CAPITULO 2. No importa lo que vayas a ser, siempre y cuando seas la mejor

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Cuatro meses después.

—No he podido borrar su chat...—confesé y bajé la cabeza—, a veces le escribo. Se que no va a responderme, pero siento alivio cuando le cuento algo, porque por un momento, ella no se ha ido, pero cuando termino de contarle, se que su respuesta jamás llegará. Y vuelve a dolerme. El otro día quería tanto escucharla que volví a reproducir sus audios y entonces allí estaba uno en verde. ¡En verde!. Ella me había mandado un audio y nunca lo había escuchado.

—¿Qué decía el audio? —me preguntó Susan, apretando mi mano. Limpié mis lágrimas antes de responderle.

—Me decía que le preocupaba que Derek no sintiera lo mismo que ella porque había soñado que él la rechazaba. La noté triste y yo ni la escuché. La ignoré por completo y ni me acuerdo por qué.

Mis lágrimas eran de rabia hacia mi misma, de pesar y también de miedo, de que mi amiga hubiese muerto con algún tipo de rencor hacía mi.

—Gracias, Karim, es normal que cuando una persona se marcha de nuestras vidas tengamos remordimientos y asuntos sin resolver y eso son los sentimientos que no nos dejan avanzar a la sanación— Gigi, era la mejor psicóloga con la que había estado, aunque a veces tenía mis diferencias de opinión con ella—. Como puedes notar, Susan y tú, comparten los mismos remordimientos y pesares. Tu no respondiste un audio de Andrea, y a Susan le dio flojera quedarse en su casa aquel día que se lo pidió. Pero eso no influyó en su amistad con Andrea. Estoy muy segura que muchas veces ella las dejó en visto en el chat o que incluso inventó alguna excusa para no salir porque estaba cansada, para no responder un mensaje o una llamada. Y aunque lo hubiesen sabido en su momento, no afectaría la amistad de ustedes ¿o si?.

Negamos, pero la sensación de remordimiento, no desapareció

—Karim, Susan, estoy muy contenta con el avance que hemos tenido en estos meses desde que Andrea falleció. Se que los días que les ha tocado vivir no han sido fáciles, han sido por el contrario muy difíciles, muy complicados, muy dolorosos, pero, aunque no conocí a Andrea, sé que estaría muy orgullosa del coraje y la valentía que han tenido para enfrentar su ausencia.

Las palabras de Gigi siempre eran especiales para mí.

Cuando Andrea falleció, Susan y yo nos perdimos. Nos perdimos en todas las formas en que podíamos perdernos. Nos costaba comer, nos costaba dormir, y nos negamos a ir al instituto sabiendo que estaría un pupitre vacío a nuestro lado. Terminar ese año con estudios en casa fue la mejor decisión que nuestros padres pudieron tener, el mejor deseo que pudieron complacernos.

Y no es que no lo hubiésemos intentado, lo hicimos, y esa fue una semana infernal. Las tres éramos inseparables, tres mosqueteras caminando por los pasillos, ahora, éramos solo dos chicas tristes, que todos miraban con lástima y dolor.

Nos hicimos expertas en detectar esos pequeños cambios que hacían los profesores y los otros estudiantes para aparentar normalidad, borrando a Andrea sutilmente de todas las actividades. Los grupos para los trabajos ya no eran de 3 personas, el pupitre que sobraba, que hubiese estado ocupado por Andrea, lo sacaron del salón, y como esas muchas otras cosas más que solo empeoraban nuestra tristeza.

Pero la gota que derramó el vaso fue cuando sacaron a Andrea del cuadro de honor de notas. Pensaron que tener su foto allí sería difícil, pero no tenerla fue peor, como si quisieran borrar su existencia. Nuestra amiga que se desvelaba estudiando, había perdido su puesto en el pódium que tanto había luchado. Susan y yo comenzamos una discusión con todos los profesores, con el director y la subdirectora, además reventamos el vidrio de la cartelera y colocamos una foto de Andrea, en el pequeño recuadro que marcaba la mejor del instituto. Algo que consideraron vandalismo, pero que solo era una muestra de que queríamos que nuestra amiga terminara su año escolar con nosotras, sin embargo para el profesorado y el instituto en general, ameritó que comenzáramos con urgencia a ver a una psicóloga.

Karim y PeytonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora