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                     Me encantaría llegar jocoso a este punto de mi historia romántica con Taehyung diciendo que, luego de aquel día, las cosas cambiaron entre nosotros, pero no fue así

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                     Me encantaría llegar jocoso a este punto de mi historia romántica con Taehyung diciendo que, luego de aquel día, las cosas cambiaron entre nosotros, pero no fue así. Bueno, no, sí habían cambiado. Nos habíamos unido de una forma algo particular, como el observador que conoce los hábitos de viaje de una persona por cruzarle todos los días en el autobús. Trabajábamos juntos en el proyecto de clase que compartía con mis compañeros de curso y, cada ciertas semanas, se le hizo costumbre pedirme ayuda para practicar anatomía, aunque en todas esas ocasiones llevé ropa interior.

No obstante, yo esperaba algo más. Quizás la noticia de que él y Jimin ya no eran pareja o que, el día del helado, había mentido diciendo que incluso soltero solo sería mi amigo.

Era extraño, sin embargo, ser amigo de él. No porque él fuera raro, aunque tenía un caracter especial y una forma de expresar sus ideas que, a veces, me obligaba a cuestionarme si existían células funcionales en su cerebro o, siquiera, algún rastro de materia gris, sino porque cada oportunidad en la que sentía que nos acercábamos íntimamente, yo era consciente de que algo dentro de mí se sacudía ansioso. Tal vez era curiosidad o el presentimiento de conocerle lo suficiente como para conocer cuál sería la respuesta que me daría a las preguntas que le planteaba, pero era ansiedad, desesperación por volver a saber de él, incluso si habían transcurrido pocas horas desde nuestro último encuentro.

—Él te gusta.

Esa fue la sentencia de Jimin, mi Jimin, una tarde de jueves en la que yo buscaba en el fondo de mi cabeza alguna tontería con la que poder iniciar una nueva conversación con Taehyung mientras ella peinaba su cabello recién teñido de negro en dos largas trenzas.

—Vaya, qué buena conclusión, Jimin. No es como si lo hubiera dicho unas tres veces por día desde que lo vi en la clase de Dongwook. Ah, ma bel enfant —suspiré—, me ha robado la capacidad de fijarme en alguien más.

—No le eches la culpa, pobre hombre —me regañó—. Ya desde antes no te fijabas en nadie, él tuvo suerte. O bueno, mala suerte.

—¡Oye! —exclamé—. ¿Sabes qué creo? Que no ha terminado con Jimin y por eso no se atreve a conocerme más, tiene miedo de enamorarse.

ONOFFONOFF ┃ kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora