Primer Capítulo: Un nuevo comienzo.

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"Yo soy Madelyn Hughes, y reinaré Arsuy."

7 palabras que Madelyn no tiene permitido olvidar desde el primer día que las nombró.

Por otro lado, caminar en círculos por el pasto cubierto de nieve, para tratar de no caerse cada vez que Lean ataca con su palo, es algo que desearía olvidar y evitar, porque siempre acaba más tiempo tirada en la nieve, que de pie luchando. Y hoy no es la excepción.

A pesar de que mañana vendrán los 21 participantes de los cuales solo 3 serán elegidos para participar en las Pruebas de los Herederos, y a pesar de que faltan dos días para las Elecciones y de que estas no necesitan de un entrenamiento previo ya que los Herederos son elegidos al azar, Madelyn no quiere arriesgarse a perder otro día de entrenamiento sin razón. Por lo que, al levantarse esta mañana, fue directa a su entrenador para convencerlo de que la entrenara hoy también.

Más aun sabiendo que en ese "azar" su nombre no pasará desapercibido y será una de las elegidas.

Llamadlo el privilegio—o la desgracia—, de ser la hija del rey.

O simplemente llamadlo corrupción. Muchos lo harán dentro de dos días.

El Rey se aseguró desde el día en que nació su hija, por no decir antes de su nacimiento, de que su destino no fuera diferente al suyo, y si se podía, que fuera incluso mejor. Quizás eso lo haga ver mal rey, pero como padre es el mejor que podría haber tenido y no lo cambiaría por ningún reino.

—Levanta.—no había pasado un segundo de que estuviera en el suelo para que él ya estuviera ordenándole levantarse.

Lean ha sido su maestro de combate desde que tiene uso de razón, le triplica la edad y a día de hoy, Madelyn nunca lo ha visto sonreír o llorar. Incluso a su padre, el Rey, lo vio derramar lágrimas, aunque hayan sido de felicidad, pero aquel hombre era como si no tuviera emociones. A nadie le extrañaría que fuera así.

—Agradece que aún no tengas 18.—le dijo cuando ella agarró de nuevo su arma

Madelyn creía que Lean amaba esa frase, que realmente la amaba y la repetía cada que tenía oportunidad, es decir, diariamente. Desearía que la amaran tanto como él amaba esa frase.

A los 18 años los Sar manifiestan sus dones, es por ley que el Heredero sea de la población Sar. Dentro de 2 meses la heredera cumplirá los 18, le pillará justo en medio de las pruebas, pero ella no cree que eso suponga un problema. Sin embargo, Lean le recuerda constantemente que está equivocada, y que sea cual sea el don que posea, será su perdición.

Aprovechando el silencio que se extiende tras esa afirmación, Madelyn decide atacar por sorpresa, pero él lo esquiva y devuelve el golpe, que roza el lado derecho de su cabeza. Por poco le da. Se mueven en círculos mientras piensa en su próximo movimiento, sería sencillo ir por los pies y derribarlo sin que lo viera venir—aunque siendo él, seguramente si lo vería venir—sin embargo, con la nieve apenas podría alcanzarle las rodillas, ya que estaban cubiertas por ella. Así que simplemente ataca su brazo izquierdo, sabe que es su punto débil, entrenar con él desde los 5 años le sirvió para detectarlo apenas hace 2 años atrás. Y al fin, después de una hora de entrenamiento, logra darle.

Pero Lean no pierde el tiempo y él sí decide atacar sus pies. Así es como acaba Madelyn de nuevo en el suelo.

—Suficiente por hoy, estas muy despistada para seguir entrenando—anuncia Lean. Y no malgasta más tiempo ni palabras, solo se da media vuelta y camina hacia el palacio que espera a 30 metros de donde están.

Suspirando ella inicia el recorrido de vuelta, siguiéndolo, pero no tan de cerca, aprendió hace tiempo que no era buena idea hacerlo. El jardín perdía su encanto cuando caminaba a su lado.

Subió las escaleras deprisa y abrió la puerta de su habitación, cansada pero consciente de que tendría que cenar con su padre si no quería que este la regañara.

Desabrocha sus botas de combate y se deshace de su enterizo negro, quitándose en el proceso, la única daga que se había llevado para el entrenamiento de hoy. De hecho, es la única daga que siempre lleva encima. La guarda en el cajón al lado de su mesa de noche y se acerca al baño, abre el grifo y se posa debajo de la cascada caliente para ducharse, sintiendo como el agua rebotaba sobre su piel llena de moratones.

Una hora después, Madelyn entra al comedor donde el Rey y Wirlen, su mano derecha, la esperan para comer.

—Buenas noches—saluda a ambos.

Wirlen devuelve el saludo con un simple asentimiento de cabeza. Se ha vuelto costumbre verlo ahí, después de la muerte de la Reina, él siempre les ha hecho compañía en las cenas.

—¿Qué tal ha ido el entrenamiento de hoy?—la voz rasposa del rey interrumpe la tranquila melodía del músico, que toca el piano en una esquina del comedor—Espero te sientas mejor, has obligado a Lean trabajar hoy cuando le dije que no iba a ser necesario.

—¿Debería? Pero si él se veía encantado de volver a golpearme con ese palo.

Ambos sonrieron ante la broma.

Acercó el cubierto a su boca para probar el rico estofado que cocinó Donna. La comida de ella nunca decepcionaba.

—¿Nerviosa por mañana?—pregunta Wirlen.

Tragó antes de responder. Se lo pensó un momento, y entendió que realmente odiaba reconocerlo, pero si podía confiarle a alguien sus sentimientos, era a aquellos dos hombres.

—Un poco. No hay razón, sé que son simples personas y que solo se quedarán una noche. Pero va a ser raro tenerlos aquí de nuevo. Le pediré a Donna que prepare algo realmente asqueroso en la cena para que no se queden más tiempo aunque quieran.

Su padre chasqueó la lengua tras una pequeña mueca que se acercaba a una sonrisa.

—Sí realmente quieren, se quedarán.

—Los nervios son normales. Para mí también será raro tener a 21 adolescentes rodeándome y haciendo cosas de adolescentes. Espero no sean muy diferentes a ti, nunca tuve que tratar con tantos a la vez. Si son como tú no será tan difícil.

Madelyn agarró la copa para darle un trago, sin embargo, al sentir el líquido en sus labios lo escupió antes de que pudiera llegar a tragarlo.

La tos dificultó su respiración y lo único que pudo hacer era ver al Rey mientras este tomaba de su copa negando con aire divertido.

—Esa no era la respuesta que esperaba—dijo Wirlen

—Ni yo—respondió él—Mañana vienen 21 participantes desconocidos al palacio Madelyn, un mínimo despiste podría costarte la vida.

—Eres mi padre, lo último que esperaba era que me envenenaras—dijo entre toses.

Aunque no sería la primera vez en intentar hacerlo. Llevaba haciéndolo desde que la princesa inició con las clases de Polvo y Veneno. Nunca había caído en ninguna de sus trampas. Pero hoy apenas se tomó el tiempo de oler el líquido.

—Es solo ruina verde, sinceramente pensé que te darías cuenta—le pasó tranquilamente su vaso lleno de agua, esta vez sí se paró a oler el líquido, y por si acaso, también agitarlo. El rey sonrió ante el gesto—Mañana todo irá genial, Mad.—su sonrisa se volvió dulce, fraternal—No permitas que tus nervios te cieguen. Es normal sentirlos, pero no que te controlen.

—Te la devolveré—respondió simplemente—y a ti también—señala a Wirlen.

El aludido la miró entre indignado y sorprendido.

—¿Qué se supone que haya hecho yo?

—Ocultármelo. ¿Así tratas de ganarte a tu futura reina?

—Cuando seas reina trataré de ganarme tu respeto, por ahora tu debes ganarte el mío—respondió sin titubear.

—Con ustedes es imposible

Esa noche, antes de ir a dormir, Madelyn miró debajo de todos los rincones de su habitación. No sólo por lo que podría haber puesto su padre como prueba, sino también por el sentimiento de estar obviando una extraña amenaza.

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Feliz día del libro<3

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⏰ Última actualización: Jun 20 ⏰

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