Infinito de vida y muerte (1)

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Satoru Gojo
Tu (Hikari Yasu)

Satoru Gojo

-...así que pasarás por la región de Shikoku.

Me detengo justo en la salida de la academia. El director Yaga se encuentra sentado bajo un árbol esperando mi partida. Tenía que encargarme de una maldición especial que había estado ocasionando estragos cerca de un hospital antes de que más personas salieran heridas, incluso los tres hechiceros de primer grado que mandaron no pudieron contenerla. Sin embargo tanto misterio al momento de asignarme la misión me mantenían expectante sobre lo que me encontraría.

Ver a Yaga a punto de hablar conmigo justo antes de irme me confirmaba las sospechas de que había algo extraño en todo esto.

― Parece que necesitan al mejor hechicero― respondo, pero el director se queda callado mirando al horizonte. Me hace una seña para acercarme mientras vigila a su alrededor. Uno de sus muñequitos se pasea entre los arboles marcando un perímetro de vigilancia más amplio.

―Hay una tarea que no te mencionaron, Gojo. Tal vez te la digan una vez que estés allá, pero consideré advertirte antes para que puedas pensar correctamente en el asunto.

Asiento para que empiece a hablar.

―Hace unos meses se descubrió a una mujer capaz de usar una enorme cantidad de energía maldita por lo que se le pidió unirse a la academia. El problema fue que mató al hechicero de grado dos que le transmitió la invitación, escapó de la región de Kanto pero fue encontrada de nuevo y mató al hechicero de primer grado que le advertiría de las consecuencias de sus acciones.

¿Se trataba acaso de un brujo?

―Justo ahora se encuentra en la región de Shikoku, y según lo que murmuraban ordenarte, era que la mataras.― el tono de Yaga es solemne. Tal vez llegó a conocer a alguno de los hechiceros que mató, quizá incluso yo también los conocí. ―Pero tal vez debas decidir por ti mismo antes de hacerlo, hay algo que parecen ocultar.

Si me da problemas será fácil acabar con ella.

―Lo resolveré― declaro levantando un pulgar con una sonrisa confiada. Que Yaga dejara la decisión a mi criterio en vez de acatar una orden de lleno como siempre intentaba me daba más cosas qué pensar.

Asiente de forma cansada mientras regresa a la academia subiendo los escalones pausadamente. Tal vez no decidía si era bueno revelarme esa información, seguro que por eso me la dio cuando estaba a punto de marcharme, seguramente aún dudaba.

Retomo mi camino colocando la mochila en mi hombro. La región de Shikoku es amplia puede que incluso me divierta un poco mientras la busco.

Hikari Yasu

Si supieran quién es la repostera, me pregunto si seguirían comiendo tantos pastelillos.

Dejo la última charola de panqueques de vainilla decorados con crema de mora azul y chispas de colores sobre el mostrador, para que la recepcionista los acomode en la vitrina junto con los demás postrecillos. Mi turno había terminado con esa tanda, y a la vez mi trabajo pues había renunciado hace una semana, permitiéndoles que consiguieran otra empleada. Hoy era mi último día en la repostería.

Me sacudí las manos de algunas chispas que quedaron pegadas en los guantes de cocina, y fui hasta el vestidor donde comencé a quitarme el uniforme. Quité lentamente el delantal que dejé sobre la lavadora del cuarto de vestido para que luego alguien lo lavara, retiré los guantes plásticos desechables que dejé en la basura y me cambié de zapatos por mis botas comunes.

La maldición no se transmitía con los objetos inanimados que tocaba, pero sí en cuanto tenía contacto con otro ser vivo, incluso si se trataba de una planta, sencillamente su energía vital se esfumaba como humo morado en el aire. Saco de debajo de mi ropa un sinfín de collares y pulseras llenos de talismanes que me han protegido de las maldiciones que suelen rodearme cuando no los tengo puestos, gracias a ellos no pueden detectar mi energía maldita.

One Shots - Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora