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De regreso a casa solo escuchaba a su hermana hablar y hablar de lo que había hecho en clases mientras su padre conducía. Era un día normal para ambos pues su hermana realmente adoraba hablar por horas y horas, incluso a veces se olvidaba que estaba contando algo, o te contaba algo que ya te había contado.

—Wow ¿en serio hiciste todo eso?

—¡Si!, después la clase terminó y regresamos al salón. Me gustan mucho los deportes.

—Vaya que se nota Minji —le dijo su padre.

—Papá, ¿qué hizo mamá para comer?

—No lo sé, apenas salí del trabajo.

—Me gustan las papas fritas que hace mamá —le contó a Soobin emocionada.

—A mi me gustan más las chuletas con arroz.

—Las chuletas con arroz son muy ricas, ¿sabías que esa receta se la enseñó mi abuela?

—¿En serio?

—Si, un día le pregunté y ella me dijo que abuela se lo había enseñado.

—Minji, ¿te parece si jugamos al juego del silencio? —propuso su padre.

—¿Tendré un helado?

—Claro que lo tendrás.

—Un, dos, tres, ¡ahora!

Llenó sus pulmones de aire sosteniendo un poco con sus cachetes, Soobin soltó un leve suspiro, amaba a su hermana pero a veces le inquietaba que hablara demasiado, no tenía la culpa pero era molesto a veces. Al llegar a casa siguió en silencio, ambos bajaron del auto dejando a su padre un momento en el auto, entrando a casa fueron recibidos por el rico aroma de comida recién hecha.

—Hola mamá —la saludó Soobin—, ¿te ayudo en algo?

—No gracias, ve a dejar tus cosas a tu cuarto te serviré para comer.

—De acuerdo.

Obedeció yendo hacia su habitación en el segundo piso, dejó su mochila sobre su cama quitándose la sudadera que tenía puesta pues ya en casa hacía menos frío que afuera. De su mochila sacó diez barras de chocolate pues en clases les hacía trabajos a los demás a cambio de chocolate y un poco de dinero. Siendo que no tenía amigos los demás lo conocían por su rara condición al aceptar hacerles trabajo, barras de chocolate y muy poco dinero. Guardó sus barras dentro de su armario en una caja de zapatos que tenía escondida pues sus padres sabían de su obsesión e intentaban que lo dejara pero no era posible.

—¡Binnie, Binnie! —lo llamó su hermana abriendo la puerta—, ¿me acompañas más tarde por mi helado?

—Si Minji, sal de mi cuarto por favor —le dijo intentando esconder la caja.

—¿Qué tienes ahí? —se acercó a él.

—Nada —cerró la puerta poniéndose frente a esta—, vamos a comer o mamá se enojará.

La tomó de la mano sacándola de ahí, pero su hermana no apartaba la vista de la puerta. Dejó a su hermana frente a su silla y esta se sentó tomando de la cuchara frente a ella, pues su mamá había hecho sopa de mariscos, Soobin se sentó en su silla en la cual su hermana había rayado para escribir su nombre con un destornillador. Su padre comenzó a platicarle a su madre la nueva idea que tenía su jefe en la oficina, pues trabajaba en una empresa de comerciales encargándose de hacer que los productos se vieran llamativos.

—Soobin —lo llamó su padre—, ¿quieres acompañarme a la oficina?

—No estoy seguro, tengo tarea que hacer.

—En un par de meses sales de la secundaria, ¿sabes en qué preparatoria quieres estar?

—No estoy seguro...

—Hay una muy buena y podrá ayudarte a ser alguien como yo.

—Está bien.

Continuó hablando con su madre, terminando de comer limpió su plato y subió a su habitación cerrando su puerta con seguro yendo hacia su armario para tomar una de las barras que tenía para poder concentrarse mientras hacía su tarea. Odiaba que su padre lo quisiera llevar hacia su oficina todo el tiempo, nunca le gustó la idea de estar entre cuatro paredes durante más de ocho horas diarias, el prefería estar en un lugar abierto y hacer algo más que solo estar en documentos Excel, ni siquiera estaba seguro de que quería hacer pero estar en una oficina estaba descartado.

Terminando su tarea hizo las adicionales por las cuales le habían encargado hacer a cambio de los chocolates y dinero. Para la tarde cuando tenía todo listo dentro de su mochila bajó hacia el primer piso viendo a su hermana colorear en la pequeña mesa que había frente al televisor en el cual se reproducía su caricatura favorita. Fue hacia la cocina para servirse un vaso de jugo y beber de él, luego notó que la puerta del patio estaba abierta, dejó el vaso en cualquier lugar y salió viendo a su madre a lo lejos con sus plantas.

—Hola madre —la saludó—, ¿qué haces?

—Suavizando la tierra para las gardenias —suspiró para luego limpiar el sudor en su frente con su muñeca—. No es lo suficiente suave para que el agua llegue a sus raíces, míralas, se están secando las pobres.

—¿No será por el sol?

—¿Sol? —giró hacia él—, Soobin es plena primavera donde se supone que las flores crecen y ellas se están marchitando.

—Ya veo. ¿Quieres que te ayude? iré por mis guantes.

Desde el primer día en que lo adoptaron Soobin le tomó más cariño a su madre que a su padre, tal vez porque ella se la pasaba más tiempo con él e intentaba hacerlo feliz, se tomó más tiempo para que pudiera tomar la confianza suficiente como para hablar sobre lo que le gustaba porque a pesar de todo lo que pasó, Soobin siempre se dejó tocar por cualquier persona, con el tiempo le enseñaron a que no tenía que dejar que los demás lo tocaran, que solo una persona con confianza podía hacerlo y eso lo sabía el Soobin mayor.

Ayudó a su madre con el jardín trasero estando en silencio concentrados en lo que hacían. Soobin quería comentarle acerca de la preparatoria pues en un par de meses entraría a este y tenía miedo de que pasara lo mismo en cada primer día, un día lleno de comentarios negativos porque sus compañeros de clases en secundaria le cuentan a sus nuevos compañeros que es adoptado, deseaba que solo se quedaran callados.

—¿Estás bien?

Le preguntó preocupada llamando su atención, dejó las tijeras sobre el césped quitándose también sus guantes sin despegar su vista de él, este soltó un leve suspiro comenzando a morder sus labios por dentro de su boca negando levemente con su cabeza.

—Bin, debes decirme la verdad, ¿qué te pasa?

—Es solo que...—volvió a suspirar— no quiero que-

Su voz fue interrumpida al escuchar ambos el llanto de la pequeña desde dentro de la casa, se pusieron en pie y fueron hacia dentro de la casa solo que antes de llegar a la puerta la pequeña ya había salido corriendo hacia su madre para abrazarla en llanto.

—¿Qué ocurre Minji? —le preguntó la madre poniéndose en cuclillas.

—Papá no me comprará helado —dijo en llanto.

—Oh pequeña —sonrió abrazándola—, no te preocupes iremos juntas por helado después.

Soobin a veces sentía celos por su hermana pequeña porque si era de la sangre de sus padres, no era como él, un adoptado con un pasado oscuro, ella tuvo un inicio muy hermoso desde que llegó a la vida y él lo único que recordaba era como le ofrecían trozos de carne cubiertos de chocolate los cuales daban vainilla. Volvió a suspirar esta vez quitándose sus guantes para dejarlos en su lugar y entrar a casa, vió a su padre sentado en su sofá con una botella de alcohol en la mano, eso era lo que más odiaba de él porque de cierto modo le recordaba al director del orfanato.

Cerró la puerta de su habitación con seguro yendo por una de sus barras de chocolate para abrirla y comerla mientras miraba una película en su laptop, esa era su única distracción sobre lo que pasaba en su casa y en su vida. Faltaban meses para que entrara a la preparatoria y ya se estaba preocupando por eso, soltó un fuerte suspiro e intentó olvidarlo comiendo ocho barras de chocolate hasta que diera el atardecer para cambiarse y salir a caminar como siempre lo hacía con sus audífonos puestos escuchando música, intentando no pensar en todo lo que pasaba, pensando en que quería cansar su cuerpo y descansar su mente solo por una hora.

—¡Estoy de regreso! —dijo en voz alta.

—¿A dónde fuiste? —le preguntó su padre aún en el sofá.

—colgó sus cascos en su cuello—Salí a caminar.

—¿A caminar?, estás sudado.

—Bueno troté un poco pero-

—La cena está lista Soobin —le habló su madre en la cocina.

—¡No tengo hambre mamá! —le habló en alto—. Troté un poco, quería cansarme para poder descansar al dormir.

—Está bien, no dejes de ejercitarte te hace bien.

Le regaló una pequeña sonrisa para luego regresar su vista al televisor. Subió a su habitación dejando sus cascos y conectando su celular para que recargue su batería luego se metió a bañar para finalmente irse a dormir. En la madrugada despertó por el sonido de algo rompiéndose en la sala, preocupado salió de su cuarto dispuesto a ir hacia la sala deteniéndose al ver a su madre al final de estas, uno viendo al otro.

—Quédate con Minji —le susurró.

Su madre regresó abajo continuando una discusión que tenía con su esposo, Soobin se sintió extraño al escucharlo y temía por que algo le pasara a su madre, intentó bajar para defenderla pero le importó un poco más su hermana subiendo de regreso hacia su puerta color rosa pastel con pegatinas de animales, abrió su puerta lentamente para entrar y cerrarla detrás suyo.

—¿Mamá?...—preguntó en susurro la pequeña.

—Soy yo tranquila —se sentó en el suelo junto a su cama.

—¿Qué está pasando abajo? —preguntó preocupada.

—Nada, son cosas de mayores.

—Papá...¿está molesto conmigo?

—No...no Minji, son cosas entre ellos tu no has hecho nada malo.

La pequeña salió de sus sábanas para acercarse a su hermano y abrazarlo ocultando su cara en hombro, este la abrazo entrando a su cama para que pudiera seguir durmiendo solo que aún se escuchaban los gritos del primer piso, su única opción fue tararear una canción para que no lo escuchara acariciando su cabello logrando que esta se durmiera, sin poder separarse de ella pues temía que algo pasara de nuevo. Luego de un rato dejó de escuchar la pelea, escuchó los pasos de alguien subir las escaleras entrando al cuarto de sus padres, no supo cual de los dos era, solo estaba feliz de que la pelea haya terminado.

Salió de la cama lentamente para no despertar a su hermana, luego bajó hacia la sala viendo el desastre que había sintiendo un peso en su pecho, no sabía que había pasado, ni siquiera sabía porque sus padres habían discutido y hecho la sala un desastre, simplemente se puso a limpiar todo, para cuando regresó a su habitación tenía tres horas para dormir e ir a clases. Nunca imaginó que regresaría al infierno de donde lo habían sacado.

Diario de Chocolate - SooKaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora