Epílogo.

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La luna se levantó entre los árboles. La brisa fría golpeó contra el rostro del peli-negro, este suspiro con lágrimas frescas sobre sus ojos. Sintiendo sus pulmones arder por la cantidad de cigarrillos que había en su sistema. El albino ya se estaba preocupando por la manera en la que estaba fumando.

Luego del juicio Nanami le había explicado todo lo que había pasado. No podía odiar a su amigo por tomar esa decisión, sin embargo no podía quitarle el dolor a Satoru, y el no podría perdonarse con completo, y menos a su amigo.

La noche cayó rápido. Darse un baño y respirar aire fresco era todo lo que quería. Quería tocar el suelo con sus pies quería sentirse vivo, solo podía sentirse vivo de una forma.

El albino lo miraba de costado, su cabeza descansaba en su hombro. El silencio entre ellos estaba apunto de romperse en cualquier momento, las luciérnagas iluminaron de forma hermosa todo el bosque.

Sus pies descalzos se conectaron encima del césped húmedo. Las gotas de agua se estaban volviendo más densas mediante tocaban el suelo ligero.

—Satoru...

El Omega se movió con cuidado. Sus ojos azules brillaron entre las luciérnagas del bosque. Suguru sintió su corazón en la garganta mientras la lluvia se escuchaba de fondo.

Sus manos tocaron el rostro ajeno, El albino cerró sus ojos ante el efímero contacto entre ellos. Unieron sus frentes, las manos de Satoru sostuvieron las muñecas de Geto, El oji-azul casi pudo sentir el corazón del alfa romperse.

—P-Perdoname...

—Te perdono.

Sus ojos se abrieron, Satoru acomodo sus cabellos amarrados a la mitad y quitó sus lágrimas confundidas con la lluvia.

—Te amo, no tengo dudas de eso...tengo miedo y no se que pueda pasar pero. Quiero estar contigo.

Los ojos marrones de Geto buscaron con ansias los labios ajenos. El albino leyó sus intenciones y junto sus labios de forma lenta en un pequeño y casto beso.

Suguru se sentía abrumado de emociones, no sentir los labios de su pequeño angel por tanto tiempo lo estaba matando. Y recibir aquella dosis de dopamina con total rapidez lo hizo sentirse dormido y demasiado cómodo.

Satoru tomo su mano y comenzó a moverlo de su posición por los árboles. Suguru solo miraba las manos pálidas de su pequeño angel. No dispuesto a soltarlas jamás.

Satoru lo empujó para sentarlo a su lado. Se acostaron en el suelo mirando hacia arriba. Las pequeñas gotas de agua caían en sus caras. Se voltearon para mirarse fijamente.

Sus miradas conectaron como si estuvieran obligadas a estar juntas. Satoru unió sus manos en el aire mientras se acercaba al alfa.

Geto sonrio cuando se escondió en su pequeño, sus dedos entrelazados en el ambiente tan cómodo y familiar. Esto era, esto quería. Para toda la vida.

No quería nada más que despertar todos los días en una cama con esta sensación tan llena y pura.

—¿Que es...lo que haremos...?

—Ir a terapia.

Ambos se rieron dejando ir la pequeña tensión entre ellos, Satoru lo miro con lágrimas salientes en sus párpados.

—No me dejes nunca más...

—Dejare la mafia.

Los ojos de Satoru se abrieron más. Sus latidos comenzaban a molestarlo por lo rápidos que eran.

—¿Por...por que?

—Me di cuenta que...nada en esta vida vale más que levantarme todos los días a tu lado.

Japan Mafia [Satosugu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora