capítulo 3

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CAPÍTULO TRES

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CAPÍTULO TRES.

La luz solar se introdujo a través de la ventana, golpeando el rostro de Adeline y causando que sus párpados comenzarán a sentirse incómodos de repente. Sin cuidado, llevó sus manos hacia estos y comenzó a tallarlos, quitando el poco de sueño que la retenía de levantarse de la cama. Sin embargo, no abrió los ojos, disfrutó de la oscuridad que le brindaban y comenzó a mover su cuerpo de un lado a otro en la cama, deleitándose de la comodidad. Tras unos segundos, distinguió el cantar de los pájaros que le indicaban el comienzo de un nuevo día, y sonrió ante eso.

Se sintió lindo, y casi olvidó que durante la noche había escapado de su casa y había huido, pidiéndole acogimiento a Leon.

Abriendo sus ojos al recordarlo, se sentó sobre la cama, dándose cuenta que seguía con la ropa con la que escapó y ni siquiera se había colocado su pijama. Había estado tan estresada, que sentir la cómoda cama bajo su piel provocó que el sueño se la comiera sin problema.

Adeline se sintió mal, Leon había dormido en el sofá cuando tenía una cama lo suficientemente cómoda para dormir, pero aún así, él prefirió darle en el gusto a ella y cederle su dormitorio. Se sentía como una usurpadora.

Colocó un mechón de cabello tras su oreja, levantándose de la cama. Acercando su bolso, sacó de el una toalla blanca y ropa nueva, y se encaminó hacia la puerta para quitar el seguro, para luego salir finalmente del dormitorio.

Debía tomar una ducha.

Recordó dónde estaba ubicado el baño, cuando anoche Leon se adentró a el después de haberle dicho que le permitía dormir en su dormitorio, y sin pensarlo demasiado, se acercó.

No había muros en la costa, por lo que con suavidad abrió la puerta del baño. Aunque al abrirla, aprendió una lección: primero debía tocar, aunque pareciera no haber nadie.

Sus ojos se abrieron de par en par, y parpadeó un par de veces con vergüenza.

Leon estaba frente a ella, vestido con su pantalón oscuro mientras colocaba el primer botón de su camisa azul, revelando su torso desnudo. Él no se inmutó al verla.

Ante la imagen tan seductora que le brindada Leon, Adeline no pudo evitar que su rostro completo se sonrojara. Se veía tan... Celestial.

—¿Te vas a quedar ahí mirando? —preguntó, mirándola con un atisbo de burla.

Al oírlo, Adeline cayó en cuenta que lo estaba admirando como si fuera la pintura de arte más codiciada, y se echó levemente hacia atrás.

—Yo... —comenzó diciendo, no sabía qué decir si seguía viéndolo, por lo que se volteó, y continuó—. Discúlpame, Leon... La siguiente vez, tocaré antes de entrar.

Leon asintió tras ella, riendo un poco, y terminó con el último botón de su camisa.

—Tranquila, ya acabé, ahora te puedes duchar —dijo con un tono suave, viendo que Adeline traía una toalla consigo y ropa limpia.

older, leon s. kennedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora