Capítulo 2

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JADEN

Reviso todo el salón desde el asiento del sofá. Todo está desordenado y destrozado por los momentos de rabieta que tiene Estrella de vez en cuando.

Todavía no creo que sienta el vacío dentro de mí, un vacío que nunca antes había sentido. El amor no sólo iluminó mi vida, también la destrozó y la tiró río abajo sin importancia; como bolsa de basura a contenedor.

Nunca he sentido la necesidad de alejarme de todo aquello que me recuerde a una persona, pero Bea consiguió que me alejara del piso y comprara una casa en el barrio de Santa Clara; alejado de todo el centro de Sevilla.

Lo último que deseo es causarle más daño a una chica que vino solo para cumplir sus sueños y ha terminado destrozada por culpa de un ser insensible como yo.

Ahora, estoy sentando en el sofá con una depresión enorme y viendo como en los programas solo saben hablar de mierdas sobre cotilleos de personas que no me importan un carajo. Aunque no me guste ver estos programas, me gusta cuando hablan de Bea y sus proyectos finales.

Me sienta bien saber que le va perfectamente en todos sus proyectos y que está consiguiendo eso por lo que tanto ha luchado. Aunque yo no esté en su vida, siempre voy a estar en su sombra apoyándola hasta el final.

—Tengo la información de que Bea Jiménez está en una relación con alguien muy conocido —soltó una de las colaboradoras.

—Vete a la mierda...

Apagué la televisión y comencé a escuchar como un ruido extraño salía de la habitación vacía. No me he parado a modificar las habitaciones y a reformar el exterior de la casa, ya que no tengo ninguna gana de ponerme creativo.

Me levanté y fui directamente a ese sitio del que los sonidos se hacían más profundos. Mis ojos se abrieron como platos al ver como Estrella mordía uno de los cojines de adornos que tengo para el sofá. Es de un color gris... bueno, lo era.

Suspiré y me rendí al ver como el suelo estaba completamente blanco por la ruptura que le ocasionó la perra a la almohada. No es la primera vez que hace alguna de estas trastadas, pero no pienso reñir a esta pobre criatura. Si esta es su forma de desahogarse por la poca, por no decir nula, atención que le dio Bea desde que se fue, que lo haga sin reproches.

No es que no tenga ganas de conversar con Estrella, sino que no me veo capaz de empezar una conversación ni con las miles de barritas de chocolate que me como al día. Nunca he sentido que la soledad me ataque tan fuerte, aunque la soledad siempre me ha acompañado y ha ido de la mano conmigo. Todo esto es nuevo para mí. Y muy doloroso...

—¿Quieres dar una vuelta? —pregunté a Estrella, agarrando la correa de pasear.

Una de las cosas que me ayudan a desahogarme con todo esto de la separación con Bea, es salir a dar un largo paseo con Estrella. A mi me ayuda a sobrellevar todo esto y a ella le ayuda a sacar todo el estrés que tiene con eso de crecer y romperlo todo.

Como es de costumbre, Estrella no tardó ni dos segundos en aparecer moviendo su pequeño rabito y su pequeña lengua fuera. Me parece raro verla cuando da esos saltos de alegria al ver como agarro su cuerda de color verde, la cual escogió ella cuando fuimos a la tienda de animales; junto con su cama rosa pastel con formas marrones de huesos exparcidos por toda la cama.

Un ladrido es lo único que quise para tener su afirmación. El problema viene cuando se convierte en un ladrido tras de otro, junto con miles de vueltas, persecución de su propia cola, rastreo de todo el espacio, llantos por la desesperación de querer ir a la calle... Todo un desastre.

Lo primero que hago es irme a las afueras de los chalets. No tengo ninguna gana de tener que pelearme con los vecinos por la peste del pipi o de la caca. Yo recojo la mierda y le echo agua al meado, pero no parece ser suficiente.

Todas nuestras lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora