VII

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Prefiero los solsticios que los equinocios, porque todo el mundo sabe que en San Xoan, as meigas saen a cazar.

Prefiero el cantar dunha curuxa ou dunha anduriña a aquel de vistosísimas especies tropicales.

Prefiero la cálida sombra dun carballo a la fría presencia de los eucaliptos.

Y el sonar lejano de la estridente gaita y la armoniosa pandeireta.

El rumor del Eifonso, el tranquilo avance del Arenteiro o las curvas del Lagares.

Las tardes con amigos, na Freixa ou en Covelo. Os risos eternos...

El croar de las ranas en el campus As Lagoas. Y su risa fascinada ante su belleza.

El ímpetu del viento norte en lo alto del Castro, sobre tierras celtas, o el suave roce de la brisa na Pena dos Namorados.

Las leyendas susurradas al fuego de la chimenea, en las noches nevadas do Courel. Con el queso do Cebreiro en la mesa y la carne que viene después.

Mouras expectantes en cada cueva, lobishomes aullando a la luna en la infinidad del bosque, puertas cerradas a la Santa Compaña (no vaya ser).

Y ese dulce acento, tan melodioso, tan especial, tan nuestro. Cántame ó ouvido, amor meu, cantigas de amor con aloumiños.

Acobijada por los "malo será" y los "érache bo", camino sin prisas entre fentos y ortigas.

Antes que los cálidos brazos de océanos extraños, prefiero la refrescante caricia de mi Ría Baixa, mi hogar.

A ti, tierra mía, fogar de soñadores...

Sempre eterna... Galiza.

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⏰ Última actualización: Jun 11 ⏰

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Cartas que nunca enviéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora