Capítulo 13

331 23 13
                                    

Os pongo en el encabezado una de las grandes canciones que ha dado las fusiones del flamenco con otros géneros musicales.

Una letra sacada del Poeta en Nueva York escrito por el gran Federico García Lorca, cantada por el maestro Enrique Morente y a sones de toque de guitarra por el gran maestro Vicente Amigo.

Pd. se que he pasado mucho tiempo sin publicar, pero estoy teniendo muchos desacuerdos y peleas con la editorial. Puede que el capitulo sea cortito, pero es mû bonito


BEA

Lo primero que vi al abrir los ojos fue una habitación rara. Estaba completamente pintada de blanco, con muebles antiguos y con solo una cama de matrimonio que parecía recién comprada; es decir, un dormitorio que necesita ser reformado al completo.

—¿Jaden? —pregunté susurrando, acordándome de cómo acabé en aquella habitación.

Recuerdo como la vista se me nublaba por el camino y el dolor en la barriga se hacía intenso, algo que no me había pasado antes. Seguro que es un cólico por andar comiendo lo que me venga en gana.

Como antes estaba controlada por la alimentación que mi madre me obligaba a comer...

Saqué el móvil de mi bolsillo, apreciando por unos segundos el foco de la pantalla cegando mis ojos. No entiendo como se puede cegar alguien con el brillo bajado al máximo, pero esa soy yo...

Me levanté sintiéndome rara en aquella habitación. No sé por qué le dije a Jaden que no quería dormir en su dormitorio cuando me da igual lo que haga.

Los celos me ciegan algunas veces por una persona que ya no forma nada sentimental en mi vida. Es un simple amigo que quiere verme en plena forma y no estar tirándome por los rincones.

«Vas tú y te crees eso de que solo sientes ser su amigo».

Me levanté con sutileza, apreciado como no entraba ni un solo rayo de sol por la ventana. No quiero despertar a nadie que pueda estar durmiendo con Jaden o en su cama....

Joder, que maniática soy.

Debería confiar más en él cuando me dice que no se acuesta con nadie ni quiere tener nada romántico, solo me quiere a mí. Pero después de haberme ocultado todo eso de las peleas y su vida oculta, no puedo llegar a fiarme al completo de él.

Abrí la puerta rezando para que no sonara y pudiera pillar a Jaden desprevenido. Para mi sorpresa, cuando abrí la puerta me encontré con un hombre sentado en el suelo, justo en el marco de la puerta.

Sus ojos son tan bonitos como siempre, sus labios siguen estando igual de hinchados, su pelo sigue igual de rizado, su abdomen desnudo parece estar más ejercitado...

A su lado había una bola de pelo bastante grande de color blanco y canela. Estrella creció en los pocos días que estuve alejada de ella. No era mi intención apartarme de ella, pero cuando cogí la maleta y salí corriendo del piso, no quise saber nada de nadie.

Me siento mal por no haberme acordado de ella.

Sus ojitos se abrieron poco a poco y su cola empezó a moverse de un lado para otro, provocando varios golpes en el suelo y haciendo un ruido capaz de despertar a cualquier dormilón.

—Vas a despertar a...

El pecho de Jaden comenzó a moverse con agresividad y profundidad, su respiración se aceleró por segundos y sus manos temblaban como nunca antes había comprobado en alguien.

—Déjala en paz —susurró atragantado por un nudo en su garganta.

Me arrodillé y puse mis manos sobre sus hombros, intentando calmar sus reacciones a una pesadilla de la que no tengo idea de su existencia. Nunca antes lo había visto de esta forma.

—Jaden despierta.

Sus ojos se abrieron con una respiración de ahogamiento, sus manos se impulsaban en el suelo para quedarse casi sentado.

Apoyé una de mis manos con lentitud y suavidad en su pecho, esperando a que redujera la agresividad de su respiración, observando cómo sus ojos buscaban algo de calma y verdad, como si quisiera comprobar que realmente fue solo una pesadilla.

—Estoy aquí, no te preocupes —susurré mientras su ojos se apoyaban en mis labios, procedimiento que me hizo tragar saliva para contener las ganas de besarlo, buscando mi mirada segundos después.

—No pasa nada —volví a susurrar, intentando contener su respiración con mi mano en su pecho, mientras notaba como disminuye su tensión.

Sus ojos no se apartaron de los míos, mientras que los míos buscaban algún contacto con sus labios. Era difícil ignorar el hecho de que tenía al chico al que he amado y sigo amando, a merced de cualquier vulnerabilidad.

A día de hoy y después de conocer a cientos de personas que me han contado lo difícil, duro y peligroso que es entablar una simple conversación con Jaden; sigo sin entender porqué me sonríe siempre y se comporta tan bien conmigo. Nunca he escuchado un grito de él hacia mí, ni siquiera me ha levantado la mano una sola vez cuando mi antigua pareja me demostró que en la guerra de la posesión del amor todo vale.

—No te vayas nunca, por favor —susurró con los ojos aún entrecerrados y con algo de pesadez en su respiración.

—No me iré nunca, Jaden —aseguré entregando una pequeña sonrisa.

Él me miró fijamente, noto como su mirada se apagaba. Puede que ese momento de pesadilla y encontrarme luego a mí al abrir los ojos haya desviado el hecho de que no estamos juntos.

—No te lo estoy pidiendo, Bea —declaró sin poder elevar mucho la voz por la necesaria respiración y calma—. Te lo ruego, te lo suplico... No me dejes solo.

Su mano se apoyó en mi cintura y todos mis sentidos entraron en alerta por si él se lanzaba a besarme. Sé que ni activando la mayor fuerza de conciencia y orgullo sobre mí, no podrían evitar que mis labios llegaran a tocar los suyos.

Sigo loca por él y él lo sabe, solo que él intenta marcar distancias para que no se me haga todo demasiado incómodo.

Mi espalda fue apoyada en sus increíbles y, todavía intactos, abdominales, mientras que mi pelo quedó sujeto entre su barbilla y su increíble y fuerte brazo; pero, lo que más me revolucionó fue sentir sus brazos rodeando mi pecho y mi cintura.

—Jaden...

Todas nuestras lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora