Carta para Armando

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Armando,

Sin temor a equivocarme está es la carta más difícil que he escrito en mi vida, pero la más necesaria.

Después de 18 años de matrimonio te la mereces, por el respeto que te tengo y el amor que en algún momento llegamos a compartir.

Tal vez sea un poco confuso entender porque decidí separarme de ti, pero está carta te dará la claridad que mis palabras no han podido.

Hace 19 años que nos conocimos, me enamore de alguien, ese hombre no me veía, por lo que se volvió como dicen por ahí un amor imposible, un amor que había enterrado en lo más hondo de mi ser y llegaste tú, después paso lo de Mario Calderón, no pienses que el amor que te decía tener era falso si te ame por muchos años pero no con la misma intensidad que a él, esa es mi primera confesión.

Paso la historia que tanto conocemos y después nos casamos, él siempre estaba presente en nuestras vidas, en algún momento antes de casarnos salí una vez con él, nada salió como yo pensaba.

Cuando Mila tenía 4 años, volvió al país y empezamos a conocernos, mi amor por él seguía enterrado, pues su forma de ser en el pasado lo había enterrado más profundo.

Mila ya tenía 10 años, él y yo ya éramos amigos, nos tomo demasiados años en llevarnos bien, no porque no tuviéramos nada en común, más bien porque teníamos demasiado en común pero teníamos muchos prejuicios con el otro, además de ciertos resentimientos y dudas.

Se convirtió en un gran amigo, con el que podía hablar de tantas cosas y entiendo que estuvieras celoso, tenías muchas razones para estarlo, no estabas loco como te lo dije, esa es mi segunda confesión, mi amor por él estaba volviendo a la superficie.

A lo largo de estos últimos 8 años, él estuvo ausente mucho tiempo y yo sumergida en el trabajo, tú te quejabas de que ya no tenía tiempo para ti, la verdad es que tenía miedo que te dieras cuenta que mis sentimientos por ti habían cambiado.

Aquí viene la parte más difícil, y no puedo decirte que lamento que haya pasado porque no lo hago, lo que lamento es que estes sufriendo por esto.

Él volvió al país, cuando nos vimos me sentí como si lo hubiera visto la primera vez, me temblaban las rodillas, mi corazón estaba acelerado, sentí el amor por él, lo amaba demasiado y no lo lamente, esa es mi terca confesión, cuando me di cuenta que lo amaba, no pensé en ti.

La primera vez que estuvimos juntos fue en un viaje con tus papás, era tarde, todo estaba oscuro, habíamos hablado mucho y tomado un poco, nos besamos e hicimos el amor, no me arrepiento.

De ahí llegó el año más tortuoso para mí, me convertí en la persona que eras tú con Marcela y tú te convertiste en ella, me celabas con todos y yo huía de ti cada vez que podía para verlo a él y estar en sus brazos.

Después de un tiempo decidimos que lo mejor era que yo me separara pues lo de él y yo era mucho más que una simple aventura.

Armando lamento si está carta te hace sufrir, no es mi intención, solo quiero estar con el amor de mi alma, aquí vienen mis últimas confesiones, nos vamos a casar él y yo.... Y la última, la sospecha que tuviste toda la vida es cierta, lo lamento, Mila no es tu hija.

Espero que el tiempo pueda sanar tus heridas, puede que Mila no sea tu hija de sangre pero tú la criaste, ella ya sabe la verdad, eso es otra historia.

Adjunto los documentos firmados dónde renunció a todo lo que me corresponde por el matrimonio, lo último que quiero es que pienses que solo le interesa el dinero de los Mendoza, adjunto también la prueba de paternidad que se hizo hace un tiempo pero no tuvimos el valor de sacarla a la luz.

Lo lamento,

Beatriz Pinzón Solano.

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