Prefacio

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La vida tiene caminos inesperados y la mayoría de ellos tienen desenlaces inexactos y sin finales felices

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La vida tiene caminos inesperados y la mayoría de ellos tienen desenlaces inexactos y sin finales felices.

A veces cuando somos jóvenes imaginamos como será ese futuro que desconocemos, vivimos la gran parte de nuestro presente teorizando, organizando y siendo futuristas para que de aquí a un par de años logremos ver los frutos de nuestro esfuerzo.

Si, muchos lo hemos hecho.

Pero... ¿Qué nos garantiza que esto realmente se vuelva real?

¿Qué ocurre si solo estamos desperdiciando nuestro presente en un futuro que quizás no exista?

A mí me hubiera gustado que alguien me formule esas preguntas, juegue con mi mente y me haga pensar al menos solo por un segundo, que ocurriría con todo aquello que soñaba diariamente y no se hizo real.

¿A dónde fue?

¿Cómo termine así?, Si lo único que deseaba era poder ver ese futuro en el que tanto luche por que se hiciera real.

Aquellos días que soñaba despierto, llenos de ideales o cuando el miedo de no saber si hacíamos lo correcto nos mantenía encerrados en nuestra habitación con lágrimas en los ojos, cuestionando nuestra sola existencia.

¿Ya no volverían?

¿En realidad ya estaba todo perdido?

Es lo que sigue cursando por mi mente mientras observo las fotografías de aquello que logramos tener con tanto esfuerzo en estos quince años, pero a la vez es lo que perdimos en solo instantes.

Fotografías que, a simple vista, parecen solo eso, pero no lo son. Tienen recuerdos en su interior, llenos de risas, llanto, momentos de rebeldía, alegrías y goce que vivimos.

Recuerdo que solía gustarme fotografiar paisajes, pero en ningún momento imagine que al llegar ella a mi vida, me mostraría en sus ojos lo mas bello que puede existir en este mundo.

Un día eres feliz, te sientes la persona más dichosa del mundo, sientes que puedes lograr todo aquello que puedas proponerte y al otro, caes a un vacío profundo, donde no parece haber salida, uno donde solo la oscuridad te refleja y te cuestionas si tu sola existencia vale la pena.

Es entonces cuando entiendes que la realidad es una serie de finales abiertos, la misma que nos mantiene al filo, expectantes, por eso que desconocemos en un escenario que luce desolado y sin rumbo.

Nada parece tener solución, pero quizás solo necesitamos un giro que pueda sorprendernos para que así, la vida pueda seguir su curso.

Y aquí estoy, sentado frente a ese escritorio en el que te gustaba recostar tu cabeza, mientras me escuchabas con atención y yo solo flotaba contándote cada anécdota.

El mismo que hoy esta desolado y solo cargado de recuerdos, pensado en aquel año que fue tan nuestro, tan añorado y angustiante, cuando decidimos unir nuestras vidas, las mismas que ahora se hacen trizas y me dejan sin esperanzas.

¿No hay una segunda oportunidad?

¿Realmente ya está todo terminado?

Me niego a pensar que serás infeliz por el resto de tu vida, quiero creer que puedo darte esa oportunidad, la misma que te de paz y felicidad, aunque no sea a mi lado.


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Aquel año nuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora