¯'·.·★𝓟𝓮𝓽𝓪𝓵𝓸𝓼 𝓭𝓮 𝓸𝓻𝓸 ★·.·'¯

8

— el dios miro a los 6 santos de oro con unos ojos blancos que salieron del universo que tenía por cara, y una profunda voz salió del interior de aquel universo —

Un placer verlo caballeros dorados

— el dios sostenía una gran esfera dorada en su mano—

Así es, él es el Dios Cronos, quien me ayudó a devolverles la vida, y viene con buenas noticias

—la diosa Athena se veía feliz, sus ojos estaban brillando, su sonrisa era evidente, pero en ese momento el dios miro a los caballeros con cierta sensación de disgusto —

Logré conseguir todos los trozos de polvo cósmico que antes fueron sus compañeros dorados, pero algo aquí está mal

— Dijo mientras se movió hacia Aioria —

Dime Aioria de leo, que es lo que te enferma

— Aioria se asustó, el dios parecía saber cosas que nadie aparte de Doko sabían—

Yo, no estoy enfermó, y como es…

Soy el tiempo, yo estuve al inicio de la creación y estaré hasta el final de la humanidad y vida en la tierra, no mientas Aioria, yo sé de los pétalos, la sangre de como en tus pulmones, ahora son la tierra en dónde crecen las raíces de Hanahaki, y no desperdicie mi poder para regresarte a la vida solo para que mueras nuevamente

— El dios se veía molesto, una luz azul salió de su mano y levantó al caballero de leo —

Tendré que ejecutarte ahora

— un destello dorado salió detrás de Aioria cortando el flujo de luz azul —

No te dejaré que le hagas nada
—Shura tenía a Aioria en sus manos cuidando de no lastimarlo—

Así que tú también…

Silencio no te dejaré que lo mates

Entonces si no se cura para mañana regresaré a todos ustedes a la tumba

— El dios creo un reloj en el cielo que marcaba ya las 8 de la noche—

Tienes hasta las 8 de la mañana y si tan valiente te haces llamar, salva la vida de tus compañeros y la tuya

—el dios subió a dónde estaba seiya y Athena fue tras él, Aioria se levantó y salió corriendo en dirección a su templo —

No entiendo qué sucedió

— Shaka parecía confundido, al igual que mu quien estaba procesando todo lo que sucedió, Shura fue corriendo en dirección al templo de leo, Aioria estaba débil por lo que cuando llegó a su templo se desplomó antes de entrar a su habitación —

Aioria estás bien?

— Shura se tiró a los pies de Aioria y levantó su cabeza, en el momento empezó a escupir ramas y capullos bastante grandes junto con una gran cantidad de sangre—

Tú estás con Hanahaki ¿no es así?

— Aioria asintió mientras pone su cabeza en las rodillas de Shura—

Aioria yo…

— los pétalos salieron junto a ramas, sangre y capullos —

Tú también estás muriendo por Hanahaki, como es posible

— Aioria se veía muy asustado, tenía miedo de que pasaría con él —

Yo…
Si tú dejaras este mundo, y yo viviera aún más, vería tu rostro en las estrellas, pensaría en tu voz al caminar por el campo, y sentiría tu aroma al oler las flores, vería la vida en tonos sepias, no podría sentirme mejor si tú no estás aquí, porque estos pétalos, estás raíces que me aplastan el corazón, crecieron por ti

— Shura estaba llorando dejando caer lágrimas en la cara de Aioria —

Yo te amo… y me gusta estar contigo, me gusta estar contigo, me gustaría ser feliz contigo

—la voz de Aioria hizo que Shura quedará frío, sus lágrimas no dejaron de caer, él solo se acercó a Aioria y beso sus labios ensangrentados—

Crees que moriremos por el Hanahaki
—Dijo Aioria mientras se separó un momento del beso —

No lo sé, tal vez la cura era una mentira, tal vez moriremos mientras dormimos, pero ahora siento más ligero mi pecho, y si llego a morir hoy, me llevaré este beso con Migo, lo llevaré en mi corazón para siempre

— una hora después, Aioria se levantó y entro a su templo tomado de la mano de Shura, ambos se acostaron en la cama, no se desnudaron, solo se besaron, abrazaron y Aioria recostó su cabeza en el pecho de Shura y ambos se quedaron juntos —

Shura~ si muriera hoy quisiera encontrarme con Tigo en otra vida

Yo te buscaría con todas mis fuerzas, y no me rendiría hasta encontrarte, espero vivir hasta mañana, y que también vivas, para besarte, y amarte.

—Ambos se dieron un beso más y se quedaron dormidos, abrazados mientras el reloj de Cronos se movía —