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Los sirvientes del Palacio Imperial se encontraban alegres tras recibir a cierta señorita de cabellos rojos, pero quien más se alegraba de la visita de aquella dulce señorita era el joven emperador

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Los sirvientes del Palacio Imperial se encontraban alegres tras recibir a cierta señorita de cabellos rojos, pero quien más se alegraba de la visita de aquella dulce señorita era el joven emperador. 

- Majestad 

Hablo entrando a la oficina del pelinegro 

- ¿Qué sucede, Reginald?

- Vine a informarle sobre la llegada de la joven señorita  

- Imagino que se encuentra en los jardines 

- Así es, majestad. 

Saliendo de la habitación, el joven secretario guio al emperador hacia los jardines del palacio

- La ama de llaves y las sirvientas prepararon una mesa con algunos dulces y un poco de té para usted y la señorita. 

- Bien, encárgate de que nadie nos interrumpa. 

- ¿Incluso la emperatriz, majestad?

- Solo si es urgente, de no ser así, la emperatriz podrá esperar.

- Como usted diga, majestad

Tras finalizar la conversación Reginald se detuvo en la entrada del jardín, mientras que el Joven emperador siguió su camino hasta la zona donde estaba la dama de ojos grises.

- Rosie - llamo captando la atención de la joven pelirroja

- ¡¡Perez!! Al fin llegas - la dulce sonrisa que le dedico desde su asiento lo dejo cautivado

- Disculpa la tardanza - se acerco a besar el dorso de la mano de la chica

- Entiendo que aveces puedes estar ocupado - soltó una risa

- Pero ya estoy aquí

- Si, ahora podremos hablar

Ambos jóvenes se pasaron toda la tarde conversando sobre su día a día, Perez se quejaba de todo el papeleo que debía de realizar ocasionando la risa de Roseline, pero también hablaron sobre un tema que mantenia a toda la nación alerta y ese era "La batalla de cristal", actualmente se encontraban en guerra contra Arbezela. Todo debido a un capricho de la hija de los emperadores de dicha nación.

Sin embargo no fue hasta que el sol estuvo en lo alto del cielo que empezaron hablar sobre el tema principal de su pequeña junta

- Es agradable que siempre me visites

- ¿Enserio?

- Por supuesto, Rosie - sonrió leve - A veces es molesto estar todo el día en la oficina haciendo papeleo

- Pensé que pasabas tiempo con la emperatriz - expreso su inocente pensamiento - He escuchado rumores sobre sus románticas citas a escondidas del público 

Ella no lo decía con intención de burlarse o hacerle sentir mal al joven, al contrario, realmente había escuchado de sus damas y de algunas criadas que la pareja de emperadores salía seguido a citas secretas.

En esta vida estaremos juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora