capítulo 2

494 69 111
                                    

CAPÍTULO DOS

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CAPÍTULO DOS.

Adeline caminó de un lado al otro en su dormitorio, su padre la había encerrado desde que estuvo devuelta en la mansión. Ya llevaba una semana encerrada a modo de castigo, y aunque al inicio se había molestado, luego se dio cuenta que prefería estar encerrada a tener que verlos. Después de todo, en su dormitorio no le hacía falta nada, tenía un baño igual de grande que la habitación, tenía sus dispositivos a mano, y la mucama —quién le tenía cierto aprecio a Adeline—, le llevaba la comida todos los días.

Sólo podía pensar en ese hombre que la había ayudado en el bar, quería volverlo a ver, pero tampoco sabía cómo. Quizá si fuera de nuevo a ese bar podría verlo, o sino, preguntar por él. Pensaba averiguarlo ese mismo día, ya que su padre le había dicho que sólo contaría con una semana de castigo y luego hablarían sobre el tema que había quedado pendiente entre ellos.

Por lo tanto, ahí estaba Adeline, moviéndose de un lado al otro con los nervios comiendo su cuerpo.

De repente, sintió que golpeaban su puerta y esta era abierta sin esperar una respuesta de su parte.

—Adeline.

Era su padre.

Adeline trató de sonreírle, pero este sólo le hizo un asentimiento de cabeza y dio media vuelta, indicándole que lo siguiera, y así hizo, caminando detrás de él mientras se dirigían al comedor principal.

Al llegar, notó la presencia de su madrastra, por lo que no pudo evitar hacer una mueca con disgusto.

—Adeline, querida —dijo la mujer, como si la hubiese extrañado.

—Madrastra —respondió Adeline, tratando de sonar cortés.

Su padre carraspeó, llamando la atención de las féminas.

—Adeline, continuarás con el matrimonio —dijo, así sin más.

La boca de Adeline se abrió un poco, expresando su sorpresa.

Su rostro se afligió, dándose cuenta que su padre nunca cedería... Pero ella tampoco lo haría.

Y de repente, se sintió tocar la puerta, a lo que su madrastra se acercó con una sonrisa victoriosa a abrirla. Su sonrisa se ensanchó cuando vio al joven cruzar la puerta, junto a sus padres.

Tras saludarse, su padre volvió a tomar la palabra: —Los presento. Esta es mi hija Adeline, Andrew. Adeline, este es tu futuro esposo, Andrew.

Y si bien el joven frente a ella no era poco atractivo, ni tampoco tenía aires de altanería, no le atraía. Y sin saber porqué, pensó en él, en Leon.

older, leon s. kennedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora