02. Jefe de la Mafia

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No pasa mucho tiempo para que Quackity y los demás se reúnan con ellos.

O por lo menos Samuel no lo siente así. Ha pasado tantos años en prisión, que esperar dos horas a quiénes lo están salvando no es nada.

La primera en llegar, es la única chica del grupo, con una zanahoria bordada en su sudadera negra. Cuando se quita la máscara, Samuel puede ver que se trata de una mujer de unos veinte años, con cabello largo y castaño y facciones asiáticas. Muy linda para trabajar con la mafia, piensa él.

Ella le sonríe, pero no lo saluda. Sino que va a un asiento y se recuesta allí.

Se vuelven a quedar en silencio mientras Roier y la mujer descansan tranquilamente.

Después, llegan ambos chicos, hablando en inglés lo que parece ser una plática muy animada. Ninguno de los dos lleva aún puesta su máscara, así que Samuel los puede observar bien.

Uno de ellos tiene el cabello negro y un poco largo, y lleva puestas unas gafas de sol que no lo dejan ver sus ojos. Mientras que el otro es moreno, y tiene el cabello café. Cuando éste lo mira a los ojos, Samuel siente un vacío en el corazón. Porque son verdes, y le recuerdan demasiado a alguien que amó demasiado.

Justo detrás de ellos, llega Quackity.

—¡Felicidades, amigos! —exclama en cuanto entra a la camioneta y cierra la puerta detrás de él— No fue una misión sencilla pero lo logramos. Ahora deberíamos irnos de aquí antes de que nos encuentren, ¿no lo creen?

Todos están de acuerdo. Roier saca las llaves de la camioneta de su bolsillo y se las lanza al chico de lentes.

—Esperen —demanda Quackity, antes de que el de lentes comience a manejar— ¿No están siendo groseros con nuestro invitado? Podrían por lo menos presentarse.

No es una pregunta.

De repente todos voltean a ver a Samuel, como si apenas cayeran en cuenta que uno de los criminales más despiadados y poderosos en los últimos años estaba allí, frente a ellos.

Y Samuel se siente muy fuera de lugar, porque hace demasiado tiempo desde la última vez que alguien lo vio de esa forma. Cómo si fuese alguien de admirar.

—Disculpe mi falta de educación, señor De Luque —dice el azabache, con un acento un poco extraño, mientras se quita los lentes—. Mi nombre es Iván, pero llámeme Spreen.

Spreen hace una pequeña reverencia y en ningún momento mira a Samuel a los ojos, tal vez como una señal de respeto.

—Foolish —se presenta el moreno, también con una reverencia— Honor trabajar con usted.

Foolish tiene un acento aún más extraño, lo que hace evidente para Samuel que no es hispano. Probablemente sea estadounidense.

¿Qué diablos hace este niño trabajando con extranjeros?, se pregunta.

—Mi nombre es Tina —dice la chica. Agacha la cabeza y sonríe. Probablemente no tenga nada más que decir en español, y Samuel desearía haber aprendido inglés para comunicarse con ellos.

Roier no necesita presentarse, y Quackity mucho menos, así que todos regresan a lo suyo. Spreen es quien conduce la camioneta.

—¿Quackity? —dice Samuel, aún incrédulo— Dios mío, chico. Tanto tiempo sin verte.

¡Vegetta! —dice Quackity, como un niño chiquito. Sam le sonríe.

—Ay, niño. ¿Cuántas veces te he dicho que no me digas así? —dice, aún sonriendo. Vegetta es un apodo que solo Quackity se atrevía a usar. Según él, le quedaba como anillo al dedo, aunque era el único que lo llamaba así, porque los demás le tenían demasiado miedo como para llamarlo como un personaje de anime.

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⏰ Última actualización: Oct 13 ⏰

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