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Aquella tarde no había conseguido su beso. Marc había cambiado el tema y terminaron saliendo a la tienda por algunos dulces. 

¡Pero no se iba a rendir! Como que se llamaba Héctor Fort. 

Ahora mismo se encontraban en la biblioteca estudiando, más bien se trataba de Marc ayudando a Héctor con algunos ejercicios. 

—¡Es muy difícil! —se quejó de nuevo. 

—Ay Héctor, no es tan complicado, además aquí estoy para explicarte —tranquilizó Marc con una sonrisa. 

—¿Pero de que me va a servir aprender ecuaciones? —puchereó—. Ferran me dijo que no era necesario aprender matemáticas cuando existía la calculadora. 

Marc hizo una mueca. 

—No sé si ese consejo sea muy bueno para ti —dijo. 

—Ya~, no quiero estudiar más —se dejó caer sobre su cuaderno. 

—¿Qué puedo hacer para que estudies? —preguntó Marc sin detenerse a pensar en sus palabras. 

Héctor se levantó con una sonrisa pícara, un plan formándose en su cabecilla. 

—Dame un beso, Marc —pidió. 

—¿Otra vez con eso? Héctor, nosotros somos amigos y los amigos no se dan besos. 

El mencionado solo pensaba en lo terco que era Marc, pero había un detalle, él lo era más. 

—¡Te pagaré, doscientos euros! —exclamó. 

Una reprimenda vino de parte de la bibliotecaria debido al escándalo, el menor se encogió en su sitio un poco avergonzado. 

—Ya te lo dije, las personas no pagan por besos. 

Héctor lo vio con confusión, preguntó lo que se hacía en su lugar para que Marc pudiese aclarar su duda. 

—Generalmente los roban —contestó simple. 

¿Robar? A Héctor le desagradaba la idea. Prefería pagar por ello. Robar estaba mal ¿cierto? 

¡te pago! ★ guiufortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora