nuevo hogar, y su llegada había traído consigo un montón de cambios.

Por ejemplo, la presencia de sus abuelos y su tío en su vida y el llanto incesable a media noche. Justo como ahora.

El pequeño bebé se encontraba moviendo bruscamente sus brazos. Sus ojitos seguían cerrados pero su semblante se veía molesto y soltaba leves quejidos que indican la explosión del llanto en cualquier momento.

— ¡Jaekyung, calla a ese niño!— El padre del chico gritó desde la otra habitación cuando el llanto comenzó a brotar.

El adolescente se levantó de malas. No por el llanto, bueno, en parte sí, pero más por la manera en la que lo dijo su papá.

Su padre mejor que nadie sabía cómo era vivir con bebés, ¿De qué rayos se quejaba?

—Ven pulga— Jaekyung alzó en brazos al niño, que aunque seguía llorando, ya no lo hacía tanto como antes.

El pequeño se aferró a los brazos de su padre, tranquilizandose al sentir su presencia junto a él.

La cabeza del bebé descansaba sobre su hombro, Jaekyung lo cargaba y arrullaba con cuidado. Caminaba de un lado a otro entre la habitación, hacía leves movimientos y ciertos ruidos para que pudiera conciliar el sueño nuevamente.

Al cabo de media hora, el niño ya se había quedado profundamente dormido y la espalda de Jaekyung dolía un poco.

— ¿Te dormiste ya?

Preguntó su padre, sin obtener respuesta.

Jaekyung suspiró, mientras se acostaba en la cama y recostaba al pequeño bebé en ella junto a él.

Tanto que le había costado dormirlo para que ahora él no tuviera sueño.

Jaekyung dirigió sus dedos al cabello del niño, acariciándolo con cuidado, notando la respiración del bebé y la tranquilidad del momento.
Se quedó observando a su hijo por un largo rato, hasta que el sueño volvió a él y pudo dormir otra vez.

El pequeño estaba protegido por los brazos de su padre, envuelto en un suave y protector abrazo.

Y claro, noches como esa habrían muchas más, al menos hasta que Jae-sang cumpliera 4 años.
Y para ese entonces, ellos ya no vivirían con los abuelos.

Claro que viviendo con un bebé deberás hacer sacrificios, como velar por el sueño del niño y arrullarlo hasta que vuelva a dormir. Incluyendo los dolores de espalda después de ello, y se los digo yo que tengo dos hermanos menores.

Pero además de aquellas noches de desvelo, también están los bellos momentos en los que puedes dormir abrazado a él, sintiendo que no existe nadie más que solo tú y tu bebé.

Papá soltero. | Joo Jaekyung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora