Esta historia de "Gran Hermano" sigue la relación entre Juliana y Lisandro, dos participantes con personalidades opuestas que se ven envueltos en un amor prohibido dentro de la casa más famosa del país.
Enemies to lovers
La escasez de comida se hacía cada vez más evidente en la casa de Gran Hermano, y Furia, en complicidad con Lucía, decidió guardar dos huevos en su riñonera. Sin embargo, su plan fue descubierto rápidamente por la voz de Gran Hermano, quien les recordó que esa acción no estaba permitida.
"¿Qué? ¿Que no esta permitido, Gran hermano?" respondió Furia con una expresión de inocencia fingida, mirando a la cámara con cara de perro mojado. Ante esa travesura, ambas corrieron a su habitación entre risas, sin imaginar las consecuencias de sus acciones.
La pelea estalló cuando Isabel, despertada por el alboroto, confrontó a Furia. Intercambiaron palabras hirientes y barbaridades, creando un enfrentamiento acalorado. La discusión, intensificada por la presencia de la cámara nocturna, adquirió un tono tenebroso, e Isabel parecía estar poseída por la furia.
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Ante este caos, Isabel tomó una decisión sorprendente. Se levantó de su cama y se dirigió a la habitación de los chicos. Le pidió a Lisandro que le compartiera la cama, y una vez acostada junto a él, comenzó a contarle exageradamente las palabras hirientes que Furia le había dicho y cómo la había lastimado.
Licha, sintiendo la necesidad de calmar la situación, la abrazó y le aseguró: "Todo va a estar bien, la gente la va a sacar a esta mina". Sin embargo, en el fondo de sus pensamientos, Lisandro admitió que, aunque esperaba que las cosas se calmaran en la casa, no quería que Furia se fuera realmente.
