𝗱𝗶𝗿𝘁𝘆 𝘁𝗮𝗹𝗸 • 𝗿𝗼𝗻𝗮 𝗴!𝗽

ᴘᴀʀᴛᴇ sɪᴇᴛᴇ

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Los besos se volvieron húmedos, demandantes, calientes. Como si quisieran obtener todo de la otra.

La habitación de Hotel estaba siendo cada vez más caliente y más pequeña. Para su suerte, encontraron la cama rápidamente. Robin usó sus manos para empujarla bruscamente, hasta que Nami se separó de ella y su espalda tocó el colchón. No pasó ni un segundo cuando la azabache bajó y comenzó a besar su cuello.

Robin estaba entre sus piernas, por lo que Nami rodeó su cadera y apretó los muslos, atrapando a su novia. Pero por supuesto que la mayor no tenía intenciones de irse.

Las manos de Robin estaban viajando por el cuerpo debajo suyo, el vestido rojo se había subido y una de las tiras se había movido de su hombro, por lo que comenzó a bajar un poco más hasta besar sus clavículas. Sacó su lengua y se dedicó a dejar marcas rojas a su paso, escuchando los jadeos de Nami.

- R-Robin... - llamó la pelirroja en un gemido. - Háblame.

- ¿Qué quieres que te diga? - preguntó con total atención. Antes había oído perfectamente lo que Nami quería que hiciera, estaba dispuesta a hacer cosas que no acostumbraba solo para complacerla. Lo cierto es, Robin pensó que le costaría, mas estaba disfrutando también de eso.

- Úsame. - pidió. - No me importa, haz conmigo lo que quieras, sé ruda.

- Nami...

- Y también quiero que maldigas.

Robin parpadeó. Hace muchísimo tiempo que no decía ninguna grosería y jamás había hablado mal con Nami. Ella tenía su actitud correcta, le gustaba ser así. No veía el por qué su vocabulario debía de verse modificado de esa forma. Sin embargo, cuando se trataba de Nami estaba totalmente a sus pies. Haría lo que su novia le pidiera siempre.

Estaba en una gran lucha interna.

- Amor. - Nami se dió cuenta de sus pensamientos, viéndola quedarse quieta. - No me estás faltando el respeto ni haciendo algo que no quiero, yo te lo estoy pidiendo.

- Yo- Bueno, ¿estás segura?

- Completamente. Está bien que te liberes, no quiero que te pongas límites, estoy aquí para que me uses a tu gusto.

- ¿Y si no te gusta?

Nami se acercó hasta dejar un beso sobre sus labios, con su mano acarició el cabello de su novia.

- Me gusta ser sucia de vez en cuando.

Robin sonrió.

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