Capitulo II

445 53 12
                                    

Avanzó siguiendo al pequeño perro que iba guiando el camino. No veía demasiado importante preocuparse, al parecer, él solo sería un comodín extra en caso de alguna anomalía en la misión del sujeto a quien tendría que estar protegiendo como si fuera un guardaespaldas.

Mentiría si dijera que él no deseaba volver a verlos. Sabía algunas cosas de ellos, como el hecho de que Naruto se había casado hace poco y durante su viaje de redención se hospedó por unos días en la aldea de la arena donde escuchó del proyecto médico que estaba liderando Sakura. Por alguna extraña razón presentía que si hubiera pasado a verla como había sugerido Kakashi, no tendría la fuerza para negarse a llevarla con él en caso de que se presentara esa tentadora sugerencia de nuevo, no quería mantenerla lejos, ya no.

Después de unas horas llegaron al País de las Olas y los recuerdos lo invadieron.

Caminaron por las calles, el lugar había cambiado un poco con el tiempo, parecía haber más casas y la pobreza no estaba visiblemente presente, ya no había tanta gente en las calles vagando.

Unos minutos y por fin llegaron al lugar donde sería la misión, o eso supuso al ver a su canino compañero detenerse enfrente de un... ¿Qué era ese lugar?

Pakkun se adelantó a entrar y Sasuke le siguió. Por dentro la música lo irritó al instante, el olor del alcohol lo invadió y los sonidos de las mujeres risueñas en pequeñas prendas de tela que parecían más batas que yukatas le relevaron en dónde se encontraba.

¿Cómo carajos iba a identificar a su compañero de misión?
Había demasiadas personas en el lugar, no sabía ni siquiera hacía donde caminar.

—Aquí termina mi parte —avisó tan relajado como su invocador.

Antes de que Sasuke pudiera tan siquiera parpadear el perro ya se había esfumado.

Resignado, avanzó más por el sitio, Kakashi insinuó que el sabría identificar a su compañero, miró por la barra, las mesas y algunos sillones, buscaba algún tipo de señal en los hombres y mujeres que se hallaban ahí, como el símbolo de Konoha o de algún clan residente de la aldea en alguna prenda o pertenecía, pero no encontró nada.

Las invitaciones llegaron enseguida durante su estadia, las mujeres le ofrecían bebidas, bocadillos, y por supuesto: su compañía como acompañantes esa noche. Una que otra solo lo miraba intentando seducirlo, él ni se inmutaba, el olor del alcohol y tabaco mezclado lo estaban mareando así que decidio sentarse en una de las pequeñas mesas que se encontraba vacía mientras se sentía observado.

Una joven pelinegra se acercó a él, estaba perdido en sus pensamientos hasta que ella puso las manos sobre sus hombros moviendolas sobre ellos en un intento de masaje.

—Apártate, por favor— dijo sin siquiera mirarla.

—Te sientes tenso, déjame ayudar a relajarte, soy Kasumi — dijo con una fingida voz extremadamente aguda. — Puedo darte lo que quieras —

—¿De verdad?

— ¡Sí! — respondió rápidamente con una sonrisa emocionada.

—Quiero que me dejes solo

La chica frunció el ceño y lo miró — Pero eso no me deja ganancias

—Ese no es mi problema.

—Me meterás en líos si te permito estar aquí sin consumir algo del lugar — dejó de fingir la voz melosa, y colocó enfrente de él una botella de sake — Aunque sea solo toma eso — terminó de decir antes de dar la vuelta e irse.

Ni siquiera se detuvo a ver la botella. Abrió uno de los pergaminos que contenían información sobre su misión, de pronto todo el lugar se oscureció haciéndole imposible seguir leyendo.

Los chiflidos y gritos emocionados se hicieron presentes, a su alrededor, mesas llenas de hombres de mejillas sonrojadas revelaban su estado de ebriedad, miraban el enorme escenario de madera que emanaba una tenue luz.

Miró y agradeció que la escasez de luz  ocultara el momento en el que sus ojos se abrieron abruptamente por la sorpresa.

Casi se ahoga al ver una conocida joven envuelta en la pequeña prenda que parecía una yukata, apenas y cubría lo importante. Uno de sus muslos tenía un accesorio negro que hacía de pulsera. Su cabello recogido con un adorno de flor dejaba escapar unos mechones rosas por su rostro levemente sonrojado por el maquillaje.

La chica sonrió hacia la oscuridad en la que estaban envueltos sus espectadores mientras sus ojos grandes y verdes brillaban a la misma intensidad que los enormes aretes que adornaban sus orejas.

Estaba hundido en sus pensamientos hasta que los gritos cargados de palabras obscenas lo sacaron de su estado ensimismado, esas palabras iban dirigidas a ella, a Sakura.

Apretó los puños, si antes tenía ganas de golpear a Kakashi ahora tenía toda la intención de asesinarlo.

———

🗿 ¿Hay alguien aquí?

La misión de Sakura [SasuSaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora