La parte preferida del día de Susan, era que yo le contase todo lo que había hablado con Peyton la noche anterior. Mucho más si el cuento implicaba que la noche anterior había estado encerrada en un baño con él, con nuestras lenguas enredadas.
Así que por supuesto cuando me levanté casi a las 12 del medio día del sábado, tenía varias llamadas perdidas de mi amiga y algunos mensajes intimidantes que me hicieron reír. Volví a bloquear el teléfono y me acurruqué para dormir un poco más.
—Tienes el sueño muy pesado.
Su voz me hizo saltar en la cama. Susan estaba sentada en mi escritorio, al parecer estudiando, pero sobre todo esperando pacientemente que despertara. Tenía dos horas esperando que me levantase, así que en cuanto abrí los ojos y pasé el pequeño infarto que me había ocasionado, me levanté.
Con muy poca paciencia esperó a que fuese al baño, me cepillase los dientes y buscase algo para comer. La estaba molestando un poco, solo por placer personal. Finalmente mientras me comía un emparedado con jamón y queso, y degustaba mi enorme taza de café con leche, procedí a contarle todo lo ocurrido desde que entramos a aquel baño hasta que nos despedimos en la madrugada.
Susan ahogaba sus gritos contra uno de mis cojines, con su cara enrojecida y con una inmensa sonrisa en el rostro.
—¡Tienes que decirme cómo besa! No es por ningún fin morboso, en realidad quiero saber si fue así como lo habías planeado; si fue cariñoso, salvaje. ¿Dónde estaban sus manos y las tuyas? —hablaba tan rápido que me costaba entenderle.
—El beso fue...—y grité emocionada lo que no había gritado anoche. Si me concentraba podía revivir la sensación de su lengua enredada con la mía—. Y cuando me apretaba las caderas ¡casi me derrito!.
Gritamos como locas, tanto que mi papá tocó la puerta y entró un poco alterado.
—¡Dios! Chicas, casi me matan de un infarto. ¿Qué tanto gritan?
—Es que... renovaron nuestra serie por una temporada más—mintió Susan. Mi papá rodó los ojos y se fue, mientras nosotras reemprendíamos nuestras risas y gritos.
—¿Cuál es el siguiente paso? —preguntó Susan, una vez nos calmamos—. Podríamos mandar una nueva rosa, con tu nombre y así acabar con ese misterio, porque considerando que ya se conocen las muelas, quizás deberías presentarte y ya.
La sola idea me llenó de miedo y ansiedad. No podía asegurar que yo le gustase solo por esos minutos en el paraíso, después de todo pudo haberse besado con cualquiera a la que la suerte le hubiese tocado.
—Creo que sí podría dejarme ganar un poco para darle otra letra, pero no quiero aun revelarle mi identidad. Quiero conocerlo un poco más primero
—¿Qué más lo puedes conocer siendo Nocturna, que siendo Karim?.
—A veces es más fácil hablar con extraños, lo sabes. Además ¿y si no es quien creo que es? —me sinceré con mi amiga, exponiendo uno de mis miedos más recurrentes—, a veces creo que he imaginado por completo a Peyton, y cuando descubro cosas nuevas de él, cosas que creía que eran de otra forma, me da miedo pensar que lo he idealizado y que me enamoré del Peyton que hice en mi cabeza y no del real.
—¿Y eso qué importa? Lo vas conociendo cómo una persona normal conoce a su pareja.
—Si no es quien he imaginado que es, se me romperá el corazón y no está listo aún para eso, el pobre aún lidia con la muerte de Andrea.
—Gigi dice que no podemos tenerle miedo a las cosas solo porque Andrea murió, que no debemos tener miedo a la vida. Estoy segura que permitirte conocer a un chico lo incluiría en esas cosas a las que no debemos tener miedo. Amar no siempre implica perder—me recordó
ESTÁS LEYENDO
Karim y Peyton
Teen FictionKarim comienza su último año del instituto, teniendo que lidiar con la muerte de una de sus mejores amigas, y este hecho hace que se replantee toda su esencia y su futuro profesional. Se ha convertido en poco tiempo en una nueva versión de ella a la...