Ya se había cumplido el octavo mes del embarazo de Mahidevran, durante todo ese tiempo se mantuvo encerrada en sus nuevos aposentos, nadie se preguntaba que sucedía con ella nadie ponía atención a ese detalle.
Solamente tres personas notaron aquello, Mukerrem, Mustafá y Mehmed. Estos últimos dos estaban preocupados del porque no la veían en los pasillos o en el Harén como antes.
Hasta que Mustafá, ya harto de la situación, salió en camino hacia los aposentos de Gülbahar. Al llegar, fue retenido por los guardias de las puertas.
—— Déjenme pasar, ¿Acaso no saben quién soy? ¿Debería recordarlo? —— Soltó ya molesto
Desde el interior, Mahidevran podía escuchar la voz del Şehzade Mustafá y tener que escuchar los intentos que hacía para poder entrar la hicieron reír.
—— Déjenlo pasar —— Hablo lo suficientemente fuerte para que los guardias la escuchasen
Las puertas se abrieron. Mahidevran rápidamente colocó una capa sobre ella para poder ocultar un poco su barriga. Mustafá entro apresurado y aunque estaba preocupado, también estaba enojado.
—— Gülbahar, ya no vas a mis aposentos, me has estado ignorando estos meses, ¿Qué es lo qué pasa contigo? ¿Acaso me odias? Esque mi padre ya te enamoró, ¿Cierto? Entonces ya no vendrás a verme ——
Varias preguntas y palabras tristes eran las que Mustafá soltaba, la joven soltó un suspiro y se acercó al Príncipe, colocó su mano en su cabeza para acariciar.
—— Alteza, por algunas cuestiones yo no puedo salir de aquí —— Respondió
—— ¿Porqué? —— Pregunto
Antes de decir otra palabra, Mustafá se acercó a la joven pues notaba algo anormal en ella y cuando se acercó, tocó su vientre, su mirada cambio.
—— Gülbahar....——
Pudo observar la decepción y tristeza en la mirada de aquel príncipe que de alguna manera estaba viendo crecer, aquel que lo podía llegar a tratar como un hijo.
—— No es cierto, Gülbahar... —— Susurro abrumado por la sorpresa
—— Alteza ——
—— ¡No! No me digas nada más ——
Mahidevran intento tocar la cabeza del príncipe, pero a cambio recibió un impacto en su suave mano, Mustafá la había apartado bruscamente. Con miedo observo al príncipe, era otro totalmente distinto.
Con enfado y lágrimas en los ojos, Mustafá se retiró rápidamente de aquel lugar para encerrarse en sus aposentos.
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