El peso de la sangre era algo que a todos les afecta, no importa quien seas. Si alguien conoce a algún familiar tuyo automáticamente pensarán que eres como ellos y el apellido Morozov era algo que espantaba a los que conocían sus raíces.
ron weasley...
Ella realmente no sabía que quería hacer con su vida una vez terminara Hogwarts, simplemente muchas opciones llegaban a su mente y no sabía cual era la correcta, aunque Freya sabía que tenía tiempo.
Al cambiarse de escuela lo primero que el profesor Dumbledore pidió fueron los papeles de los TIMOS de ella y de su mellizo Jacob, sobre todo para hablar de opciones en cuanto a lo que quisieran estudiar una vez salieran de Hogwarts.
Freya por su parte tenía bastantes extraordinarios y lo más importante para ella eran las pociones, ya que desde pequeña ha tenido la ambición de inventar una poción para aligerar su sed, la de sus hermanos y la de su padre. Y siempre pensó que sería una buena pocionista. Habló un poco de pociones con el hombre que iba a ser su profesor de la asignatura, le hizo realizar algunas pociones que cualquier pocionista debería saber, y a pesar de que el hombre fuera serio, Morozova pensó que era un genio. El profesor Snape tenía incluso su propia metodología, lo cual la chica había visto pocas veces.
Pero lo más importante para la chica, fue que fue aceptada en la clase.
Su hermano Jacob por su parte estaba obsesionado con ser un Auror, pero la historia de la familia no le ayudaba mucho, sobre todo la sed. Pero al igual que su hermana sus TIMOS fueron increíbles, y tenía la aprobación de tomar las clases que necesitaba.
—¡Freya, Jacob, Margaret! Bajen ahora — su madre gritó desde el primer piso de la casa, aunque para que los dos primeros escucharan no era necesario gritar, su marido, quien se encontraba sentado a su lado se tapó los oídos, el ruido no era el mejor amigo de un vampiro— ¡Vamos a llegar tarde! ¡No pueden ir tarde en su primer día!
—Ma, no es necesario gritar —dijo Jacob tapando sus oídos y Freya que iba detrás de él asintió de acuerdo.
—¿Maggie escuchó? —preguntó ignorando a sus hijos
—Si, dijo algo de que no encontraba su bufanda.
—Accio bufanda de Maggie —la mujer dijo—. ¡Maggie, acá está tu bufanda! —casi al instante la menor bajó las escaleras.
—Muchas gracias Ma.
Todos comenzaron a tomar sus baúles mientras que Yerik tomaba los respectivos anillos de sus hijos del joyero y se los entregaba.
—Esto los protegerá un poco del sol —explicó—. Lo inventé hace poco, recuerden llevar sus gafas de sol y si algo le pasa a sus anillos mandenme una carta, les enviaré otro.
—Gracias pa, los cuidaremos.
—Eso esperamos, su padre pasó todas las vacaciones perfeccionándolos, se encontrarán con Ron —su madre mencionó—. Espero que vuelvan a ser amigos.
