CAPÍTULO 1

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Me despertaba de apoco, mientras que mis ojos se acostumbraban a la luz...

-¿Pero qué? - veía como mis manos estaban atadas y mis piernas también...
En que lío me había metido...

Lo más raro es que estaba bañado, con una prenda fina, ¿de niña? da igual, me brillaban los labios no quería saber que era, y mis mejillas ardían como si me los hubieran pellizcado.

Autora [^^]: Tal vez sea un intento de rubor natural, jeje.

Porque estaba en un templo, esto está mal... por algún motivo le daba escalofríos estar en ese lugar, quien sabe lo que le harían.

No me podía parar, era más que lógico.

.

.

.

De la nada apareció una mujer muy bella.

-Tranquilo, no tengas miedo pequeño, ven hacercate - aquella joven me mostraba una sonrisa muy bonita.

-No quiero sonar grosero ni nada por el estilo pero,¿Cómo se supone que lo haga, si estoy atado? - mostrando mis muñecas.

- Disculpa por aquello - se levantó y se dirigió en donde yo estaba... y me cargo...
Me dejo serca del centro de aquella habitación. Y se marchó.

Un hombre apareció, trayendo consigo un depósito pequeño.
Mierda... ese era el tipo que lo noqueo hace unas horas...
Que hacia el ahí...

-¿Qué es lo que quieres de mi? - un intento de alejarse pero termino cayendo.

-No te preocupes, no pienso hacerte nada - colocando el depósito a un lado -Ven - se hacerco a mi y agarro mi cara, comenzó a dibujar líneas en arriba de mis ojos y debajo de estos... eso es sangre, que asqueroso.

-¿Qué haces? - dudoso...

-Haces muchas preguntas pero te lo diré, estoy representando los seis ojos en ti - dijo para luego volver a tomar aquel depósito. Y como hizo aquella mujer, se marchó...

De la nada el techo comenzaba a retirarse y dando paso a la luna llena, a decir verdad la luna estaba brillando y por ende estaba más hermosa de lo habitual...

Todas las puertas se abrieron de golpe y salieron muchas personas rodeándolo pero tomando distancia, se arrodillaron y al parecer estaba comenzando un ritual... que mal.

La luz que la luna se intensificaba y de repente apareció un joven de tes blanca con algo que cubría sus ojos...
Esto parecía magia negra solo que ese era blanca...

Suguru se encontraba asustado...
No encontraba sentido en aquel momento y el estaba apunto de desmayarse.

Los hombres aún arrodillados se dieron la vuelta y se marcharon dejándome sólo con aquella entidad...

-Hola pequeño - comenzaba a bajar aquella escalera que se encontraba en el centro de la habitación.

- Aléjate de mi, ¡NO te hacerques! - intente como pude alejarme de el.

- Oh... que extraño, muchas de las ofrendas que me han dado no actúan de esa manera - sonrió para bajar el último escalón y comenzar a caminar hacia el joven azabache.

Quedando frente al joven de aquellos ojos afilados, se arrodillo.

- Déjame quitarte eso - señaló a las ataduras.

Geto no dio queja y se dejó.
Ya más libre, el terco joven se intento escapar...

- Por más que quieras irte, no puedes... - aun arrodillado, se echo para atrás.

-¿Porqué no puedo? - intentando abrir una puerta al menos.

-Para empezar tienes las marcas en tu cara... - El azabache comenzó a quitarlas - Y por más que te las quieras quitar no lo lograrás, después de todo ya quedaron marcadas en tu alma... Mi presencia causa eso, fui invocado por aquello y ahora me perteneces... y aunque logres salir, no podrás huir de mi, ya que las marcas también sirven como para la ubicación de individuo, en pocos términos te encontraré aunque te hallas escondido debajo de una roca.

- Claro que no... no es cierto - pequeñas lágrimas resbalaban de su fina cara, muestra de lo afectado que estaba...

Después de todo el no tiene ningún familiar que lo quiera ayudar o siquiera que lo espere en casa, Nadie...

- No llores, ven aquí, yo te cuidare... - Con timides el joven azabache se acercó a él - Y ¿como te llamas? pequeño - acariciando el cabello de este.

-Me llamo Suguru Geto...

-Un gusto, Yo soy Satoru Gojo Dios de la luna o deidad, como gustes, en si soy la personificación de la luna - Mirando al joven azabache.

-Jajaja, eso no es verdad - susurró.

-Ah?.¿Cómo de que no?, ya vas a ver enano - sobando más fuerte la cabeza del pequeño.

-Ay! AY! - intentando alejar la mano de su cabeza.

-Bueno te llevare a mi hogar - le extendió la mano - Si quieres venir conmigo toma mi mano.

El joven Suguru no sabia que hacer si tomar la mano o no, claro después de todo no perdía nada, porque nadie lloraría su ausencia...
Acepto.

En un abrir y cerrar de ojos fue transportado a un lugar raro, que era cubierta por un manto...

-Te presento, este es mi lugar espiritual o mi dominio, es donde suelo vivir - caminando en dirección en aquella casa japonesa - Oye no me dejes - suguru camino en la dirección de satoru.

El albino le mostró muchos lugares de la casa y una de estas era la habitación del pequeño... prácticamente quedaba al lado de la habitación de la luna...

-Bien pequeño suguru, quédate en tu habitación, en el armario hay ropa si te quieres cambiar - este sonrio.

-Claro que lo haré... - sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas.

-Bien, vendré en unos minutos con tu cena, supongo que debes estar hambriento...

-SI! - emoción.

Satoru se retiro a la cocina encontrándose con su fiel servidora Shoko.

-Hola Shoko, puedes servir comida para el pequeño - sentándose en una banca de la habitación.

- Esta bien, pero tengo dudas - agarrando un plato - Cuentamelas - dijo satoru -¿Porqué lo dejaste quedarse? - comenzando a servir.

-¿Te molesta su presencia? - dudoso.

-Para nada, es solo que me sorprende, ya que usted nunca dejo que se quede ninguna de las ofrendas que les ofreció los pueblerinos - ahora sirviendo te.

-Oh, es eso, hice una excepción con el, ninguna de la personas que estaban ahí lloraron, y usualmente siempre están los padres para ver como sus hijos se hiban, eso no pasó con el...

-¿No estaban llorando, ninguno de ellos? - dejando todo lo servido en una bandeja.

-Ninguno de ellos, es más parecían felices - tomando la bandeja.

La deidad no se digno a cuidar y encerrar a uno de los niños y a los pocos días los terminaba devolviendo, llevándose toda la confianza de los ciudadanos.

- El no tiene a nadie que lo espere, no tiene padres, lo vi llorando desconsolado y el se quedara desde ahora, mañana haré mi presencia y les diré a los pueblerinos que ya no necesitare de las ofrendas, me basta con el, eso esta bien, ¿no? - comenzando a caminar.

-Si, eso esta mucho mejor, alimentelo bien.

Y satoru se marchó...
ese día suguru comió hasta cansarse y después de aquello durmio plácidamente, haciendo que Satoru sonría.
Aquel pequeño realmente parecía un bello ángel caído del cielo y sin darse cuenta comenzó a cerrar sus ojos...
Donde terminaron durmiendo juntos.

Ofrenda  ||『SATOSUGU』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora