Capitulo 3.

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¡Que rayos!

Yo le caí encima a la pobre bolita de cristal y ahora estaba hecha añicos.

—Por Dios, yo...—

—CALLATE! No quiero escuchar tu horrorosa voz— me interrumpió muy enfadado.

Todos a nuestro al rededor estaban con los ojos bien abiertos presenciando el show que estábamos montando.

—Ahora que voy a hacer? Que le daré a Gisselle?— decía con la torre Eiffel en la mano.

—Puedo compensarlo, solo dejem- —

—Que te calles... lárgate de aquí no quiero ver tu horrible rostro de cerda!— gritó sin pudor.

Las lágrimas estaban amenazando con salir pero no le daría el gusto de verme llorar, desde que mi madre murió prometí no llorar frente a nadie jamás.

—Es mejor que te vallas... Ven conmigo— dijo el mismo chico que se acercó junto a él a ver si yo estaba bien después del golpe con el balón.

Salimos del campo y nos dirigimos a ningún lugar exacto, simplemente caminamos, fue como si el chico supiera que necesitaba alejarme y despejar mi mente.

Después de unos minutos caminando habló:

—Estas bien?— su voz me sacó de mis pensamientos.

—Sí, gracias...— dije fríamente, la verdad es que no estaba bien, me sentía mal por ese chico.

—Disculpalo— lo miré sin entender— A Gabriel... Él está enamorado y por ahí escuchó que dar una torre Eiffel de regalo a la novia era especial y romántico, ya sabes por París la ciudad del amor.

Sus palabras me hicieron sentir aún peor.

—Joder...— dije pasando mis manos por mi rostro con decepción.

—No deberías decir groserías— dijo el chico gracioso.

—Da igual... No puedo creer que es mi primer día aquí y ya cometí un error— dije sentándome en una banca que ni se de dónde salió.

—Tranquila, dijiste que podías solucionarlo, inténtalo— dijo como si fuera tan fácil.

— Como sea... — no sabía que más decir, estaba asustada y preocupada.

—Por cierto me llamo Diego...— dijo desviando el tema.

— Mucho gusto, me llamo Lucy— le sonreí con pesadez.

Hablamos de cosas sin sentido por un largo rato hasta que decidí que era tiempo de volver, descansaría lo más que pudiera ya que a partir de mañana  tendré mucho trabajo que hacer.

— Gracias por todo Diego— dije estando a lado del portón de la mansión, Diego se ofreció a acompañarme para evitar perderme.

— No fue nada... Te deseo mucha suerte con Gabriel, no te preocupes demasiado solo...— un auto de color negro lujoso hizo acto de presencia frente al portón, el portón grande se abrió y el auto paso por nuestro lado y se detuvo antes de entrar por completo a la mansión.

— Diego como estás?— dijo un señor desde el asiento trasero del vehículo.

— Muy bien señor Anderson... Y usted?— dijo Diego con respeto y una sonrisa.

— Bien, bien gracias— respondió para luego percatarse de mi presencia— Quien es la joven Diego?— preguntó bajando un poco sus lentes oscuros.

— Ah... Tengo entendido que es una nueva sirvienta señor— dijo el viéndome.

— Oh... En ese caso, bienvenida jovencita— dijo amablemente.

— Gracias señor— traté de sonar respetuosa y normal.

Después de despedirse de Diego y entrar por completo a la mansión yo igual me despedí del amable chico antes de entrar por completo a la mansión, tenía un mal presentimiento, sabía que el joven Gabriel estaría muy molesto.

Pase el umbral de la puerta asegurándome que el joven Gabriel no estubiera cerca.

Al llegar al inicio de las escaleras sonreí antes de tiempo por mi supuesta victoria ganada. Hasta que...

— Ahí estás gorda estúpida— escuché su ahora muy conocida voz para mí.

¡Dios... Soy yo de nuevo!

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⏰ Última actualización: Feb 03 ⏰

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